Opinión

La nueva masculinidad

Por lo visto los hombres tenemos que ser más afectivos, pero con mis amigos no nos sale darnos besos

¿Son importantes los abrazos?
¿Son importantes los abrazos?ANTONIO LACERDA POOLAgencia EFE

Verán ustedes, yo no se cuál es su circunstancia vital, pero la mía es que me despierto con mi mujer, veo a mis tres hijos, de los que dos son mujeres, voy al despacho donde sólo trabajan mujeres y yo (me encanta trabajar con ellas), voy a los juzgados donde topo con muchas compañeras y una mayoría de señoras jueces y fiscales del sexo femenino, y soy muy consciente que lo he escrito en género masculino porque la palabra fiscalas no se utiliza y son muchas las juezas que prefieren que las llamemos Señora Juez. Y uno, desde su humilde condición de abogado, no está para llevar la contraria por estas cosas a quién tiene que dictar sentencia. Llega el fin de semana y voy a Sitges a ver a mi madre.

Comprenderán ustedes que, si con esta circunstancia fuese machista, viviría en la frustración permanente.

Me han gustado toda la vida las mujeres para todo, y el ejemplo vivo es el lugar donde trabajo al que antes hacía alusión. Siempre las he tratado con la consideración y deferencia que ellas merecen que es exactamente la misma que merece un hombre.

No sé si desde la perspectiva de la nueva masculinidad que no tengo ni idea de lo que es, he cometido algún delito grave como decirle a mi mujer o a mis compañeras María Luisa, Ambar, Marisa etc., en un día determinado, que están muy guapas o que un vestido les queda muy bien. Si es así, lo siento por la nueva masculinidad pero no pienso cambiar, como tampoco en cederles el paso o pagando yo cuando voy a un restaurante.

Respecto a los hombres, por lo visto tenemos que ser más afectivos entre nosotros. Pues miren, con mis amigos de verdad no nos sale darnos besos, que quieren que les diga.

Recuerdo una anécdota con uno de esos amigos del alma; el último día en activo del Coronel Bruno Alonso (mi jefe directo durante mi etapa de reservista), coincidió con un salto paracaidista, al terminar nos mandó posición de firmes a los que íbamos de uniforme para dar novedades. Después yo pedí permiso para saltarme el protocolo. Tome la palabra y hablé sobre él, sobre su condición de guerrillero. Al terminar me salió del alma acercarme a su posición y nos fundimos en un abrazo, a mí se me saltaron unas lagrimas de emoción y a él, un tipo que dice que duerme 15 minutos y se despierta al momento exacto, que ha estado camuflado hasta en piaras de cerdos y ha comido de todo tipo de bichos, noté como se le ponía la piel de gallina.

Pero besos lo que se dice besos no nos dimos.