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Buckingham-Nicks, 50 años de una historia de amor que nunca pudo ser

Los célebres miembros de Fleetwood Mac vivieron juntos apenas cinco años, pero sus encuentros, desencuentros, rencores y lamentos han marcado la historia de la música pop desde 1970

Stevie Nicks y Lindsey Buckingham en 1973, en la portada de su disco homónimo
Stevie Nicks y Lindsey Buckingham en 1973, en la portada de su disco homónimoLa RazónArchivo

Si la historia del rock cuenta con grandes historias, ninguna tan grande como la historia de amor entre dos de los mejores compositores pop de la historia, Lindsey Buckingham y Stevie Nicks. En realidad, serían la pareja de compositores más exitosa de todos los tiempos si no fuera por un pequeño detalle, su relación apenas duró un suspiro. Eso sí, el suficiente para vivir para el resto de sus días tanto del amor como del odio y rencor que esos pocos años provocaron.

La pareja se conoció en 1966, cuando él tenía 16 años y ella 17. Estaban en una fiesta y Buckingham empezó a tocar “California Dreamin’”, la canción de The Mamas and the Papas. Nicks quedó hechizada por aquel extraño guitarrista y sin que se conocieran, se acercó y empezó a cantar. “Empecé a hacer mi imitación de Michelle WIlliams”, recordaria ella. Y sin embargo, se perdieron la pista, hasta que dos años después la banda de Buckingham de entonces, “The Fritz”, necesitaba una cantante. El guitarrista se acordó de aquella pequeña y salvaje chica que un día se puso a cantar con él sin conocerle y consiguió localizarla. “Nos conocimos musicalmente mucho antes de que lo hiciéramos en el sentido bíblico”, recuerda Buckingham.

Empezaron a tocar juntos, todavía sin ser pareja, y consiguieron telonear a grupos de San Francisco y a mitos como Janis Joplin o Jimi Hendrix. Sin embargo, la frustración crecía al no conseguir que nadie quisiese grabarles un disco. Estaba claro que los dos con más potencial de la banda eran ellos dos y pronto empezaron a crear un pequeño núcleo aparte de la banda. Y después de un tiempo de tocar y componer juntos, se afianzaron como pareja artística, mucho antes que como una romántica. Hasta que ya fue demasiado tarde. El primer arco de la historia de amor se había cubierto.

Así comenzaron su abrupta y tierna historia de amor, a partir de un fracaso. No era una buena señal. Tanto daba, ellos ambicionaban el mundo y se mudaron a Los Ángeles iniciándose como el dúo folk Buckingham/Nicks. “Siempre hubo algo entre nosotros, pero nadie de la banda quería que yo fuese la novia de Lindsey. En realidad, cualquiera que se acercaba a mí, era apartado enseguida. No me tomaban en serio, sólo me veían como la vocalista”, comentó Nicks.

De esta forma, a principios de 1970 se fueron a vivir juntos e iniciaron vida en pareja. Fueron años difíciles, en que Nicks buscaba trabajos matutinos para que Lindsey pudiese tocar y componer, otro claro ejemplo del machismo de entonces. Consiguieron por fin grabar un disco para Polydor en 1973, “Buckingham/Nicks”, pero fue un fracaso y estaban a punto de tirar la toalla. Nicks incluso habló con su madre para volver a casa y regresar a los estudios. Por suerte no lo hizo. Fleetwood Mac se cruzó antes en su camino. “Estaba cansada de ser pobre y miserable. Cuando nuestro disco fracasó, caímos en una fuerte depresión”, reflexiona Nicks.

En la noche vieja de 1974, Mic Fleetwood pedía a Lindsey Buckingham que fuera su nuevo guitarrista. Había escuchado una grabación de “Frozen love”, uno de los temas de su disco y su solo de guitarra le entusiasmó. Buckingham lo tenía claro, sólo aceptaría si Stevie Nicks también se unía a la banda. Fleetwood aceptó, a pesar de ser reticente en un principio. “Buckingham no quería unirse en un principio, decía que eso comprometería su integridad como solista, pero yo le convencí que era nuestra oportunidad. Había cocinado para él, le había hecho la colada, le cuidé lo mejor que pude. Vivimos seis años juntos y es lo más cercano a un matrimonio que voy a tener nunca”, señalaba Nicks en 1997.

 

Empezaron a tocar como Fleetwood Mac y el éxito fue escandaloso. Se convirtieron en la banda más grande del planeta de la noche a la mañana. Un mes antes, le habían propuesto tocar en un restaurante de carne a la parrilla y ahora tocaban para 25.000 personas cada noche. El primer disco de la nueva formación, “Fleetwood Mac”, de 1975 vendió más de diez millones de discos y Nicks se destapó como una gran compositora con éxitos como “Rihannon” o “Landslide”.

La vida dio un giro tan grande que ninguno de los dos soportó bien el cambio. Nicks sentía cierto recelo de Buckingham, porque había tenido que cumplir el rol de madre cuando no tenían un duro, y Buckingham sentía que Nicks le debía la vida por haberle permitido entrar en Fleetwood Mac, la razón por la que ahora parecía haber conseguido la adoración del público, siempre un poco más frío con el guitarrista. “Stevie y yo, incluso cuando éramos amantes, nunca fuimos muy buenos amigos. Éramos demasiado competitivos, excelentes amantes, pero competidores, como si uno de los dos tuviese que ser el único músico”, afirmó Buckingham.

Cuando Nicks vio que Buckingham estaba componiendo con Christine McVie la canción “World turning”, y encima la cantaban juntos, algo que ellos nunca habían hecho, aquello la enfureció. Volvió a sentirse la guapa vocalista de The Fritz a la que nadie toma en serio. “Tantos años con él y nunca habíamos compuesto una canción juntos”, se quejó Nicks. Cuando se inició la grabación de su siguiente disco, “Rumors”, aquello se convirtió en un campo de batalla.

Christine McVie y Buckingham se escondían en una habitación cuando veían que se acercaban Nicks y John, el marido de McVie y bajista de la banda cuando estaba claro que tenían ganas de discutir. Además, estaban las drogas, los compromisos, el plan de conciertos, el requerimiento de los fans, más drogas. “Es lo más duro que he hecho en mi vida. Estar en Fleetwood Mac era como estar en el ejército”, aseguraría Nicks.

La falta de comunicación era tan evidente que empezaron a comunicarse a través de canciones. Buckingham lo hacía de forma directa, furiosa, resentida, como “Go your own way” en que le grita a Nicks que ya puede irse a otro lado. Mientras, Nicks es más conciliadora, lírica, diciendo que no se puede manchar lo que han vivido por el desprecio que se sienten ahora en “Dreams” o cuando explica lo exhausta que está de esta relación y este tipo de vida en “Gold Dust Woman”.

“Lindsey siempre culpó al éxito de Fleetwood Mac el fin de nuestra relación”, diría Nicks, que luego aseguraría que durante los seis años que vivió con Buckingham éste a veces fue cruel y abusivo o, lo que es lo mismo, no culpaba al éxito de Fleetwood Mac el fin de su relación, sino al éxito de la propia Stevie Nicks. “Si no hubiésemos entrado en la banda hubiésemos haciendo música juntos y nos hubiéramos casado y tenido algún hijo. Está claro que nuestra vida hubiese sido diferente”, explica Nicks.

 

Aquí se acaba la relación. Es Nicks quien da el paso y asegura que no puede seguir así. Él no lo aceptará, pero de forma irracional, ya que sabe que su relación ha llegado a un callejón sin salida. Después de la grabación del disco la pareja ya se ha roto definitivamente. Nicks, entonces, tendrá un breve romance con Mick Fleetwood, que tendrán que ocultar porque sinó saben que Buckingham se volverá loco. No tienen mucho éxito a la hora de ocultarlo, a pesar de que apenas duran un mes juntos.

La herida se ha abierto un poco más y las tensiones internas de la banda son tan grandes que ni las grandes cantidades de droga que utilizan para sedar cualquier sensación y sentimiento son útiles. “En el avión, otra vez, el viejo Lindsey comportándose como un capullo. Estoy llegando a la conclusión que llegamos a un final amargo. Es tan triste ver un amor hermoso convertirse en un veneno”, escribirá Nicks.

En 1979, cuando regresan al estudio de grabación, las dinámicas han cambiado. Buckingham toma la voz cantante y quiere hacer un disco más experimental. Será el incomprendido “Tusk”, en el que intentará minimizar al máximo la intervención de Nicks, que ya empieza a gozar de una fructífera carrera en solitario, algo que Buckingham no ha conseguido.

El rencor y los celos van de un lado a otro. “Me sentí sólo durante una temporada. Me daba auténtico miedo estar solo. Pero poco a poco comprendí que era la única forma de conocerme a mí mismo. La verdad es que es un milagro que duráramos lo que duramos”, dice Buckingham.

Los años 80 fueron años donde era casi imposible verlos en la misma habitación. Ella abandonará a la banda en “Tango in the night” y él lo hará antes en la gira de “The mirage”. Odian el éxito que tiene el otro y le culpa de todos los males que le ocurren. Y sin embargo, no pueden alejarse el uno del otro demasiado tiempo, como si necesitasen que esa historia de amor tuviese un final trágico. No quieren ser la mejor banda de pop rock del mundo, quieren ser una ópera.

Poco a poco conseguirán que el odio y el rencor cedan y entre el cariño. Cuando, en los 90, vuelven a resurgir después de que Bill Clinton utilice una de sus canciones en su campaña presidencial, volverán a ir de gira juntos y empezar a respetarse el uno al otro. De vez en cuando todavía se echan el cara el fracaso de sus vidas, pero sobre todo Buckingham empieza a sentirse más cómodo consigo mismo y deja de estar a la defensiva. El guitarrista se casa y tiene tres hijos, lo que le da otra perspectiva de las cosas, y aún así, todavía se nota una tristeza al hablar de su relación con Nicks.

En 2005 compone una canción que parece poner un definitivo epitafio a sus hostilidades, como si por fin hubiese superado el fin de la relación. Buckingham compone una de las más bellas canciones de despedida de la historia. Se titula, como no puede ser de otra forma, “Say goodbye” e invita a Stevie a cantarla con él, lo que ella apenas puede hacerlo sin llorar. “Y el precio que pagamos, por un amor que no pudimos retener. Te dejé escapar. No había nada que pudiese hacer. Eso fue hace tanto tiempo, sí. Aun así, a menudo todavía pienso en ti”

 

Pero no hay final del todo para esta pareja, que reconoce que nunca podrán vivir sin cierto recelo, pero que nunca podrán separarse por mucho tiempo. En 2018, por ejemplo, Buckingham fue echado de Fleetwood Mac por negarse a ir de nuevo de gira, como quería Nicks. El peso de una historia de amor, como se ve, a veces es imposible de levantar. “Tu me dijiste adiós a mí, y ahora te digo adiós a ti”, escribía Buckingham.