Libros
Use Lahoz en jauja
El escritor regresa con una novela protagonizada por una actriz que se enfrenta a su pasado
En «Jauja», publicada por Destino, el escritor Use Lahoz nos propone una historia familiar, la historia de amor desdichada entre una padre y una hija. es un relato en el que no faltan los momentos luminosos y los momentos oscuros, y por ello, aflora una pregunta que no tiene ahora respuesta; por qué se quisieron mal? De todo ello habló el escritor con este diario en la siguiente entrevista.
–Uno de los temas de «Jauja» son los perdones pendientes.
–Nos cuesta el perdón porque a partir de determinado edad es más previsible el pasado que el futuro. El personaje de María, desde esa atalaya de los cuarenta años, el enfrentarse al entierro de su padre al que no ve desde hace muchos años le supone constatar eso. Al mirar atrás ve muchas Marías que no reconoce y con las que le cuesta tener empatía: algunas de ellas las desprecia, a otras las echa de menos, pero es algo que nos pasa a todos. En el pasado encontramos muchísimas sorpresas. A determinada edad el futuro no nos deparará grandes vivencias. Con la madurez si que medirás mucho más las cosas que pueden herir, algo que no pasa durante la adolescencia.
–No és únicmanete una novela sobre el perdón.
–No. Es que yo no me levanto una mañana y me digo voy a escribir una novela sobre el perdón. Sí que dije voy a hacerlo sobre una actriz. Como dice ese poeta llamado Charles Simic: «Salí de casa para ir a misa y acabé en el canódromo». El arte para mí es un poco eso.
–¿Por qué el teatro para «Jauja»?
–Porque el primer fogonazo de esta novela es una representación que vi en el Lliure de Gràcia en el año 2000. Era una versión impresionante que firmaba Lluís Pasqual de «L’hort dels cirerers». Su protagonista era Anna Lizaran. Ese día se empezó a escribir la novela porque las novelas se empiezan a gestar mucho antes de escribir la primera palabra. Aquella representación fue para mí conmovedora y me marcó mucho.
–Con esta novela también regresa a Valdecádiar que ya aparecía en otra novela anterior como es «La estación perdida». ¿Es su Macondo?
–Bueno, yo no estoy al nivel del creador de Macondo. Valdecádiar es un pueblo que tiene cosas y escenarios de otros pueblos. Me siento cómodo en esta región imaginaria y rural. Pero esto es una constante en mi literatura en la que, por ejemplo, aparece la emigración. Me venía bien en la novela.
–Otro de los temas de la novela es ese contraste entre el mundo rural y el de la ciudad, en este caso una Barcelona que parece corrupta, donde hay prostitución.
–Sí, pero el crimen nunca descansa ni en la ciudad ni en el pueblo. La historia de España de los últimos años se entiende a partir de la emigración. Esos habitantes que venían de los pueblos hasta la ciudad reproducían en un mismo bloque la forma de vida rural y eso es algo que me resultaba interesante. También me lo parecía el poder hablar en esta novela de las desigualdades, de la lucha de clases.
–Algo que también es frecuente encontrar en su producción literaria.
–Sí. Es eso de viajar al pueblo de los años 50 y 60, pero desde la visión actual. Es decir, las desigualdades sociales son muy contemporáneas.
–Ha empleado también una estructura de «road-movie».
–La estructura es lo que más me preocupa. Es la primera vez que me enfrento a algo así porque esta es una novela que va hacia atrás, viaja hacia atrás. La vida se vive hacia adelante, pero se comprende hacia atrás, como decía Kierkegaard. Es una frase un poco manida, pero que no te puedes cansar de usar. En este sentido, «Jauja» es también una novela sobre las herencias no materiales. ¿Qué queda en nosotros de las personas que nos guiaron?
–Antes ha citado la obra de Chejov. ¿Ha tenido más referencias para escribir este texto?
–Sí. Hay más culpables además de Chejov. Por un lado está una obra maestra de Louis Malle que se llama «Tío Vania en la calle 42» y que es una de mis películas favoritas. También está «Viaje a Sils Maria», una película de Olivier Assayas y que es la vida de una actriz de teatro en el que hay una analogía entre la obra que representa y su propia vida.
–¿Qué es jauja para Use Lahoz?
–¿Para mí? Tengo varios jaujas. Por ejemplo, lo fue la juventud, esos momentos en los que estás a salvo del porvenir y del futuro porque está muy lejos. Pero también jauja es lo que decía Claudio Rodríguez en uno de sus poemas, en «Alto jornal». Acaba con el verso «empuña su aldabón, y no es en vano», es decir, que alguien te espera al final del día y no ha sido en balde.
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