Educación

Cataluña concentra un 47% de las entidades españolas de educación en el tiempo libre

Un estudio pionero elaborado por la Fundación Pere Tarrés pone de manifiesto que en España existen 1259 entidades de ocio, las cuales han demostrado una gran capacidad para adaptarse a las circunstancias generadas por la pandemia

En 2021, la Fundación Pere Tarrés otorgó 5.249 becas para llevar a cabo actividades de ocio en verano
En 2021, la Fundación Pere Tarrés otorgó 5.249 becas para llevar a cabo actividades de ocio en veranoFundación Pere Tarrés

La pandemia ha supuesto un gran impacto en todos los ámbitos y sectores, lo cual ha requerido un importante esfuerzo de adaptación a las nuevas circunstancias generadas por la COVID-19 a todos los niveles y de ello son testigo las entidades de ocio educativo, que han sabido adecuar sus actividades y objetivos a la nueva realidad, tal y como pone de evidencia un estudio elaborado por la Fundación Pere Tarrés por encargo de Didania y la Fundación Promesa.

Bajo el título ‘El tiempo libre educativo en España: un impulso para la promoción de la infancia y la juventud”, el informe, que además enumera los principales beneficios que el ocio educativo aporta en el desarrollo y los aprendizajes, pone de manifiesto que el 90% de las entidades del sector se han visto obligadas a reducir, aplazar o suspender actividades debido a la pandemia, lo que se ha traducido en una reducción del 15% del número de participantes, pese a que a día de hoy las entidades dicen haber recuperado ya el número de inscripciones a niveles prepandémicos.

En cualquier caso, eso significa que en torno al 85% de estas entidades no han sufrido ningún efecto en lo que se refiere al número de jóvenes y niños con los que actúan y ello ha sido principalmente gracias al sobreesfuerzo que éstas han realizado para poder mantener su actividad. De hecho, un 43,1% de las entidades encuestadas admite que ha tenido que reducir el voluntariado durante la pandemia y el 72,5% asegura que sus ingresos se han visto afectados por la crisis generada por la COVID-19.

Pese a ello, estas asociaciones han hecho gala de una gran capacidad de adaptación, como demuestra el hecho de que, cuando las restricciones impidieron llevar a cabo actos presenciales, 9 de cada 10 fueron capaces de llevar a cabo sus actividades en formato telemático. Además, cuando las circunstancias lo permitieron, la gran mayoría, en torno a un 90%, recuperaron su actividad incorporando las medidas de prevención requeridas como el uso de la mascarilla, la reducción de aforo o la distancia social.

Pero además, estas entidades han demostrado la capacidad suficiente como para detectar las nuevas necesidades generadas por la pandemia en el ámbito mental y emocional para adaptar también su oferta a esta nueva situación. Así, el 92% reconoce que ha tenido que adaptar sus programas y actividades para atender esas nuevas necesidades, poniendo el foco en el trabajo de las emociones y la atención individual

El estudio desarrollado por la Fundación Pere Tarrés resulta especialmente relevante también por ser el primero que elabora un mapa de entidades de ocio educativo a nivel estatal. En este sentido, el informe identifica 1259 asociaciones de estas características distribuidas por todo el territorio, de las cuales un 47% están en Cataluña, que se convierte así en la comunidad con más proyectos de ocio de lejos. Respecto a la tipología y características de estas entidades, el estudio señala que en su mayoría (88,8%) están enraizadas en barrios y municipios del país y cerca del 40% cuentan con 150 participantes o más, mientras que en lo que se refiere a su clasificación temática, el tipo de actividad más habitual son los casales, las colonias y los campamentos de verano, que suman el 90% de proyectos que éstas desarrollan.

El informe también pone de evidencia que el 74,2% de estas entidades no cuentan con personal asalariado y el 39% tiene al menos entre 11 y 25 voluntarios. Sobre el perfil de los participantes en las actividades que éstas desarrollan, la edad media es de entre 9 y 14 años, siendo los 6 años la edad de incorporación más habitual y los 16 o 17 años la de abandono, aunque en mucho casos estos adolescentes pasan a ser voluntarios.