Cataluña
Más sombras que luces del Govern: división por el diálogo, quinta ola y avales
Vilagrà (ERC) acusa ahora a Junts de debilitar a la propia Generalitat en la mesa de negociación por dudar de los plazos y de su viabilidad política
El Govern de Pere Aragonès ha llegado a las vacaciones apenas dos meses y medio después de iniciar su andadura política. El propio president encabezó este martes pasado la última reunión formal de todo el gabinete al completo hasta el 31 de agosto e hizo balance del curso tras la bilateral y el pacto con el Gobierno para la ampliación del aeropuerto. Y es que el Ejecutivo echó a andar a finales de mayo, con la investidura al límite del republicano y un acuerdo sobre la bocina entre Esquerra y JxCat tras acumular reproches por el rumbo del procés y el mando de la Generalitat.
Asumido el liderazgo de ERC, algunas de las áreas clave del Ejecutivo han pasado a manos de los posconvergentes –Salud o Economía– en una nueva etapa recién empezada, un «sprint» de dos meses con los indultos del «procés» como primer capítulo antes de las vacaciones, varias polémicas y una quinta ola de la pandemia que ha golpeado por sorpresa y con dureza Cataluña. Sin embargo y pese al relevo en el Palau de la Generalitat, las rencillas entre los dos socios ya se han dejado ver y prometen agudizarse en otoño, con la reanudación del curso político y la mesa de diálogo con el Gobierno de Pedro Sánchez agendada para después de la Diada.
Cisma por el diálogo
Empezando por lo que viene, la mesa de diálogo se ha convertido precisamente en el gran foco de disputa entre JxCat y Esquerra. Este domingo, la consejera de Presidencia y número dos de Pere Aragonès, Laura Vilagrà, ha acusado a los posconvergentes de debilitar la posición del Govern en la mesa de diálogo con sus reticencias sobre la negociación con el Gobierno: «No es una actitud adecuada». «Plantear que la mesa de negociación no tiene sentido cuando todavía no hemos salido ni a jugar es como si estás a punto de jugar un partido, estás en el autobús y ya dices que perderás», ha reprochado en una entrevista de Europa Press, después de que en las últimas semanas varios dirigentes de Junts hayan cargado contra el foro y hayan pedido recortar el margen de dos años de negociación con el Gobierno. En este sentido, Vilagrà ha defendido que el acuerdo entre ERC y Junts es muy claro y que da esos dos años para apostar por el diálogo: «Esta clarísima la hoja de ruta para los próximos años», por lo que ha exigido a la formación de Carles Puigdemont cumplir el acuerdo de los socios del Ejecutivo y pide afrontar la negociación con toda la fuerza para obtener el mejor resultado posible. Una nueva controversia que vuelve a evidenciar las profundas diferencias estratégicas entre JxCat y ERC.
Fianzas en el punto de mira
Otra de las polémicas de la Generalitat han sido las fianzas de 5,4 millones de euros impuestas por el Tribunal de Cuentas a 34 exaltos cargos de la Generalitat –entre ellos Oriol Junqueras, Carles Puigdemont y Artur Mas– por la promoción en el extranjero entre 2011 y 2017. Una circunstancia que provocó las primeras divisiones en el seno del Ejecutivo –ERC apostaba por cubrirlas con el dinero de la Caja de Solidaridad y JxCat por usar fondos públicos– y terminó con un alambicado sistema de avales y contraavales para que un banco privado cubriese la cantidad. Al final y tras el intento fallido de encontrar una entidad dispuesta, la Generalitat avalará los 5,4 millones mediante un fondo y a través del Institut Català de Finances, un organismo público. Un movimiento de Jaume Giró (JxCat) que ha provocado cierto terremoto en el organismo –su junta directiva la preside Albert Castellanos, de ERC– y que ha llevado a Cs, Vox y Convivencia Cívica a presentar querellas contra el Govern en el TSJC.
Gestión de la pandemia
El nuevo Ejecutivo se estrenó con la desescalada en marcha y un alto ritmo de vacunación. El fin de las clases, la reapertura del ocio nocturno, la permisividad con la mascarilla al aire libre y la verbena de San Juan, entre otros factores, coincidieron a finales de junio provocando una quinta ola inesperada, que ha golpeado con dureza por la elevada transmisión entre los jóvenes. Han vuelto las restricciones y el toque de queda, con la mayor parte de la población –176 municipios, entre ellos Barcelona y prácticamente toda la corona metropolitana– sin poder salir entre las 1:00 y las 6:00 horas de la madrugada en pleno verano. La Generalitat midió mal –el nuevo conseller de Salud, Josep Maria Argimon, asumió «errores de cálculo»– y en la retina han quedado las imágenes de miles de personas en macrofestivales de música al aire libre. «Con estas cifras de contagios, claramente no hemos hecho bien las cosas», asumió el titular de Salud reconociendo dos errores: los citados eventos musicales y no recomendar a los más jóvenes que no realizaran viajes de fin de curso. Pese a cambiar de manos y depender de JxCat, todo el Ejecutivo ha cerrado filas para tratar de contener una quinta ola que empieza a remitir ligeramente pese a la fuerte presión hospitalaria. De hecho, la gestión del Govern está en el punto de mira de sindicatos y colectivos sanitarios por las condiciones de sus trabajadores y la falta de recursos.
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