Cultura
Ni la de León, ni la de Santiago. Ésta es la Catedral española que cuenta con el claustro más bonito de España
Se trata de la última Seo gótica y está de cumpleaños, porque en este 2025 cumple su 500 Aniversario
España tiene el privilegio de contar con algunas de las catedrales más bonitas del mundo. Son muchos los que cuenta nuestro país de numerosos estilos arquitectónicos. Pero lejos de lo que piensa la gente, la Catedral con el claustro más bonito de nuestro país no es ni la de León ni la de Santiago de Compostela, que destacan por otras muchísimas cosas, pero que no es por este elemento. La Seo que cuenta con esta distinción además ahora está de enhorabuena, ya que este 2025 está celebrando su 500 Aniversario.
Un claustro es un tipo de patio que en sus cuatro lados tiene una galería porticada con arquerías que descansan en columnas o dobles columnas. Está edificado a continuación de una de las naves laterales de una catedral o de la iglesia de un monasterio. Cada galería toma el nombre de panda y en cada panda se distribuyen los distintos espacios necesarios para la vida monacal o catedralicia. Suele ser lugar de recogimiento. El patio está casi siempre ajardinado y en el centro se encuentra una fuente o un pozo. La palabra viene del latín claudere, con el significado de «cerrar». También llamado «clausura», según señala Wikipedia.
El claustro es una planta cuadrada y cada uno de los cuatro lados recibe el nombre de benedictos. En el centro suele haber un pozo en el que confluyen cuatro caminos, y en el espacio restante, un pequeño jardín. En cada lado del claustro hay una galería o corredor (también denominado panda) cubierto y limitado por arcadas. En la panda este se halla casi siempre una pequeña estancia que servía como habitación o biblioteca, independientemente de la gran biblioteca que tenían algunos monasterios importantes.
A continuación se hallaba la sala capitular, pieza que se consideraba de gran importancia y que generalmente se construía con rica ornamentación arquitectónica. Era el lugar de reunión de la comunidad, donde se leían los capítulos de la regla de la orden y donde el abad organizaba las distintas tareas a seguir por los monjes.
Con el nombre de claustro fueron ya en efecto conocidas desde la Edad Media las habitaciones de los religiosos y las casas de los monjes y religiosas que vivían en comunidad bajo cierta regla. En tal sentido, Du-Cange lo define en su Glosario citando a este propósito varios capitulares y los cánones de algunos concilios, que usaron de la voz claustro como sinónimo de clausura.
No solo los conventos o monasterios fueron claustros sino también otras habitaciones contiguas a las iglesias en las cuales los clérigos, que se reunieron en vida común, debían vivir con el obispo según las reglas canónicas, teniendo un mismo refectorio y dormitorio.
Catedral de Segovia
Pues la Catedral española con el claustro más bonito de España es la de Segovia. La primera piedra de la seo segoviana se puso en 1525, con lo que pertenece al gótico tardío, denominación de la historiografía del arte para designar al periodo final del arte gótico, correspondiente al siglo XV, y en algunos países prolongado hasta el siglo XVI. En este periodo, la arquitectura gótica pierde su papel básico de aglutinador de las artes y pasa a ser menos protagonista.
Su belleza y elegancia, así como su fuerza visual y dimensiones, hacen posible su denominación como "La Dama de las Catedrales", acuñada por el presidente de la Primera República Española Emilio Castelar. Situada en la Plaza Mayor de Segovia, a medio camino se pueden encontrar dos monumentos de gran valor histórico y arquitectónico para la ciudad: el Acueducto romano y el Alcázar.
Cada una de las diferentes piedras que componen la Santa Iglesia Catedral de Nuestra Señora de la Asunción y de San Frutos revelan siglos y siglos de grandiosa historia. La misma historia que impera en toda la ciudad elegida en 1985 Patrimonio Mundial por la Unesco.
Claustro
Pues una de las partes que más destaca de la Catedral de Segovia es su claustro. claro ejemplo de gótico tardío del siglo XV, fue construido junto a la antigua catedral. El traslado desde su antiguo emplazamiento al actual es considerado uno de los primeros realizados en España, piedra a piedra, y modelo para la época debido a sus dimensiones y al valor arquitectónico del conjunto.
El contexto de la construcción de la antigua catedral se enmarca en los años siguientes a la reconquista de Segovia, llevada a cabo por Alfonso V en 1088. Treinta y dos años después, en 1120, empezaron las obras de construcción del templo frente al Alcázar de Segovia, probablemente sobre un templo ya existente.La catedral fue consagrada en 1228 por el legado apostólico francés -representante personal del papa- Juan (Jean) de Abbeville. A la antigua catedral se unía un claustro románico, construido en mampostería, y un barrio propio para los canónigos, las Canonjías.
Trascurridos más de dos siglos, en el año 1436, el estado del claustro era descrito por el obispo D. Juan de Tordesillas como “hundido e mobido por muchas partes”. Un estado lamentable, causado por la falta de tejados y el paso del tiempo, lo que llevó a que Tordesillas movilizara a los estamentos, solicitando impuestos y prebendas para su reconstrucción.
Pero fue el conocido obispo de origen judío, Juan Arias Dávila (1460-1497), quien reanudó el proyecto de reconstrucción del claustro y el que llevó a Segovia a su florecimiento cultural y económico. Al unísono, el interés de los reyes de Castilla también crecía por esta ciudad y por las “fábricas” que estaban en marcha.
En el año 1465 queda reflejado en los libros de fábrica de la catedral el deseo del rey Alfonso de Castilla de recuperar el claustro. Consciente, Arias Dávila solicita al Cabildo su reconstrucción y los canónigos comisionan al cantero Juan de Toro que vaya a Oviedo, León y Burgos y observe los claustros de sus respectivas catedrales.
El arquitecto elegido para esta importante obra fue el maestro Juan Guas, cuyo estilo impregnó en el claustro y, de esta manera, afianza la victoria del gótico frente al mudéjar, con elementos musulmanes residuales. El imponente claustro se edificó en el lado sur de la antigua catedral, sobre parte del solar del desaparecido palacio episcopal, en la roca que avanza hacia el Valle de Clamores.
En 1472, con la concesión de la licencia de obras por parte de Arias Dávila, se inician los trabajos en la claustrada. Guas contará con la ayuda del maestro Martín Sánchez Bonifacio, y no es hasta febrero de 1473 cuando aparecen los primeros datos en los libros de fábricas sobre el estado de las obras y el primer salario del maestro arquitecto, que recibe 3.000 maravedís y 20 fanegas de trigo.
Las finanzas e impuestos tuvieron un papel muy importante en los trabajos de reconstrucción. Consciente, el obispo Arias Dávila fue un importante mecenas, y en su testamento, firmado en 1477, deja constancia de que parte de su patrimonio fue destinado a estas obras. Y es que la cantidad invertida alcanzó entre los años 1473 y 1477 los 526.714 maravedís, cifra alta debido al elevado coste de materiales y al alto número de oficiales y peones, que irían aumentando con el tiempo, y el de los entalladores, quienes en 1478 amagaron con dejar la obra por la baja cuantía del salario recibido.
A lo largo de los años de construcción, reyes y nobles se involucraban económicamente en la fábrica, entre ellos el rey Enrique IV, que donó 200.000 maravedís en 1474, año de su muerte. El 13 de diciembre de ese mismo año, Isabel La Católica es coronada reina de Castilla en el atrio de la cercana iglesia de San Miguel y, con ella, las obras avanzaron y se impone su gusto por el estilo gótico.
El claustro toma forma en planta cuadrada, de cinco tramos cubiertos con bóvedas de crucería simple adornadas con claves y, en cada tramo, se abre una ventana que ocupa el ancho entre pilar y pilar. En 1474 se asentó el arco de la portada de la Capilla de San Agustín y, en abril de 1475, se cerró el tramo que contiene la clave de la Verónica. También se le debe a Juan Guas la capilla de San Miguel que se levantaba en el lado sur, terminada en 1483.
Los libros de fábrica recogen en estos años la dedicación de Juan Guas al claustro, dejando incluso obras en otras ciudades. Uno de los motivos de su entrega a las obras fue la construcción de la portada de acceso, sufragada por la reina Isabel La Católica, cuyas armas se dibujan en lo alto. Los trabajos comenzaron a principios de 1484 y finalizaron el 29 de octubre del mismo año, ya que según recogen los libros de fábrica, los trabajadores recibieron el “yantar” como era costumbre al terminar una obra.
Finalizada la estructura de la portada, se encargó a Sebastián de Almonacid la imaginería, toda en piedra caliza procedente de las canteras de Casla. Una vez perfilada, esta portada recordaba a las puertas mudéjares toledanas del siglo XIV, que en la ciudad de Segovia se puede ver también en la portada diseñada por Guas en el Monasterio del Parral.
Las obras en el claustro llegaban a su fin y consta que el último trabajo del arquitecto Juan Guas fue en 1485 con la construcción de una sala mayor en la catedral. A partir de entonces, los viajes a Segovia se espaciaron y Juan Guas figuró como maestro de obras de la catedral hasta 1491.
La catedral y su claustro no sufrieron prácticamente modificaciones hasta que en 1520 comenzó la Guerra de los Comuneros, que acabó en 1523 con la antigua catedral en un estado maltrecho. Carlos I de España y V de Alemania dio la orden de su derribo y la construcción de una nueva en el actual emplazamiento, no sin antes desmontar y trasladar su claustro para ubicarlo en la nueva catedral. Este trabajo fue designado por Juan Gil de Hontañón, maestro de la Catedral, a Juan Campero en junio de 1524 bajo el visto bueno del Cabildo. Ambos ya habían trabajado juntos en la construcción de la Catedral de Salamanca y, con ese nombramiento, Campero se convirtió en aparejador de Gil de Hontañón.
Un traslado del claustro muy meditado por su dificultad y al que se arguyen varias razones, que van desde su gran valor arquitectónico – realizado con piedra de calidad-, la preferencia del momento por el estilo gótico de finales del siglo XV o el ahorro económico a la hora de trasladarlo. Pero destaca entre ellas que la claustrada sufrió escasos daños durante la contienda comunera.
En el contrato firmado entre Cabildo, Juan Campero y el obispo D. Diego de Ribera, Campero se comprometía a desmontar, trasladar el Claustro “de la misma manera que ahora está y del mismo ancho y alto” y costear la pérdida o rotura de alguna pieza. El Cabildo le dio un plazo de tres años para realizar el traslado y, mientras tanto, el canónigo fabriquero de la catedral, Juan Rodríguez, se apresuraba en comprar más de 20 solares y casas, solo en el año 1524, en la calle de Barrionuevo donde se empezaría a instalar el claustro, no sin pocos pleitos con sus propietarios.
En junio de 1524 se empezó a desmontar el claustro por el tejado y el traslado comenzó en abril de 1525. Antes de empezar a reconstruirlo piedra a piedra, se pagó al arenero, Juan del Olmo, para echar arcilla y arena sobre el lugar, probablemente para que Campero dibujara un plano a escala natural.
Las obras de construcción en la Catedral comenzaron oficialmente en junio de 1525 en la puerta occidental y en el lado sur, donde se iba adosar la panda norte del claustro, debido a que Campero se comprometió a comenzar la reconstrucción por este lado. En este contrato se hizo mucho hincapié en el basamento situado desde la torre hasta la puerta de San Geroteo, debido al desnivel en el terreno hacia Barrionuevo. Esto hizo necesario la construcción de una alta plataforma de granito para poder enrasar con el pavimento de la catedral y se estipuló que los cimientos contarían con cinco pies de profundidad. Los contrafuertes debían ser de la altura necesaria y, en el caso del situado en la calle de la Almuzara, obligó a aumentar su grosor por orden de Juan Rodríguez y, por lo tanto, su precio en 4.000 ducados.
El traslado del conjunto del claustro no sufrió interrupciones y avanzaba a buen ritmo en 1526. En septiembre de ese mismo año se trasladó la portada sufragada por Isabel La Católica, cuya incorporación en el nuevo emplazamiento no estaba incluida inicialmente en el proyecto. Se colocó en la Capilla del Consuelo y fue necesario cambiar piezas, pintarla y someterla a la aprobación de expertos. A la vez que se producía el traslado y colocación se trabajaba con rapidez en cubrir esta capilla y tallar su nervadura para no dañar la portada.
En 1528 el claustro empezaba a tomar forma, pero ya había expirado el plazo dado a Campero para el traslado, que finalizaba en junio de 1527. Entre las causas de este retraso en los plazos se encuentran los problemas surgidos y las modificaciones introducidas por el aparejador, que entre otras, cambia la mampostería de Juan Guas por sillería que aprovecha de las ruinas de la antigua catedral, para así, dar más suntuosidad al espacio.
A finales de 1528 los desvanes ya habían sido cubiertos y Juan Rodríguez adquirió piedra de Cigüiñuela para los canales, al tiempo que Campero labraba dos nuevos gárgolas y arreglaba las cuatro trasladadas. En diciembre, la obra ya casi estaba finalizada, celebrándose un “almuerzo” para los oficiales como despedida. Oficialmente, el claustro se cerró el 19 de julio de 1529. Después de esta fecha son escasas las anotaciones sobre añadidos o modificaciones en el claustro, aunque se continuaron instalando canales de piedra de Madrona en los tejados. En el año 1530, a Juan Campero, encargado del claustro en su totalidad, se le terminaron de dar los 2.529.249 maravedís que debía de cobrar, lo que significa que el presupuesto inicial casi se duplicó.
Adentrados en el siglo XVI, el claustro fue pavimentado con piedra del Parral y rigleras de granito del Cigüiñuela para dar cabida a las sepulturas. Entre las más destacadas están las pertenecientes a Rodrigo Gil de Hontañón, y los maestros de obras Francisco de Campo Agüero y Francisco Viadero. En diciembre de 1622 se asentaba y cerraba el pozo del claustro por el doctor González.
Ya a finales del siglo XIX, el arquitecto municipal de Segovia entre 1870-1913, Joaquín de Odriozola, devolvió a su estado original la parte inferior de los ventanales, reformados durante el barroco, y trazó la portada neogótica que da paso al jardín, según señala la página web de la Catedral de Segovia.
Estructura del claustro
Es de planta cuadrada y los cinco tramos de cada galería están cubiertos con bóvedas de crucería simple, excepto en los ángulos y panda meridional que lo hacen con bóvedas más complejas de influencia germánica. Procede de la antigua catedral, situada frente al Alcázar de Segovia. Debido al estado que presentaba, fue mandado a reconstruir por el que fuera obispo de Segovia Juan Arias Davila hacia el 1465. El encargado de dirigir este importante proyecto fue Juan Guas, arquitecto de origen bretón, caracterizado por introducir en sus obras el estilo gótico-flamígero.
Todas las claves se decoran con florones, salvo las del ala oriental en las que se han tallado: la Coronación de la Virgen, la Santa Faz, las armas del obispo Arias Dávila (Castillo, Águila y Cruz) y el escudo del Papa Sixto IV; y las de los ángulos suroeste y sureste con las armas de Castilla, símbolos de la Pasión y tetramorfos.
En cada tramo se abre una ventana que ocupa todo el ancho entre pilar y pilar. Sobre el podio se elevan cuatro arcos de medio punto subdivididos por un mainel y adornados con caireles y, sobre ellos, una complicada tracería de formas ondulantes que solo cambia de ritmo en los tres vanos centrales de la panda occidental.
La carrera de Juan Guas como cantero se desarrolla en Segovia de forma considerable ya que esta ciudad acogió el mayor volumen de obras suyas y fue aquí donde abrió un importante taller en torno a las obras catedralicias. A su muerte, este taller siguió trabajando al estilo y enseñanzas del maestro.
Su logro no solo se ciñe al ámbito profesional sino que va acompañado de un afianzamiento de su posición social, que tiene como colofón que el maestro comprara una capilla para su enterramiento en la toledana iglesia de San Justo y San Pastor, algo inusual en un maestro de cantería de finales del siglo XV.
Portada
Su estilo es gótico flamígero, costeada por Isabel la Católica y realizada por Juan Guas en 1483. Procedente de la antigua catedral al igual que el claustro. Consta de un arco rebajado, plano, cobijado por otro apuntado cuya arquivolta externa al llegar a la clave se abre en forma de hoja para albergar el águila de San Juan. La enmarcan dos pilares con botareles y corona una serie de hornacinas. Completa el conjunto un medio punto, con labor de tracería. De la escultura se encarga Sebastián de Almonacid. En la parte interior, desde la capilla del Cristo del Consuelo, preside el tímpano la Piedad o Virgen en su Quinta Angustia rodeada por ángeles que sostienen instrumentos de la Pasión.
En las jambas están representados a san Pedro, san Pablo, Santiago y san Juan Bautista; por encima, el escudo de Castilla con el águila de San Juan y coronando todo el conjunto las figuras de san Bartolomé, san Juan, santo Tomás y san Andrés. Toda la portada decorada con motivos vegetales, hojarascas y racimos de uvas, símbolo eucarístico.
Aunque más sencillo, el interior observando desde el claustro, también ofrece una delicada decoración. En las jambas, La Anunciación, y en la arquivolta, la Visita de la Virgen a su prima Isabel, la Huída a Egipto, la Presentación del Niño en el Templo y el Nacimiento; en lo alto la Verónica mostrando la Santa Faz; todo está blanqueado, excepto rostros y manos.
A la izquierda de la portada, se puede observar una hornacina con una pequeña Piedad gótica en piedra policromada procedente del antiguo barrio de las Canonjías. En la puerta de la Claustra se encuentra otra escultura, réplica de la que está en la Catedral.
Capilla de Íñigo López Aguado
Íñigo López Aguado es un canónigo que muere en 1529 y se entierra en una pequeña capilla en el claustro, junto a la entrada a la Sala Capitular. Atribuida a discípulos de Vasco de la Zarza, es una de las primeras manifestaciones del renacimiento en Segovia. Se trata de un profundo nicho avenerado, encuadrado por pilastras y coronado por un frontón, del que emerge Dios Padre. Remata el conjunto las armas del canónigo. Está profusamente decorado con grotescos, cabezas de querubines y paroplias.
Al final de la galería sur, en la parte alta junto a esta capilla, se puede ver un fresco realizado por Alonso de Arévalo en 1561 y repintado posteriormente. Representa el milagro de la judía Esther que despeñada por ser acusada de adulterio, llegó sana y salva al suelo por intercesión de la Virgen. La historia fue narrada por Alfonso X el Sabio en sus cantigas. Debajo de la pintura se puede ver la inscripción del relato de su milagro y de la urna donde se guardan los restos de la judía, llamada popularmente María del Salto. Continuando a la izquierda se expone una serie de utensilios y herramientas de diferentes épocas utilizadas en la construcción de la Catedral, como poleas, pinzas o tenazas, cuerdas.
Capilla de Los Cabrera
La capilla de los Cabrera se ubica en la galería sur del claustro, en frente de la puerta de entrada. Su autor fue el maestro de obras Juan Guas, español de origen bretón que representa la síntesis entre las corrientes del gótico flamígero con las formas mudéjares, recibiendo esta fusión el nombre de ‘hispanoflamenco’. La capilla se construyó en la antigua catedral entre 1480 y 1490 como capilla funeraria, y se trasladó a la nueva catedral junto con el resto del claustro, entre 1525 y 1529. En agosto de 1575, el Cabildo segoviano se la concedió al canónigo Hernando de Cabrera para su enterramiento. En su testamento, fechado el 3 de septiembre de ese mismo año, dejó dispuesto que, de sus bienes, se concluyese el retablo y la reja de la capilla.
Realizada en piedra caliza y flanqueada por pilastras con doseles y ménsulas, se abre al claustro con doble arco carpanel y conopial, decorado en sus arquivoltas con caireles y cogollos de cardo. La portada se enmarca en un alfiz rectangular con arco apuntado inscrito, coronado por un escudo y festoneado de decoración vegetal y arquillos entrelazados. El conjunto está decorado y policromado.
En el interior, destaca una imagen en madera policromada de Cristo Crucificado y la tumba del canónigo Don Fernando de Cabrera, en cuyos muros aparece una inscripción: “Aquí está sepultado Hernando de Cabrera y Samaniego canónigo que fue de esta Santa Yglesia y jubilado, falleció a 13 de abril de 1576”. La capilla está cubierta con bóveda de crucería, decorada tanto sus nervaduras como las seis claves.
La reja que cierra la capilla fue realizada por el escultor Pablo Villoldo, coronada por el rejero vallisoletano García Ruiz, colocada por el cerrajero segoviano Manuel Aguado y dorada por el pintor Santos Pedrill, que también doró el altar. Años después, en 1764, la reja fue pintada en negro. Está asentada sobre un zócalo de granito con decoración de estrígilos y consta de un solo cuerpo estructurado en tres zonas verticales, con puerta de dos hojas en la del medio. Corre por encima un friso con motivos de entrelazos ejecutados con técnica de repujado. Finalmente, se remata la reja con diversos motivos: un escudo en la zona central enterrado en un tondo entre dos grifos afrontados y, sobre las calles laterales, otros dos pequeños escudos también dentro de tondos. En ambos extremos de la reja hay un candelabro.
El caso de la capilla de los Cabrera es muy elocuente en cuanto al antes y después de su restauración, financiada por el Cabildo Catedral. El informe de restauración lo calificaba de “deficiente”.
Capilla de D. Luis Tello Maldonado
Es obra de Rodrigo del Solar y lugar de enterramiento del obispo Luis Tello Maldonado fallecido en 1581. Reposa en un cenotafio de estilo clásico acompañado por tres figuras realizadas en piedra caliza, Nuestra Señora de la Merced con dos pajecillos orantes. Un conjunto procedente del desaparecido convento del mismo nombre.