Salud
El último obstáculo de la vacuna contra la COVID-19: crece el temor a vacunarse
Una encuesta publicada en la revista “Nature Medicine” alerta de que la nueva vacuna suscita dudas entre el 25% de los españoles
Hace apenas cuatro días, el ministro de Sanidad, Salvador Illa, avisaba de que sería muy contundente contra los antivacunas. Comparó a los antivacunas con los terraplanistas y zanjó el debate con una contundente afirmación: “las vacunas salvan vidas”. Pero la velocidad con la que se están desarrollando una fórmula para vacunar contra la COVID-19 genera dudas entre parte considerable de la población mundial. Lo alerta un estudio que publica hoy la revista “Nature Medicine” y en el que han participados investigadores del Instituto de Salud Global de Barcelona (ISGlobal), centro impulsado por la Fundación “la Caixa”, la City University of New York Graduate School of Public Health (CUNY SPH), el Vaccine Confidence Project de la London School of Hygiene and Tropical Medicine (LSHTM) y la Georgetown University Law School. A partir de la encuesta COVID-SCORE, con datos de más de 13.400 personas de un grupo de 19 países fuertemente afectados por el nuevo coronavirus, entre ellos España, los investigadores han visto que alrededor de un 30% sería reacio a vacunarse contra la COVID-19. Concretamente, un 14% se negaría y otro 14% muestra dudas. El 72% restante aceptaría vacunarse.
China, el país que más confía en la futura vacuna
China es el país que más confía en la futura vacuna y Polonia y Rusia los que menos. A la pregunta de si recibirían una vacuna probada, segura y eficaz contra la covid, el 87% de los participantes chinos respondió que “sí”, sólo un 0,7% dijo que “no”. En cambio, Polonia registró el mayor número de respuestas negativas, un 27%, y Rusia la proporción más baja de respuestas afirmativas, un 55%. En España, un 74% está abierto a vacunarse contra la covid, mientras que un 13% se muestra reacio y un 12% tiene dudas.
Las personas más mayores más abiertas a vacunarse que los jóvenes
La aceptación de la vacuna varía según al edad. Las personas de mayor edad son más proclives a vacunarse y los jóvenes menores de 22 años, los más reticentes. El salario y el nivel educativo también influye. Las personas que cobran más de 32 dólares al día están más abiertas a vacunarse que las que ingresan menos de dos dólares al día. A los investigadores les llama la curiosidad que el hecho de tener un familiar que haya enfermado o de haber pasado la COVID-19 no influye en la respuesta.
Para Scott C. Ratzan, coautor del estudio e investigador de la CUNY SPH, alerta de que “será una tragedia desarrollar una vacuna segura y eficaz contra la COVID-19 y que las personas no se vacunen”. Hace una llamamiento a “abordar las dudas sobre las vacunas de forma contundente y sostenida para restaurar la confianza de las personas en la inmunización para ellos mismos, para sus familiares y para la comunidad”. A Ratzan le preocupa que los resultados de su estudio coinciden con las recientes encuestas que se han hecho en los Estados Unidos y que advierten de una menor confianza del público en una vacuna contra la COVID-19.
La carrera por la vacuna: de 10 años a 18 meses
Actualmente, hay cerca de 90 candidatas a vacunas contra la covid: ocho vacunas en fase III y 5 en fase II. Rafael Vilasanjuan, director del departamento de Análisis y Desarrollo Global del ISGlobal y miembro de GAVI (The Vaccine Alliance), explica que un 50% de los proyectos que llegan a la fase III acaban aprobándose, así que en 2021, es probable que haya 2 o 3 vacunas. Para explicar cómo se está logrando una vacuna tan rápido, una cuestión que genera dudas a la población, a Vilasanjuan le gusta explicar que la investigación de las enfermedades infecciosas iba por carreteras secundarias y ahora está en la Fórmula 1. Jamás había habido tantos científicos y tanto dinero para desarrollar una vacuna. Además de disponer de más recursos, será posible tener una vacuna en poco más de 18 meses -lo habitual sería tardar 10 años-, acortando procesos o fusionando las fases II y III de los ensayos. También hay farmacéuticas y países que han apostado a caballo ganador antes de que éste cruce la meta. Han creado plantas de producción antes de tener la vacuna. En Estados Unidos a esta apuesta se la llama “Warp Seed”. Es una inversión arriesgada porque todavía no saben si la vacuna para la que se han preparado para producir se aprobará.
Dudas sobre la seguridad para una vacuna desarrollada en tiempo récord
Sobre si será segura o no, la seguridad deberá estar documentada, aunque se están reduciendo los plazos para considerar una vacuna segura. Para una vacuna nueva este tiempo puede ir de 2 a 3 años. Pero la nueva vacuna se aprovecha de mucha investigación que se aprobó para la elaboración de vacunas para el SARS -algunos proyectos son derivados de este-. Otra cosa es la es la eficacia. Lo habitual es pedir una eficacia de un 60-70% a una vacuna, pero debido al contexto de emergencia se dará por buena una efectividad del 50%.
Para Ayman El Mohandes, decano de la CUNY SPH y coautor del estudio, “es necesario aumentar la confianza en las vacunas, así como la comprensión de cómo pueden ayudar a controlar la propagación del virus en nuestras familias y las comunidades donde vivimos”.
Jeffrey V. Lazarus, investigador de ISGlobal y coordinador del estudio, matiza que el problema de las dudas que generan las vacunas depende principalmente de la falta de confianza en los gobiernos. “Lo que hemos visto es que la confianza en las vacunas es mayor en los países en los que la confianza en el gobierno es más alta”, dice. De hecho, cuando se preguntó a los participantes en el estudio si “aceptaría vacunarse si si empleador lo recomendara y el gobierno aprobara una vacuna como segura y eficaz”, sólo 32% estuvo de acuerdo. China es el país con más respuestas positivas (84%) y Rusia el que sumó más respuestas negativas (41%). En España el porcentaje reacio no es desdeñable: un 35% respondió en contra y sólo un 41%, a favor.
Heide J. Larson, coautora también del estudio y directora del Vaccines Confidence Project de la LSHTM, añade que "estos resultados deberían servir como una llamada de atención a la comunidad de salud global. Si no empezamos a fomentar la alfabetización en vacunas y a restaurar la confianza de la gente en la ciencia, no podemos esperar contener esta pandemia”.
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