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«Los niños han de sacrificar el parque de la tarde para que las medidas anticovid en las escuelas funcionen»

Las guarderías arrancan un curso escolar marcado por el coronavirus. Las matrículas en los centros privados bajan hasta un 60% por la pandemia

Comienzo del curso en guarderías privadas
Alumnos y profesores en una escuela en MadridDavid FernándezEFE

La covid ha implantado en las guarderías catalanas una costumbre muy nórdica: descalzarse antes de entrar en el recinto escolar. Los alumnos noruegos, por ejemplo, dejan los zapatos fuera del aula para que las clases no se conviertan en un barrizal cuando la nieve, que se abraza a las suelas, se deshace. Siguiendo la misma lógica, las guarderías catalanas han importado este curso la moda de descalzarse para evitar que los virus se cuelen en el recinto a través del calzado. Es una medida más de las muchas que ayer estrenaron los centros de educación infantil de 0 a 3 años, los primeros en arrancar un curso que estará marcado por la pandemia. Mientras escuelas e institutos ultiman protocolos y ponen a prueba la paciencia de padres y alumnos, que aún no saben a qué clase irán, las guarderías ya están en marcha.

Los expertos dicen que estas semanas serán claves. En vista de si los protocolos funcionan, se cambiarán o se consolidarán las medidas. Para garantizar entornos seguros, los tres principios de prevención son limitar los contactos; la higiene de manos, y desinfección y ventilación.

El primer día de clase de Tomás

«El primer día de clase de Tomás ha sido un éxito», cuenta su madre, Carlota. «Los padres estábamos bien informados y hemos ido tranquilos», explica. Tomás, que a punto de cumplir los dos años hace P1, tenía hora de entrada entre las 8.45 y las 9.00 horas. Había que ser puntual, porque a las 9.00 horas es el turno de los de P2. Las entradas son escalonadas y los grupos no se mezclan. Al llegar, han cambiado zapatos por zapatillas, les han tomado la temperatura y se han lavado las manos. El primer día han dejado entrar a un padre de P1 con mascarilla. Hoy, los padres se quedarán fuera y un profesor, hay dos por cada grupo, acompañará a los niños a su clase. Cada grupo tiene un patio asignado y las comidas se hacen en el aula.

La guardería de Tomás, «Els Piolets», estrena ubicación en el colegio Jesús María, en Sant Gervasi. Antes estaban en el El Putxet, pero se les acabó en contrato. Con el nuevo espacio ganan dos pisos, uno para P1 y otro para P2, así los niños no se cruzan.

Al salir de clase, a casa

La portavoz de la Asociación Catalana de Guarderías, Mireia Català, pide a las familias que sacrifiquen el parque a la salida de clase para que todo este esfuerzo por mantener la distancia entre grupos no sea en balde. Català representa a 678 guarderías privadas de Cataluña que dan un servicio social a 30.000 familias. Muchas se juegan su futuro. En marzo, cuando cerraron, dejaron de cobrar cuotas. A diferencia de las guarderías públicas no han recibido ayudas hasta ahora, con el agravante de que las matrículas han bajado entre un 40 y un 60% y de que han tenido que invertir de su bolsillo para adaptarse al nuevo escenario. Desde esta semana pueden solicitar las ayudas del plan de rescate. Català teme que como la Generalitat tiene seis meses para efectuar los pagos, «algunas no aguanten».

El primer día de clase de Mateo

En la guardería de Mateo, en Nou Barris, han arrancado con más niños que en julio, pero menos que hace un año. Los zapatos también se quedan fuera y se va en calcetines. Entran en dos turnos y se toma la temperatura. “Mateo ha dado 35,5″, explica Marcos, su padre. Los juguetes de tela han desaparecido, ahora todos son de madera o plástico, “más fáciles de desinfectar”, explican. En esta guardería, la única diferencia es que si un niño es positivo, se aísla con su familia, pero no al grupo. Tras repasar estudios y publicaciones científicas, consideran que el contagio de los niños con estas medidas de seguridad es «ínfimo».

En la guardería de Català, “Llar d’Infants Gegants”, en el barrio de la Zona Franca de Barcelona, en caso de positivo, igual que en “Els Piolets”, se pone en cuarentena a todo el grupo. Català agradece que se les haya dado un protocolo claro. Las ratios en P0 son ahora de ocho niños, en P1 son de doce niños y en P2 son de 20 niños, igual que en Primaria. Català cuenta que el primer día de clase en su centro “ha ido fantástico”. “Los niños tenían muchas ganas de verse”, dice. Defiende que para los niños la prioridad es volver al colegio porque es muy importante que mantengan el contacto con los compañeros. Para facilitar el inicio de curso, en su centro, los niños que ya han ido alguna vez a la escuela empezaron ayer. Tendrán tres días para adaptarse. Las familias se quedan fuera del recinto y se encargan de ellos las profesoras. A partir del viernes, empezarán clase los alumnos nuevos. Català confía en que los antiguos alumnos se adapten para que el viernes las profesoras puedan dedicarse a los niños que van a la escuela infantil por primera vez.

Transmitir seguridad a los niños

El psicólogo y profesor de la Universitat Oberta de Catalunya, José Ramón Ubieto, añade que entre los 0 y los 6 años, los adultos deben transmitir seguridad. Como los padres y los profesores son sus referentes, hay que transmitir tranquilidad, cuidar el tono de voz, el estado de ánimo o las palabras son detalles que importan. El miedo si no se gestiona bien, puede tener consecuencias a largo plazo”, explica. Como el virus no va a desaparecer a corto plazo, aconseja aparcar la incertidumbre y la angustia y aprender a convivir con un microbio que aunque no se ve, ha logrado hacerse omnipresente.