Turismo
Formentera seduce a los vallisoletanos
Animan a descubrir "este tesoro" durante todas las época del año, no solo en verano
Los vallisoletanos conocieron un poco más a fondo uno de los paraísos con los que cuenta España, la isla de Formentera, en las Baleares. Y el azul de sus cielos y de su mar les sedujo hasta tal punto que muchos de ellos se animaron a conocerla más a fondo. Los organizadores de la jornada señalaron que Formentera es un tesoro durante todo el año, no solo en verano.
Y es que se trata de una pequeña isla, la menor de las Pitiusas. Un enclave al que sólo se puede acceder por mar, encierra en sus 83 km2 una colección de tesoros a cada cual más impresionante. El valor de Formentera reside precisamente en eso. En cómo un rincón tan pequeño puede tener tantas cosas que ofrecer, tantas experiencias que regalar y tantas emociones que generar.
Formentera se despierta cada día, con un cautivador amanecer desde los acantilados del faro de la Mola, y lo despide con espectaculares puestas de sol desde su otro faro, Cap de Barbaria. En sus 69 kms de litoral, la isla ofrece playas para todos los gustos. Al norte, la salvaje y solitaria Cavall d’en Borras, antesala de Ses Illetes, siempre entre las mejores del mundo. Está en una estrecha lengua de tierra –península de Es Trucadors– ocupando la zona de poniente y dejando la opuesta a la playa de Llevant. En la costa occidental, entre acantilados bajos, está Cala Saona. Al norte, Es Pujols, Sa Roqueta y Ses Platjetes. Y al sur, Migjorn, un arenal, con cinco kilómetros de playas y calas con zonas rocosas intercaladas.
Sus pueblos son la mejor muestra de la esencia y la tradición de sus gentes. La Savina es su puerta de entrada marítima, con dos puertos, el pesquero y el deportivo. Sant Francesc, la capital, atesora un genuino centro histórico en el que destaca su iglesia-fortaleza, del siglo XVIII. Sant Ferran conserva su aire bohemio. Es Pujols aglutina la mayor parte de la oferta hotelera y de ocio. Es Caló de Sant Agustí conserva su fotogénica imagen de puerto de pescadores, con sus vetustos varaderos. Y El Pilar de la Mola acoge el más famoso mercado artesanal de la isla.
Naturaleza, historia y economía se fusionan en Ses Salines, un Parque Natural vinculado a la sal y Patrimonio de la Humanidad desde 1999. El Parque integra también dos lagunas (Estany Pudent y Estany des Peix), un Centro de Interpretación (Can Marroig) y una zona rocosa de curiosas formas: Sa Pedrera, antigua cantera. Pero si hablamos de naturaleza, debemos detenernos en la Posidonia oceánica, su tesoro submarino. Una planta con 100.000 años de antigüedad que crece en fondos arenosos poco profundos. Fuente de vida para peces, algas y otros animales que protege de la erosión y depura el agua, otorgándole ese característico color ‘azul Formentera’.
Otra opción es perderse por sus rutas senderistas. Un centenar de kilómetros de caminos entrelazados que hacen de Formentera el escenario perfecto para pasear o pedalear descubriendo sus paisajes. Destaca la ruta de Es Caló-El Pilar de la Mola, que transcurre por el Cami de Sa Pujada, con un espectacular mirador; o la ruta de Es Cap-Torrent de S’Alga, que permite admirar uno de los lugares menos conocidos, con varaderos bien conservados y sabinas donde cuelga a secar el ‘peix sec’, uno de los productos gastro más tipicos de la isla. O tal vez una ruta de birding, un Itinerario Ornitológico por el Camí des Brolls, en el que poder observar las más de 200 especies de aves migratorias, acuáticas y marinas censadas.
Conviene no pasar por alto tampoco su patrimonio histórico. Un viaje al pasado de la mano de sus tres referentes arqueológicos: Ca na Costa, sepulcro megalítico cuyos orígenes se remontan a la Edad de Bronce, junto al Estany Pudent; Cap de Barbaria I, II y III, tres de una veintena de yacimientos arqueológicos y Can Blai, restos de una construcción fortificada romana cerca de Es Caló. Dando un salto de siglos hacia adelante, nos encontraremos con cinco históricas torres defensivas. Son de planta circular y estructura troncocónica, construidas en el siglo XVIII para vigilar las incursiones piratas. Una está en el islote de s’Espalmador –Sa Guardiola– y las otras cuatro en la propia isla: Sa Gavina, des Garroveret, Pi des Català (al sur, única que puede visitarse en su interior tras ser restaurada en 2016) y la Torre de Punta Prima. Conocer Formentera, un destino sin igual, es una vivencia que puede cambiar para siempre la percepción de lo que consideramos un tesoro
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