Cataluña

Diario de una cuarentena con niños: Día dos

Día II: Los niños están bien, los padres... no

Los niños tienen imaginación de largo alcance, la única que sirve en encierros forzosos
Los niños tienen imaginación de largo alcance, la única que sirve en encierros forzososlarazon

“Papá, ¿existen virus que te hagan más alto?”. ¿Cómo se ha de contestar a las miles de preguntas que se les ocurren a los niños todos los días? Lo mejor, admitiendo tu ignorancia, pero siempre despertando su curiosidad. “No lo sé, cariño, creo que no, pero dicen que una vez una mujer andaluza se infectó con un virus y empezó a hablar alemán a la perfección... Y sabes una cosa, decía chistes super graciosos". “No, eso no es verdad, cómo lo sabes”, contesta el niño. “Yo no lo sé, yo no sé alemán, pero la señora se reía mucho”. Quién sabe, quizá acabo de meter en su cerebro la necesidad de aprender alemán en el futuro. En un mundo libre de cuarentenas, seguro que le sirve de mucho.

Estamos en el día dos de aislamiento y los niños están bien. Se llaman Camilia y Pablo y tienen ocho y cinco años. La verdad es que los conozco de toda su vida y he tenido que pensar cuántos años tienen, lo que demuestra que ellos están bien, pero en los adultos el efecto de intranquilidad por el confinamiento se manifiesta antes. Ellos juegan juntos, están tranquilos, sus rutinas son más o menos las mismas que cualquier otro fin de semana, y la ansiedad infantil por no poder salir de casa sólo se ha manifestado con el niño pequeño haciendo sprints sin parar por el pasillo. “Vaya, que rápido”, le digo. “Si no se acabase la casa, llegaría a China”, contesta. SI no se acabase la casa, ¿la sensación de encierro sería la misma?

El niño es pequeño y no entiende casi nada. “Odio el coronavirus”, grita a la hora de la comida, pero se ríe, levanta los puños y se ríe, y luego hace una carota burlona, así que no estoy seguro de que lo odie de verdad o es sencillamente un psicópata. Su hermana le corrige siempre. Le dice, “no hace gracia”, con voz aguda y cierto desprecio, pero sí la hace, al menos sus padres nos reímos. De momento, son ellos los que nos están dando fuerzas a nosotros, porque la ansiedad es grande. ¿Qué vamos hacer el día cinco, o el día diez, o el día quince? ¿Se acabará el día quince? ¿Por qué nadie nos contesta a nuestras preguntas? ¿Por qué nadie nos dice algo que nos dé ganas de aprender alemán? Ahora tenemos tiempo.

Creo que la naturaleza es sabia. Primero pone nerviosos a los padres para que encuentren antes formas con las que combatirlo y a partir de aquí, cuando sean los niños los que se pongan nerviosos, nosotros ya tendremos experiencia y podremos lidiar con el desastre con mejor humor. Sí, los padres podemos anticipar lo que vendrá, tenemos una imaginación de corto alcance que nos hace ver con nitidez catorce días así, encerrados. Los niños no, los niños no tienen imaginación de corto alcance, sólo de largo alcance, por lo que no tienen ni idea de tiempo y expectativas. La mayoría no sabe ni qué significa ayer o mañana. Esto es una ventaja. ¿Otra ventaja? Que la tele funciona, así que podría ser peor, podría ser 1878.

Los chats de padres están que arden. Todos nos damos fuerzas unos a otros. “Lo superaremos”, “Somos más fuertes que cualquier virus” , “Día a día”, decimos, así que desplazamos nuestra ansiedad al momento en que ya haya pasado el encierro. Otra vez la imaginación de corto alcance. No sirve de nada en estos momentos para sentirte mejor. Envían, eso sí, 70 cosas que hacer con niños en casa y por las fotos que envían después parece que quieren hacer las 70 cosas cada día. Es increíble, pero al menos el contacto, aunque sea a distancia, genera calor. No, hay que mirar lo positivo. En 1878 no había grupos de “whats up”, así que estaríamos todos histéricos.

Siguiendo una de sus recomendaciones, vamos a pintar una cartulina y colgarla en el balcón para que la gente sepa que aquí hay niños y que hemos aprendido que en momentos como éste sólo nos sirve su imaginación, la de largo alcance, la que no tiene ni idea de lo que es ayer o mañana. Así que adelante, falta un día menos.