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Las gaviotas, hambrientas, se vuelven más salvajes durante este confinamiento

Atacan a ratas y palomas al no poder abastecerse de comida en los puertos debido al encierro. En Barcelona se registran 200 incidentes al año con estas aves

Cielos nubosos, con posibles lluvias y ascenso de temperaturas
Una gaviota se posa en el balcón de un domicilio a espera de encontrar alguna presa que comerJavier EtxezarretaEFE

Las grandes ciudades portuarias han visto otro extraño cambio en su paisaje desde el inicio del confinamiento. A parte de la ausencia de gente en las calles, la reducción de ruido o los cielos más claros debido a los bajos niveles de contaminación, su fauna ha cambiado de jerarquías. Las palomas han dado paso a las gaviotas, pájaros de grandes alas y picos torvos, que cada vez se adentran más al interior de la ciudad ante un puerto que, cerrado, ha dejado de proveerle, como gran carroñero aéreo que es, de comida.

En ciudades como Roma, que llevan más de dos meses con limitaciones de movilidad, estas hermosas criaturas han demostrado ser auténticos monstruos sedientos de sangre. La imagen de estas criaturas devorando palomas y ratas se ha visto por todas las partes de la ciudad. En Barcelona, donde la visión de gaviotas ya era habitual, también se ha repetido estos comportamientos.

Normalmente, estos animales se conforman con los desechos de los bares y restaurantes de la costa que dejan sus desperdicios fuera antes de ser lanzados definitivamente y recogidos por los basureros. Desprovistos de esta forma de alimentarse, las gaviotas han recuperado su naturaleza más salvaje y se han lanzado a las calles en busca de las dos criaturas de mayor tamaño que dominan todas las grandes ciudades, las ratas y las palomas. “Han vuelto a su naturaleza depredadora”, aseguran los zoólogos y ornitólogos que estudian el comportamiento de las aves.

Su nueva escala alimentaria también incluyen golondrinas y mirlos, y por supuesto los pocos peces que encuentran en las aguas oscuras de los puertos. Los animales se ven obligados a cambiar sus hábitos a medida que nosotros cambiamos los nuestros. Las ratas, que estos días caminan más a sus anchas, son el objetivo preferido de estas aves, a las que atacan desde las alturas a gran velocidad y al no estar acostumbrados a este tipo de ataques, caen en la rápida acción de las gaviotas.

Hasta ahora, las gaviotas habían sido vistas alimentándose de ratas y palomas si éstas ya estaban muertas, demostrando su carácter carroñero desarrollado desde su interacción con los seres humanos. El tráfico y movimiento de los hombres en las grandes ciudades las asustaban lo suficiente para no arriesgarse a aventuras más violentas. Ahora no hay restricciones y su búsqueda de presas vivas es constante. No hay, de momento, noticias de ningún ataque violento de gaviotas a humanos en las grandes ciudades durante este confinamiento, así que con el lento proceso de desconfinamiento la situación se prevé que vuelva a la normalidad. ¿La nueva normalidad? No, la vieja.

En Roma, Matteo Salvini, líder de La Liga de Italia, llegó a bromear que estas gaviotas parecen “pterodáctilos”, los dinosaurios voladores que aterrorizaban a los turistas de “Jurassic World”. “Lo único que nos falta en la ciudad es una plaga de langostas”, señaló en su usual ataque al gobierno de la ciudad.

En Barcelona, se registran más de 200 incidentes violentos protagonizados por gaviotas. En 2018, una mujer de 61 años fue atacada por cuatro gaviotas en una terraza de la esquina entre Paseo de Gracia y Mallorca, causándole decenas de picotazos en las piernas. Lo más natural es que el ataque se produjera al entender las aves que se había puesto en riesgo sus huevos. El problema de dónde sitúan sus nidos es lo que más preocupa a las autoridades municipales.