Elecciones

La lucha por el voto útil en Cataluña: de la fidelidad al PSC a la sangría independentista

Esquerra y Junts acusan su dura batalla política, protagonista en el Congreso y presente en esta primera semana de campaña

El presidente de la Generalitat, Pere Aragonès, junto a Salvador Illa (PSC) en el Parlament
El presidente de la Generalitat, Pere Aragonès, junto a Salvador Illa (PSC) en el ParlamentQuique GarcíaAgencia EFE

El PSC es el partido que más voto retiene frente a la diáspora independentista. El último CEO de la Generalitat publicado a las puertas de las elecciones generales esconde varios datos sobre la cocina de la política catalana. Y uno de ellos es la fidelidad de los electores de las distintas formaciones, un factor al que todos apelan y se agarran en la lucha por el voto útil, decisiva en esta recta final de campaña del 23J.

Para empezar, el sondeo pronostica una holgada victoria del PSC en las elecciones generales en Cataluña con entre 16 y 18 escaños en el Congreso, mientras que sitúa a ERC como segunda fuerza con entre 8 y 10 diputados y Junts sería la tercera con entre 7 y 9 con el independentismo inmerso en su propia batalla.

Y los socialistas son los que logran retener más papeletas respecto a los comicios al Congreso de hace cuatro años. En concreto, un 80% de los que apostaron por la candidatura de Meritxell Batet lo volverán a hacer ahora. Un porcentaje elevado si se compara con el de las demás formaciones.

En el otro lado de la balanza está la CUP: los antisistema apenas convencen al 48% de los electores que confiaron en su lista en 2019. Es decir, más de la mitad cambia de opción y se decanta principalmente por Esquerra o bien por la abstención.

A la CUP le sigue Junts en la parte baja de la tabla: solo el 56% de los posconvergentes dicen ser fieles a su espacio político, una candidatura que ahora encabeza Míriam Nogueras en defensa de los postulados más cercanos a Carles Puigdemont. Lo curioso del dato es que la fuga de electores se reparte principalmente en el PSC (13%) y ERC (11%), con los socialistas un paso por delante.

Los republicanos, de hecho, empatan con Junts y solo logran retener al 56% de los electores que les votaron en 2019, una cifra que también se repide en el espacio de los Comunes (ahora integrados en Sumar). Por tanto, el bloque independentista y soberanista es el que logra convencer menos a sus votantes, según el propio CEO de la Generalitat.

Una tendencia que en el caso de Junts y ERC llega después de la eterna disputa que ambos partidos han protagonizado a lo largo de toda la legislatura en el Congreso, en el Parlament y en la propia Generalitat. De hecho, este mandato está siendo el de la ruptura independentista, sin una estrategia unitaria, con hojas de ruta distintas tanto en Madrid como en Barcelona y el «procés» agonizando. La ruptura se ha evidenciado en esta primera semana de campaña, con una importante ristra de reproches entre Junts y ERC, especialmente de los posconvergentes hacia los republicanos. Así, tanto Nogueras como el secretario general posconvergente, Jordi Turull, han criticado con dureza a los republicanos por los pactos alcanzados con el Gobierno en esta legislatura, llegando a llamarles «súbditos del Estado» y «palanganeros de (Pedro) Sánchez».

Por su parte, el PP es una de las formaciones (68%) que más voto mantiene respecto a las generales de hace cuatro años y recibe hasta un 12% de apoyo socialista, según el sondeo del Govern.

Movimientos que los cuarteles electorales de las distintas formaciones tratan de cambiar en esta recta final de campaña. De hecho, los ataques a los rivales más próximos y las apelaciones constantes a la movilización y al voto útil son la tónica general de los actos y mítines de esta última semana. Otro de los miedos es la abstención, aunque Cataluña ha registrado históricamente una afluencia en la línea de la media global en los comicios al Congreso. Sin embargo, el factor verano y el desgaste por la desafección política –es la primera preocupación de los catalanes, según el sondeo– son los principales temores que los partidos buscan contrarrestar a toda prisa.