Sociedad
El pueblo de León y el clero firman tablas en el debate más antiguo de la historia
Se trata de una tradición en la que los leoneses acuden a agradecer a San Isidoro con un "cirio de arroba bien cumplida y dos hachones de cera" su mediación para que acabara con la sequía que asoló la ciudad en 1158 bajo el reinado de Fernando II
No hay manera de que el pueblo de León y el Cabildo de San Isidoro se pongan de acuerdo sobre si las ofrendas al santo son un acto "libre y voluntario", como sostiene el primero, o una "obligación", como cree el clero, debate que, un año más, desde el siglo XII, ha quedado "en tablas" en la ceremonia de Las Cabezadas celebrada este domingo 30 de abril.
Se trata de una tradición en la que el pueblo acude a agradecer a San Isidoro con un "cirio de arroba bien cumplida y dos hachones de cera" su mediación para que acabara con la sequía que asoló León en 1158 bajo el reinado de Fernando II, época de esplendor del viejo Reino.
Desde entonces, el clero sostiene que el pueblo se ve obligado a repetir la ofrenda cada año, pero este defiende que se trata de un acto libre y voluntario, por lo que, cada último domingo de abril, un representante municipal, el llamado síndico, y uno del Cabildo, el capitular, discuten sin acuerdo y se intercambian regalos.
En esta ocasión, ha ejercido de síndico el alcalde de la ciudad, José Antonio Diez, que ha sostenido que "lo que nace del corazón no puede ser obligado", y por eso ha pedido al clero que reciba la ofrenda como algo voluntario.
"Esta ceremonia es fruto de la historia y de nuestro pasado, y en ella el pueblo leonés viene voluntariamente a honrar al santo", ha apostillado el regidor.
Además, el alcalde ha aprovechado la ceremonia para reafirmar su compromiso con el leonesismo y su defensa de una comunidad autónoma propia, y ha recalcado que al pueblo leonés no le gusta el sometimiento y lleva cuarenta años sometido "y no tardando va a poder quitarse ese yugo y caminar como ha querido siempre".
El representante del Cabildo ha sido el exabad de San Isidoro Francisco Rodríguez, quien ha respondido al presidente de la Corporación y le ha pedido que "diferencie la paja dialéctica del grano de la creencia", y ha recalcado que "el trigo verdadero es que el pueblo de León tenga sentimiento de convencimiento de que esto es un foro y una obligación".
Ha pedido al alcalde que se documente "en las buenas y fidedignas fuentes, que son las de Lucas de Tuy", y ha recordado que estas dejan constancia de la rogativa a San Isidoro sacando sus restos en un arca para que lloviera, como así fue, como un compromiso de los leoneses para corresponder al favor del santo.
Tras la argumentación de uno y otro, al final, como si de una interminable partida de ajedrez se tratara, ambos se han ofrecido tablas para que el pueblo leonés y los visitantes puedan seguir disfrutando al menos durante otros ocho siglos de esta ceremonia.
Después de que cada uno de los protagonistas de este debate sin fin encomendaran a sus secretarios dejar constancia del empate, el alcalde de León ha entregado el cirio y los hachones al obispo de la Diócesis, Luis Ángel de las Heras.
Tras el debate se ha oficiado la misa a cuya conclusión los representantes del pueblo, esto es, la corporación municipal, se ha alejado de la portada principal de San Isidoro haciendo las tres reverencias, el gesto que da nombre a Las Cabezadas que, por esas cosas de los empates, tendrá prórroga de nuevo el próximo año.
La raíz de esta tradición se remonta al año 1158 cuando, para evitar una catastrófica sequía sobre la capital, los leoneses procesionaron el arca de las reliquias de San Isidoro pero, dos leguas más allá, la urna comenzó a pesar tanto que se dio por imposible continuar el camino.
Fue doña Sancha, esposa del rey Fernando I, quien acudió al lugar, y después de tres días de ayuno y oración, tocó el arca, el peso se alivió hasta el punto que unos chiquillos pudieron devolverla a la Colegiata sin apenas esfuerzo para, después que se obrara el milagro, comenzara la lluvia y se paliara la sequía.
Desde entonces, el pueblo de León acude cada año a agradecer la mediación de San Isidoro y a realizar una ofrenda conformada por un "cirio de arroba larga y dos hachones de buena cera", aunque el Cabildo siempre sostiene que no se trata de una acto libre y voluntario, sino de una obligación.
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