Cultura
Seminci eterna
"Tras 70 ediciones goza de una salud excelente. Películas innovadoras, cine de autor, documentales históricos y producciones locales generan un entusiasmo digno de los mejores críticos"
La primera película que vi en el cine fue La Cenicienta. Tenía 5 años y una reposición en el Cine Zorrilla de Valladolid hizo las delicias de adultos y pequeños, elevando de nuevo a la cima la magistral obra de Charles Perrault. Cuando era pequeño, no teníamos videoconsola en casa; disfrutábamos con aquellas maquinitas de pantalla LCD que repetían en bucle múltiples aventuras. Cuando echaban alguna película por TVE, era todo un acontecimiento: las carátulas del Teleprograma anunciaban día, hora y canal para que toda la familia se reuniera frente a la pequeña pantalla y disfrutara de los grandes clásicos.
Pero de pronto apareció mi tío con aquel majestuoso vídeo Panasonic J45, y la casa de mi abuela se convirtió en un verdadero “Cinema Paradiso”. Horas enteras de grandes clásicos del humor como Jerry Calamidad o El mundo está loco, loco, loco inundaron mi mente infantil. Mi hermano completó la experiencia con títulos como El abismo negro o El hombre que pudo reinar. Después llegarían el Thomson, el Mitsubishi, el JVC, el LG y un largo etcétera. Hemos visto tantas películas que muchos de esos aparatos yacen hoy, como héroes, en el desguace del vídeo doméstico.
Caja España, con su Cinematógrafo para niños y su Moviola para jóvenes, afianzó de alguna manera mi pasión por el séptimo arte.
Y es que en Valladolid somos muy cinéfilos. Aquí tenemos la SEMINCI, la Semana Internacional de Cine de Valladolid, uno de los festivales más prestigiosos de España. Fundado en 1956 como Semana de Cine Religioso, tras 70 ediciones goza de una salud excelente. Películas innovadoras, cine de autor, documentales históricos y producciones locales generan un entusiasmo digno de los mejores críticos.
A lo largo de su historia, el festival ha acumulado anécdotas memorables: Brad Pitt, encerrado en su hotel para promocionar una película, pidió merluza… ¡con kétchup! Woody Allen, tras recibir una Espiga de Honor, no solo habló de su cine, sino que subió al escenario del Teatro Calderón con su New Orleans Jazz Band para ofrecer un improvisado concierto de clarinete.
El nombre de Valladolid está ligado a grandes figuras del cine: Orson Welles, Sophia Loren, Billy Wilder, Sigourney Weaver, Ingmar Bergman, François Truffaut, Stanley Kubrick, Kenneth Branagh y Ken Loach, entre otros.
¡Cómo no vamos a amar el cine en la ciudad del Pisuerga!
La SEMINCI es el culmen de un trabajo que llena de orgullo a los pucelanos por ser escenario y alma de la gran pantalla. Este año, en la gala de clausura, se vivieron momentos inolvidables: un vídeo resumen revival de todas las ediciones anteriores nos mostró que el gran presente solo es posible gracias a unas sólidas bases. Desde sus orígenes, la alfombra roja y el glamur dieron paso a un festival firme y consolidado. La Espiga de Oro fue compartida ex aequo por Magallanes y The Mastermind; Silent Friend se alzó con la Espiga de Plata, y Eva Victor y Harry Melling fueron premiados por su interpretación. Todos ellos, junto al resto de galardonados, forman ya parte de la historia de nuestra ciudad y compartirán para siempre con nosotros la magia del cine. Una forma de ver el mundo que, de alguna manera, rinde homenaje a aquellos niños que íbamos a los reestrenos, la gozábamos en el videoclub y comprábamos con la mayor de las ilusiones una cinta de vídeo para poderla ver una y otra vez.
Al fin y al cabo, todos somos actores y directores de nuestra vida.