
Sociedad
La Sagrera se hunde en el barraquismo: proliferan asentamientos sin agua ni luz en pleno corazón de Barcelona
La vida en el asentamiento sorprende por gallinas sueltas y hasta una piscina

En pleno siglo XXI, Barcelona sigue conviviendo con un problema que parecía olvidado: el barraquismo. En el entorno de la futura estación de la Sagrera, decenas de personas sobreviven en chabolas hechas de maderas, plásticos y materiales reciclados en solares pendientes de urbanizar. “No tengo luz ni agua, pero al menos no duermo en la calle”, confiesa uno de los jóvenes para Betevé que lleva ocho meses instalado en una barraca improvisada.
Según datos del Ayuntamiento de Barcelona, actualmente unas 306 personas malviven en asentamientos repartidos por la ciudad y otras 209 lo hacen en locales ocupados. El caso de la Sagrera se ha convertido en el más visible: desde hace más de una década, en el solar de la antigua estación de mercancías se levantan chabolas que ya albergan a medio centenar de personas, algunas familias con niños escolarizados en centros cercanos.
Entre gallinas, piscinas de plástico y ferralla
La vida en el asentamiento sorprende por su crudeza: gallinas sueltas, una piscina hinchable para los más pequeños y juguetes mezclados entre la chatarra. La mayoría de los habitantes subsisten gracias a la recogida de ferralla, que les permite ganar entre 350 y 400 euros al mes, además de la ayuda de entidades sociales como Cáritas, que les reparten comida.
En una de las zonas viven jóvenes magrebíes. Adnane, que comparte un espacio de apenas tres metros cuadrados con su perro, explica: “Prefiero recoger chatarra que trabajar en la obra cobrando en negro. Aquí sobrevivo, aunque sin dignidad”.
Una realidad invisible que preocupa a los vecinos
En total, Barcelona cuenta con 67 núcleos de barraquismo. El de la Sagrera, a escasos metros del Pont del Treball, se ha convertido en parte del paisaje urbano. Los propios vecinos reconocen que no hay grandes conflictos de convivencia, pero sí un grave problema de salubridad. “El principal problema es sanitario, porque convivimos con suciedad y ratas”, denuncia Oleguer Menéndez, de la Associació de Veïns de la Sagrera.
Los testimonios de los migrantes reflejan un denominador común: la dificultad para obtener el NIE, imprescindible para acceder al mercado laboral y romper el círculo de la precariedad. Mientras tanto, los servicios sociales del Ayuntamientomantienen un seguimiento de los asentamientos, aunque la situación parece enquistada.
El reto pendiente de Barcelona
Con más de un millón de metros cuadrados en transformación urbanística, la zona de la Sagrera debería convertirse en un polo de modernidad con viviendas y zonas verdes. Sin embargo, hoy es un símbolo del fracaso en materia de vivienda y políticas sociales.
El fenómeno del barraquismo no es nuevo en Barcelona, pero el repunte de asentamientos en solares vacíos revela que el problema sigue sin resolverse. La Sagrera, donde conviven gallinas, niños y ferralla en barracas improvisadas, se ha convertido en el último espejo de una ciudad que presume de vanguardia, pero que aún no logra garantizar techo digno para todos.
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