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¿Era Elvis Presley racista?

Mary J. Blige se negó a cantar sus canciones, Public Enemy lo denunció en "Fight the Power" y existe la duda de si robó el rock de los músicos negros o abrió las puertas a Little Richard, Chuck Berry y compañía

El rey del "rock and roll", Elvis Presley, durante el concierto "Aloha from Hawaii"
El rey del "rock and roll", Elvis Presley, durante el concierto "Aloha from Hawaii"larazon

En 1957, en la cúspide de Elvis Presley como icono global, proclamado por la prensa como rey del rock, en la comunidad negra se inició un rumor sobre la hipocresía y doble moral del cantante. Según aseguraban muchos, en una entrevista había asegurado que: “Lo único que pueden hacer los negros por mí es comprar mis discos y limpiarme los zapatos”. La indignación hacia su figura creció. Algunos decían que se lo habían oído decir en un programa de radio en Boston. Otros afirmaban que se lo había dicho al periodista Edward R. Murrow en su programa de televisión “Person tu person”. Pero nadie encontró nunca una grabación.

¿Aquello era una “fake news”? Lo cierto era que el artista ni había estado en Boston ni había participado en ningún programa deEdward R. Murrow. Entonces, ¿de dónde salía aquel bulo? Una frase, sólo se necesitó una frase para que la idea de que Elvis era racista calara en el imaginario colectivo y su coletilla durara durante años. En 2007, cuando se cumplían 30 años de la muerte de Elvis, la cantante Mary J. Blidge se negó a cantaar una de sus canciones en un acto de homenaje. “He rezado mucho sobre el tema, porque sé que Elvis era un racista”, aseguró.

La idea de Elvis como racista ya se dejó ver unos años antes en la célebre canción de Public Enemy “Fight the power”, que fue la carta de presentación de “Haz lo que debas”, de Spike Lee. En ella Chuck D aseguraba que: “Elvis era un héroe para la mayoría, pero para mí nunca significó una mierda, era un capullo racista, así de simple, era un bastardo él y John Wayne, porque soy negro y estor orgulloso”. Al menos Wayne sí está documentado que era un racista.

Lo cierto es que Elvis nunca ocultó lo mucho que debía a la música negra y ya desde pequeño asistía a las misas negras y cantaba sus himnos gospel. En una entrevista llegó a asegurar que él no intentaba cantar como nadie, pero que se lo debía todo al rythm and blues negro: “Aceptémoslo, nadie puede cantar este estilo como las personas de color. Yo no puede cantarlo como lo hace Fats Domino, eso lo sé perfectamente”, señaló.

¿Había cierta condescendencia y paternalismo en la forma en que hablaba de los cantantes negros? Elvis aseguró que empezó copiando por completo a otro de los iconos del blues negro de los 40 y 50, Arthur Cudrup, músico fundamental para entender el primer disco de Elvis. “Solía decirme que si llegaba a su altura sobre un escenario, sería un músico como nunca nadie había visto”.

Esta frase esconde la clave del posible racismo de Elvis, significado en su conocimiento del racismo sistémico donde estaba fundamentada toda su carrera. Si llegaba a la altura de Cudrup, un músico negro, lllegaría a ser un músico como nadie había visto nunca. Es decir, sabía que la música negra estaba limitada a ciertos circuitos de raza, así que apropiándose de ella, podía convertirse en un músico que para la gente blanca sería único y especial. De buenas a primeras Elvis sabía que el racismo le convertiría en un artista único, ya que sólo tenía que copiar a la música negra para ser único.

Sin embargo, Elvis también abrió las puertas de esa música negra. Nunca escondió sus influencias, siempre las reverenció, siempre estaba allí para apoyar a diferentes músicos, ya fueran B.B. King o Rufus Thomas. Artistas como Little Richard, Chuck Berry o Fats Domino siempre le agradecieron que abriese las puertas y les acercase el público blanco, que formaba la mayoría, y al menos en la música la cultura negra tuviese sus espacios de representación. Eso sí, la segregación continuaba y en muchos estados no podían tocar todavía en diferentes equipamientos o al menos el público no podía estar mezclado.

Chuck D llegaría a matizar después su letra en “Fight the power” asegurando que el hecho de haber convertido a Elvis en el rey del rock, cuando su reinado se servía de la apropiación de la música negra, no era más que una forma de defender el imperialismo y el dominio blanco del mundo y que por tanto Elvis era un totem de toda la opresión, así como del racismo sistémico de la sociedad americana. El jazzman Winston Marsalis lo verbalizó mejor en los 90 al decir: “Lo que hizo que el éxito de Elvis fuese por lo menos sin gusto es que aquí teníamos un montón de gente negra que, según él reconocía, lo hacían mejor que él, pero que no eran aceptados por el color de su piel?”

La música está llena de ese racismo velado y sistémico, como el estallido histérico y racista que sufrió Eric Clapton en directo en 1976 en un concierto en BIrghmingham, asegurando que los árabes, los negros y los jamaicanos no tenían derecho a estar en Inglaterra. Lo dijo borracho. Lo que no dijo borracho fue su excusa: “Tengo un montón de amigos negros, hasta una novia negra”. Aquí estaba el esclavista asegurando que no era racista porque trataba muy bien a sus esclavos, que no se podían quejar de nada. Si la primera explosión de ira era disculpable por las circunstancias, la segunda era absolutamente asquerosa.

En realidad, el racismo es tan sistémico, está tan urdido en la psique del acomodado hombre blanco, que hasta iconos hippie como The Beatles o The Rolling Stones no pueden dejar escapar frases al respecto. Y eso que a Jagger no dejaban de insultarle de pequeño con la palabra despectiva “nigger” porque tenía la nariz chafada y los labios gruesos, rasgos distintivos de la raza negra. Su gran colofón racista se lo llevó la canción “Brown sugar”. Por no hablar de Led Zeppellin, en donde Robert Plant hace una versión vocal del “blackface” imitando a los viejos cantantes de blues. Y Guns n’ Roses hace tiempo que reconocieron el racismo y homofobia detrás de “One in a million” y lo sacaron de las reediciones del disco “Guns n’Lies”.

Claro que, ¿hacer referencia a la raza siempre tiene connotaciones racistas si lo hace un músico blanco? Evidentemente que sí. La polémica surgió hace unos días con la inclusión de “China girl”, de David Bowie, en los programas aniversario de los 50 años del festival. Muchos decían que era racista, otros decían que no. Pero omitir que es una canción que enfatiza la obsesión del cantante con una asiática por la única razón de ser asiática es querer blanquear la figura de Bowie. La canción trata de un hombre que se siente como Marlon Brando por su enfatuación con una china y aunque lo quiere evitar, es ella quien le seduce. Un hombre blanco que no sólo se quita la culpa de su evidente racismo, sino que además se lo coloca a la mujer china. ¿Era Bowie racista? Evidentemente que no. ¿Esta canción lo era? Evidentemente que sí. La música pop está por completo contaminada de racismo. ¿Hay que depurarla? No, pero al menos no hay que negarlo.