Crisis
El independentismo toca fondo: desbandada en la dirección de la ANC
La dimisión de 20 secretarios nacionales confirma la crisis de la Assemblea Nacional Catalana, mientras el apoyo a la secesión se mantiene en mínimos históricos según el CEO
La Assemblea Nacional Catalana (ANC), una de las entidades más representativas del independentismo civil desde el estallido del 'procés', vive su mayor crisis interna desde su fundación. Una veintena de dirigentes, entre ellos el exvicepresidente del Parlament Josep Costa, ha abandonado la dirección de la organización con duras críticas a su presidente, el escritor y activista Lluís Llach. En una carta conjunta, los dimisionarios acusan a la cúpula actual de haber renunciado a los principios fundacionales de la entidad y de haberse "absorbido por el establishment político" al que, aseguran, debían combatir.
Los firmantes denuncian una “dinámica de inacción”, falta de liderazgo y complicidad con los partidos que, en su opinión, han traicionado el mandato del 1-O. Critican que la ANC ha pasado de incomodar al poder político a buscar su reconocimiento. Se ha pasado de "una ANC fuerte, a la que el president de la Generalitat intentaba boicotear manifestaciones, a una ANC que exhibe sus buenas relaciones con los mismos partidos y liderazgos fracasados”, lamentan.
La dimisión en bloque llega después de la aprobación de una reforma estatutaria que, según este sector crítico, reduce los equilibrios internos y allana el camino para el control total de la dirección por parte del entorno de Llach. El exdiputado Josep Costa, que fue el segundo más votado por las bases en las últimas elecciones internas, denuncia haber sido silenciado y apartado tras oponerse a la línea oficialista.
"La ANC ya no es un instrumento útil"
En su carta de despedida, los exsecretarios nacionales denuncian que la organización ya no representa un instrumento válido para avanzar hacia la independencia y que ha abandonado la unilateralidad como vía política. Reprochan a Llach haber fomentado los debates internos en lugar de superarlos, y señalan incluso que se ha llegado a celebrar públicamente la dimisión de miembros valiosos del secretariado.
Los dirigentes aseguran que no se ha hecho nada por "revertir la dinámica de división y desmovilización que ya incapacita de facto a la ANC para liderar el independentismo”, denuncian. También critican que se haya sacrificado el espíritu asambleario de la entidad en favor de un control jerárquico por parte de grupos afines al aparato político.
Los firmantes, entre ellos también figuras como Josep Punga, Mariana Muchnik o Uriel Bertran, aseguran que seguirán trabajando por la independencia desde otras plataformas o desde las asambleas de base, pero dan por agotado el papel actual de la ANC como fuerza vertebradora del soberanismo.
Mientras la dirección oficialista celebra la consolidación de su control interno, el movimiento independentista sigue sumido en la fragmentación, sin liderazgo claro y con una hoja de ruta cada vez más difusa. La Assemblea, símbolo de los años más intensos del procés, parece hoy más dividida y debilitada que nunca.
Menos apoyo que nunca
Esta crisis interna en la ANC se produce en un contexto especialmente adverso para el movimiento independentista. El apoyo a la secesión sigue en mínimos históricos. Según el último Barómetro de Opinión Política del Centre d’Estudis d’Opinió (CEO), publicado en 2025, solo un 40% de los catalanes se muestra a favor de que Cataluña sea un Estado independiente, frente a un 52% que se declara en contra.
Además, preguntados por el modelo territorial preferido, solo un 32% apuesta por la independencia, el mismo porcentaje que prefiere mantener el actual estatus de comunidad autónoma. Por debajo quedan las opciones federalistas (22%) y regionalistas (7%). La tendencia confirma el retroceso del independentismo, que ha perdido el impulso popular que lo llevó a su auge en la década pasada.
Este cambio de ciclo social y político ha tenido un reflejo directo en las entidades soberanistas. La ANC, otrora columna vertebral del movimiento, ha visto desmovilizarse a buena parte de su militancia más combativa, sustituida, según denuncian los críticos, por una base pasiva y más cercana a los partidos institucionales.