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Pandemia

Mª Isabel Canut: «Ha habido un gran empeoramiento del glaucoma de muchos pacientes, con pérdidas irreversibles»

Debido a la pandemia, la mitad de los pacientes no ha acudido a sus revisiones y una cuarta parte no ha completado el seguimiento postquirúrgico

La doctora María Isabel Canut Barraquer

El glaucoma es la segunda causa de ceguera en el mundo occidental. Esta patología no tiene curación, pero sí que existen tratamientos capaces defrenar su progresión, por ello es fundamental un diagnóstico precoz, ya que los daños que la enfermedad puede producir en la visión del paciente son irreversibles, así como realizar un seguimiento adecuado.

Al glaucoma se la conoce como la enfermedad silente, puesto que sus síntomas no son evidentes hasta que el afectado llega a etapas más avanzas de la enfermedad, por lo que los especialistas, aprovechando la celebración del Día Mundial del Glaucoma, que tuvo lugar el pasado 12 de marzo, hacen hincapié en la importancia de que la población, a partir de los 40 años, se someta a una revisión ocular para valorar la presión ocular y del nervio óptico con el fin de descartar la presencia del glaucoma.

En este sentido, advierten además que la pandemia ha acelerado el deterioro de casos de glaucoma en personas que ya habían sido diagnosticadas previamente, lo que en algunos casos les ha provocado una pérdida de agudez visual irrecuperable, precisamente por no acudir a las revisiones de seguimiento.

–¿Qué es el glaucoma? ?Qué prevalencia tiene?

–Es una enfermedad que provoca el deterioro del nervio óptico y es la segunda causa de ceguera en mayores de 40 años en el mundo occidental, después de las cataratas. No tiene cura y tiene una prevalencia de entre un 2% y un 3% en la raza blanca y en la negra este porcentaje asciende hasta el 8%

–¿Cuáles son sus causas? ¿Existen factores de riesgo para desarrollar glaucoma?

–En el glaucoma primario hay varios factores de riesgo como son: tener familiares de primer orden afectos de glaucoma, tener más de 40 años y tener la tensión intraocular elevada. Además, existen otros factores menos importantes como el sufrir miopía o alteraciones vasculares. En cualquier caso, hay personas que no desarrollan nunca glaucoma pese a tener factores de riesgo,

–¿Cuáles son sus síntomas y cómo se puede diagnosticar?

–Al glaucoma se le conoce como la ceguera silente porque no da sintomatología hasta etapas más avanzadas, cuando puede haber ya una pérdida de visión que es irreversible. Diagnosticar glaucoma es fácil y rápido, pero es necesario acudir al oftalmólogo. Hay que tener en cuenta que con un diagnóstico precoz se puede mantener la visión toda la vida, pero si el glaucoma se diagnostica tarde, los efectos que puede tener sobre nuestra visión son ya irreversibles, de manera que es importantísimo acudir anualmente al oftalmólogo para la pertinente revisión.

–¿Existe algún tratamiento?

–Los tratamientos que hay hoy en día están orientados a modular la presión intraocular. Hay tres tipos en base al avance de la enfermedad: el médico, el láser y el quirúrgico. El médico consiste en colirios y cuando éste no cumple la eficacia terapéutica, los parámetros de progresión no son los adecuados o cuando no es bien tolerado se recurre al láser según el tipo de glaucoma y su momento evolutivo, y al quirúrgico en los casos más evolucionados, con el que se pretende conseguir que el drenaje del ojo aumente. Además, en los últimos 5 años se ha desarrollado un arsenal terapéutico para tratar el glaucoma.

–Si tan importante es el diagnóstico precoz y seguimiento del glaucoma, ¿cómo ha afectado a las pacientes la pandemia?

–La pandemia ha afectado muy negativamente en todas las patologías crónicas y, por supuesto, al glaucoma también y de forma nefasta. Durante el 2020, la mitad de los pacientes no ha acudido a sus revisiones y una cuarta parte no ha completado el seguimiento postquirúrgico, lo cual ha supuesto un importante deterioro en muchos pacientes con consecuencias muy graves; ha habido un gran emporamiento con pérdidas irreversibles. Además, la pandemia también ha tenido consecuencias muy graves para quienes no son pacientes de glaucoma, porque se ha dejado de diagnosticar muchos casos. Hay que tener en cuenta que, en los países occidentales, no se está diagnosticando el 50% de los casos y este porcentaje ha ido en aumento en el contexto de la pandemia. Hay dos motivos que explicarían el que los pacientes no hayan acudido a sus revisiones o hayan descuidado el seguimiento de su patología: por un lado, está el miedo a exponerse al contagio al acudir a la consulta y, por el otro, la imposibilidad de visitar con normalidad. Durante los peores momentos de la pandemia se hicieron consultas virtuales, pero lo cierto es que, por ejemplo, yo no puedo tomar la tensión ocular a una paciente de forma virtual.

–El pasado 12 de marzo fue el Día Mundial del Glaucoma. ¿Qué mensaje querría lanzar a la ciudadanía aprovechando esta efeméride?

–El mensaje más importante es que nos sigue impactando que a día de hoy nos lleguen pacientes jóvenes a nuestras consultas que no saben qué es el glaucoma. Y eso es muy preocupante, porque no se puede llegar tarde en patologías con tanta repercusión en la visión del paciente, pero también en su calidad de vida. Es clave difundir información sobre esta patología porque si se detecta a tiempo se pueden evitar unos daños irreversibles en la visión de las personas, que pueden acabar desembocando incluso en ceguera.

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