Opinión
El milagro de la nieve (cuento valenciano de Navidad)
En los mapas del cielo están escritos también, como en un espejo, los caminos de la tierra
Volvemos a casa, dice José, que acaba de descubrir a la mula al otro lado de unos arbustos, y al punto va a buscarla y no tardan en ponerse en camino por el lecho del río arriba, él delante y María y el niño a la grupa del animal. Les cuesta trabajo avanzar, por el barro, y porque la mula no está acostumbrada a llevar una carga tan ligera y tiene miedo de que se le vaya al suelo.
Llevan ya un buen trecho andado cuando oyen el mugido del buey que les saluda complacido, y un poco después se encuentran con los pastores, que les reciben con visibles muestras de contento, y tras un recodo les salen al paso los tres Reyes Magos, que, según cuentan, han estado mucho tiempo separados sin saber nada unos de otros y temiendo que nunca más iban a volverse a ver, y ya al oscurecer aparece ente ellos el ángel, que está completamente desorientado y encima no puede volar porque se le ha roto un ala, y enseguida y para su sorpresa, porque no la conocían, una aguadora que lleva del ronzal un burro con dos cántaros de barro, uno en cada alforja, y a la que todos acogen de buen grado.
El ángel sugiere buscar un sitio abrigado para descansar y pasar la noche, pero nadie secunda su propuesta, que el camino es muy largo y María y el niño no se sabe cuánto van a aguantar, y el buey anda muy despacio porque tiene una pata quebrada, y a los camellos no hay quien les haga aligerar el paso, y los pastores están preocupados por sus rebaños…
Les cae la noche, y con ella un enjambre de estrellas en el cristal reluciente del cielo, y salen entonces del lecho del río y divisan a lo lejos un resplandor de luces, y preguntan los pastores qué luces son esas y les contesta el rey Melchor que son las de Valencia, pero que no se preocupen porque en los mapas del cielo están escritos también, como en un espejo, los caminos de la tierra, y no ha acabado de decir eso cuando ven titilar sobre ellos una estrella que reconocen de inmediato.
La siguen, y ven brillar al cabo más luces, y dice el rey Gaspar que son las de Paiporta, y ya al amanecer ven las que dice el rey Baltasar que son las de Aldaia, y cuando llegan por fin a la puerta de la casa oyen dentro hablar a una niña que dice que este año no van a tener belén porque la riada se llevó las figuras, y se quedan allí quietos esperando a que abran la puerta hasta que empieza a nevar. Y nieva toda la mañana y al mediodía está todo cubierto por un manto blanco, y salen entonces todos de sus casas para contemplar el milagro, y al coger la nieve con las manos van viendo que el suelo, y las aceras, y las calles, y el mundo entero hasta donde alcanza el horizonte está nuevo y limpio como recién hecho.