Cataluña

Celos, pasión y cuernos en la Costa Brava: cuando Sinatra visitó a Ava Gardner

Se cumplen setenta años del viaje del cantante a Tossa de Mar donde descubrió que la actriz le había sido infiel

Ava Gardner y Frank Sinatra, en Tossa de Mar, en 1950Arc
Ava Gardner y Frank Sinatra, en Tossa de Mar, en 1950ArcArchivo

Hace setenta años, en la Costa Brava tuvo lugar un terremoto de grandes proporciones. ¿La causa? Dos ciclones capaces de arrasar ahí por donde pasaban se encontraron o, quizás, chocaron en la tranquila costa catalana. Hablamos de Ava Gardner y de Frank Sinatra, cuya fama a nivel internacional era perfectamente comparable a su carácter excesivo, extremadamente pasional. En la apacible costa mediterránea, estos dos seres se reencontraban tras pasar algún tiempo separados por el rodaje de una película, escribiendo así uno de los capítulos más jugosos de la historia de amores y desencuentros del mundo del cine.

Era un once de mayo de hace siete décadas cuando Frank Sinatra aterrizaba en Barcelona para reunirse con su pareja Ava Gardner, que en aquel momento era la protagonista de una película titulada “Pandora y el holandés errante” y que se estaba rodando en Tossa de Mar. Allí, en esta pequeña localidad se instaló medio Hollywood, pero, entre tanto americano, también estaba él, Mario Cabré, un torero que se estrenaba en la gran pantalla. La llegada de Sinatra fue el inicio de un lío espectacular que alimentó a revistas y periódicos durante numerosas semanas.

En mayo de 1950, Sinatra no pasaba uno de sus mejores momentos a nivel profesional. Sus discos no se vendían como antes, en parte como consecuencia de la crisis que vivía la industria. El 26 de abril se había enfrentado a una de sus peores pesadillas: durante una actuación en el célebre Copacabana de Nueva York, perdió la voz y esto le obligó a cancelar durante dos días sus conciertos. Pero si creen que las cosas no podían ir peor, se equivocan porque en esos días vio como su contrato como actor para MGM era cancelado. Y no hay que sorprenderse. La culpa de dicha cancelación la tuvo, de hecho, el propio Sinatra que había hecho unos desafortunados comentarios sobre el todopoderoso Louis B. Mayer, el presidente del estudio. Y por si fuera poco, su relación con MCA, la agencia que lo representaba, se había deteriorado. Sí, Sinatra estaba tocando fondo y no sabía cómo salir de ahí.

Desde un punto de vista personal, el cantante había dejado a su esposa y madre de sus tres hijos, por Ava Gardner, una de las actrices más deseadas de todos los tiempos. A los oídos del cantante, que no había titubeado a la hora de dejarlo absolutamente por su amante, llegaron los rumores de que su amada Ava podría estar viviendo una aventura con uno de los protagonistas de la película que ella estaba rodando en la remota Tossa de Mar. Antes de viajar, trató de todas las maneras contactar con la actriz, por carta y por teléfono. Fue inútil. Como apunta Lee Server, el biógrafo de Ava, en aquel momento “la telecomunicación de larga distancia en Cataluña todavía era en el mejor de los casos errática. En ocasiones eran necesarias horas de asistencia transatlántica para que la operadora solamente pudiera decir otra vez que la línea se había caído o que no había respuesta”. Cuando se podía realizar la conexión la voz al otro lado de la línea resultaba “débil o un eco roto”.

Así que no se lo pensó dos veces y cogió un avión dejando en Estados Unidos varios problemas sin resolver. James Kaplan, el mejor especialista en Sinatra, explica en su monumental biografía que el cantante llevaba con él varios regalos para Ava. La actriz le había asegurado que echaba de menos sus chicles y su refresco, por lo que en el equipaje iba un paquete de Wrigley’s Spearmint y seis cajas de Coca-Cola. Pero había algo más: un collar de esmeralda y diamantes valorado en 10.000 dólares. Sinatra quería reconquistar al amor de su vida y ella tenía algunos admiradores en la Costa Brava que despertaban los celos del cantante.

El que se esforzó más en demostrar su admiración fue un torero llamado Mario Cabré, que si bien no fue uno de los grandes diestros de su tiempo, si fue uno de los más singulares al dedicarse tanto a la interpretación como a la poesía. Cuando Ava Gardner publicó al final de su vida, dijo que toda su historia con el torero había sido un error, que nunca debía haberse acostado con Cabré. Pero, ¿verdaderamente lo creía? Para contestar a esta pregunta tenemos que retrotraernos a esos últimos y trágicos años de la actriz: su situación económica no era muy buena como tampoco lo era su saludo. Su fiel Sinatra la ayudaba económicamente y ella se sentía en deuda por ello, tan en deuda que decidió que era mejor dar una versión algo modificada de los hechos para así no hacerle daño a Sinatra. Para ese libro, Ava empleó varios negros literarios, uno de ellos fue el escritor Peter Evans que finalmente fue despedido del proyecto. Evans, ya muerta la actriz, recogió las notas de aquellas conversaciones para la autobiografía y las publicó. Allí encontramos a una Ava más sincera, que admite que su verdadero error fue “explicarle a Frank lo que pasó”. Él “siempre me hablaba de los chicos con los que sospechaba que yo me acostaba”, recuerda la actriz en aquellas notas para luego confesar: “Me acosté con Mario una vez. Era un diablo guapo. Fue solo una noche”. Ante esta declaración, Evans, algo dudoso insistió, ¿había sido solo una noche? “Para este libro lo fue, cariño”, replicó sin sonreír Ava para luego añadir: “estaba borracha. Él era guapo. Fue un terrible error”. El “error” fue doble: la relación con Cabré y confesarlo todo a Sinatra, que, recordaría años después Ava, “quiso matar a ese pobre bastardo”, tras saber de los hechos.

Cuando Sinatra aterrizó en Barcelona, el 11 de mayo, se dirigió inmediatamente a Tossa para saber si los rumores eran ciertos. No tardó en descubrir la verdad al llegar a la zona del rodaje donde el personal de la película trató de distraerlo mientras hacían tiempo para que la actriz y el torero aparecieran. Ava se arrepintió de todo aquello, especialmente, como explica en sus memorias, cuando vio la obsesión de Cabré hacia ella y que el poemario plasmó en un libro de poemas titulado “Diario poético a Ava Gardner” que publicó ese mismo año la editorial Cobalto, el sello creado por Rafael Santos Torroella.

Sinatra aguantó en Tossa hasta el fin de semana, ese viaje había sido un error, reconocería tiempo después. Unos días más tarde de su estancia en la Costa Brava, el periodista Earl Wilson contactó con el cantante que se escondía en un cabaré parisino, el Café Lidó, para saber qué había pasado en Tossa. Un galán como Frank Sinatra nunca reconocería una infidelidad, así que a gritos, por aquello de los problemas telefónicos, le soltó a Wilson “ese torero no significa nada para ella. ¡NADA! La chica está muy molesta porque no ha tenido nada con ese tipo”.