
Arte
Un surrealismo imprescindible en pequeño formato
La Galeria Marc Domènech reúne en una exposición obras de Dalí, Granell o Sans

Este año se ha conmemorado el primer centenario de la publicación de uno de los textos fundamentales en la historia del arte de todos los tiempos, una puerta abierta a la modernidad pero también a la provocación, la hoja de ruta que muchos siguieron con desigual suerte. Fue en París donde vio la luz en 1924 el conocido como «Primer Manifiesto Surrealista», una propuesta de André Breton y que abría numerosas posibilidades creativas tanto en literatura como en arte. La efeméride ha pasado con más pena que gloria en nuestro país, siendo una pena que instituciones relacionadas con el arte moderno hayan pasado de puntillas por la efeméride o, sencillamente, la han ignorado.
Por fortuna hay alguna excepción, como es el caso de la muy interesante exposición que puede verse estos días en Barcelona, concretamente en la Galeria Marc Domènech y que nos propone una aproximación a lo que fue el surrealismo. Para ello se recurre a una imponente lista de autores como Salvador Dalí, Eugenio Granell, Julio González, Man Ray, Benjamín Palencia, Oriol Maspons, Víctor Brauner, Jaume Sans o Modest Cuixart, entre otros. Son piezas en pequeño formato que continúan una serie que desde hace cinco años hace esta galería bajo un título tomado de Joan Manuel Serrat: «Aquellas pequeñas cosas».
Una exposición en Cataluña sobre el surrealismo sin la presencia de algún original de Salvador Dalí puede parecer incompleta. En esta muestra hay un dibujo a lápiz y tinta con toques de acuarela realizado en 1944, con un Dalí que trabaja a destajo especialmente para clientes de Estados Unidos, país en el que vive en esos momentos y donde se había convertido en un fenómeno para la Prensa. «Evocation 2» nos devuelve al mejor Dalí ilustrador, con todo su imaginario sobre el papel, como esos dos personajes que parecen esconder su deseo en una danza ocultos tras una sábana.
Otra obra que cabe señalar en esta muestra es un imponente óleo de Eugenio Granell titulado «Ruedas de la Fortuna», de 1947. A Granell se le puede considerar plenamente surrealista, no solamente como pintor sino también como teórico, algo que surge en las numerosas páginas que dejó escritas. Él mismo fue amigo y colaborador de André Breton, quien llegó a coleccionar algunos de sus trabajos plásticos. El cuadro que nos ocupa es pareja de otra del mismo título pintada en ese mismo año. Precisamente ese 1947 fue el momento en el que Granell participó en «Le Surréalisme», la exposición que la Maeght organizó en París de la mano de André Breton y Marcel Duchamp.
Además de pintura y dibujo, la Galeria Marc Domènech no se olvida de la fotografía y lo hace de la mano de quien elevó ese formato a lo más alto dentro del movimiento surrealismo. Es lo que pasa con Man Ray, con una de sus imágenes protagonizadas por la modelo y también artista con la cámara Lee Miller. La imagen es de 1930, momento en el que este estadounidense también se propone, aunque sin suerte, prueba suerte en el mundo del cine.
Otro fotógrafo excepcional en Marc Domènech es Oriol Maspons con una imagen extraordinaria, de 1956, donde este creador barcelonés juega crea una secuencia que denomina como «surrealismo urbano». Es una suerte de continuación de las ideas de Marcel Duchamp: el objeto encontrado.
Precisamente hablando de este mismo concepto duchampiano hay que señalar en esta galería barcelonesa a Setxu Xirau Roig y una suerte de poema visual titulado «Self-portrait», de 2011, que sigue perfectamente los postulados de André Breton cuando afirma que «el hombre, soñador sin remedio, al sentirse de día en día más descontento de su sino, examina con dolor los objetos que le han enseñado a utilizar, y que ha obtenido a través de su indiferencia o de su interés, casi siempre al través de su interés, ya que ha consentido someterse al trabajo o, por lo menos no se ha negado a aprovechar las oportunidades».
Un año antes de la publicación del manifiesto de André Breton nació en Barcelona quien acabó siendo un nombre importante del arte catalán como fue Antoni Tàpies. La exposición no se olvida de este autor como lo demuestra la presencia de un magnífico dibujo de 1949 del Tàpies que en aquel tiempo estaba vinculado con la revista «Dau al Set». Esta composición de pequeño formato, realizada con tinta china, nos demuestra la maestría de Tàpies para jugar con las luces y crear volumen, todo ello con el protagonismo de un personaje de espaldas que podría recordar de alguna manera a los que incorporó Magritte en sus cuadros.
Probablemente las instituciones públicas, a veces tan descuidadas, hayan preferido hacer caso omiso al centenario del manifiesto surrealista. Menos mal que tenemos la iniciativa de la Galeria Marc Domènech.
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