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Descubren que las plantas cambian si hay un cuerpo enterrado cerca

El descubrimiento puede ayudar a encontrar cementerios clandestinos desde el aire

En las novelas de Arthur Conan Doyle, el doctor Watson suele hacer referencia a lo desbalanceado que está el conocimiento de Sherlock Holmes sobre algunas materias. Puede conocer el tipo de semillas que se adhieren en una bota al pasear por diferentes parques de Londres, pero no estar seguro de que la tierra girara alrededor del Sol. Todo su conocimiento y experimentos tenían un único objetivo en mente: descubrir al asesino.

En la actualidad, la ciencia forense organiza experimentos con el mismo fin. El análisis de ADN o las huellas dactilares son avances modernos que pusieron y ponen en jaque a los asesinos de todo el planeta.

Pero aún hay cosas que quedan por hacer. Por ejemplo, mejorar la búsqueda de personas desaparecidas. Si alguien desaparece en una montaña, solo podemos organizar batidas a pie, usar perros entrenados para detectar personas o realizar búsquedas aéreas. Es un proceso lento, y en algunas circunstancias infructuoso. Si un bosque es demasiado extenso y denso, ninguno de estos métodos funciona, y hay más posibilidades de perder el cuerpo para siempre dejando un caso imposible de resolver.

¿Cómo solucionamos este problema? Podemos pensar como Holmes, y aprovechar el método científico para hallar una mejor manera de encontrar un cuerpo en el bosque. Y es que, si las plantas ocultan el cadáver, ¿por qué no usamos los propios árboles para identificarlo? Esta pregunta es la que se centra en responder un estudio reciente de la Universidad de Tennessee.

Que los árboles no te dejen ver el cuerpo

Una rama antigua de la ciencia forense es la tafonomía forense, que se centra en el estudio de la descomposición de los cuerpos humanos. Es un plato de mal gusto pero muy necesario, ya que la descomposición sigue un proceso natural y predecible. Si sabemos cómo sucede, podremos identificar la hora de la muerte estudiando el estado de descomposición del cuerpo, o saber si un cuerpo ha sido desplazado al comprobar los restos químicos en la tierra cercana.

En este campo, existe el término “isla de descomposición”. Cuando alguien muere, el proceso de descomposición comienza automáticamente, afectando al ambiente situado a tres metros alrededor del cadáver. En esa pequeña zona o isla, los compuestos químicos de la tierra y el aire cambian, y se acercan ciertos insectos y microorganismos.

Si dentro de la isla de descomposición hay raíces de algún árbol, estas pueden absorber ciertos compuestos químicos que normalmente no encontrarían en la naturaleza. Si estos provocan algún cambio visible, podrían actuar como prueba. De un vistazo a las plantas de un jardín sería posible conocer si hay un cuerpo enterrado debajo.

El efecto más evidente de la descomposición respecto a las plantas es el aumento de nitrógeno en la tierra. Para una planta, un cuerpo enterrado actúa como abono. Pero no un abono cualquiera, sino uno especialmente bueno. El nivel de nitrógeno que aporta un cadáver humano a una planta es muy superior al del abono comercial. Por este motivo, si vemos alguna pequeña zona del bosque con plantas demasiado crecidas y con hojas especialmente verdes, podemos especular con la posibilidad de que haya algo debajo.

Pero esto no es suficiente, hay otros motivos por el cual podemos encontrar una zona de vegetación más densa de lo normal. Por ejemplo, acumulaciones de agua, o simplemente otros animales más pequeños enterrados. Si lo que queremos es encontrar algo inequívoco de la presencia de un cadáver humano, hay algo que podemos encontrar en las hojas. Solo necesitaremos luz ultravioleta y ciertas condiciones especiales.

El cigarrillo que la mató

La isla de descomposición recibe más nitrógeno del cuerpo, pero no es el único elemento químico que se incrementa. Algunas personas acumulan otros compuestos químicos en su interior que tienen su efecto cuando se liberan al medio. Por ejemplo, si la víctima consumía ciertos suplementos, medicamentos (o incluso venenos), existe la posibilidad de que afecte al crecimiento de las plantas cercanas o cambiar su forma. Sin embargo, esta hipótesis aún necesita ser comprobada, y dado que es extraño encontrar una víctima en esa situación, no parece muy útil en la búsqueda tradicional de desaparecidos.

Sin embargo, sí que hay un elemento químico que puede ser útil en los juicios: el cadmio. Este está presente en los cigarrillos, y se acumula en los pulmones de los fumadores. En la isla de descomposición, el cadmio se libera a las raíces cercanas, que lo recogen sin problema.

El tabaco, la principal causa de cáncer de pulmón
El tabaco, la principal causa de cáncer de pulmónlarazon

El cadmio tiene un efecto curioso en las plantas. Cuando se absorbe, no es degradado por el vegetal, sino que se acumula en sus hojas. De este modo, si pasamos una luz ultravioleta, notaremos un pequeño brillo azulado que revela su presencia. En pequeñas cantidades suele ser sinónimo de contaminación, pero en niveles altos y sólo en ciertos árboles, puede ser la señal de un cementerio clandestino.

Dada la proporción de fumadores en la población, el método puede llegar a ser útil a la hora de encontrar estas víctimas en medio de los bosques. Se ha planteado la posibilidad de equipar drones con un foco de luz ultravioleta lo suficientemente potente como para poder encontrar este resplandor en las copas de los árboles, buscando alguna anomalía que indique dónde empezar a buscar.

Aunque es una idea prometedora, aún queda mucho por hacer en esta dirección. El principal problema es que la absorción de cadmio varía según el vegetal y la descomposición del cuerpo. Una víctima que haya sido enterrada dos semanas no libera el mismo cadmio que aquella que lleva enterrada años, y hace falta unos niveles mínimos de cadmio en las hojas para realmente poder ser detectado. Esta variabilidad hace que el método solo sea efectivo en las circunstancias ideales, dignas de una novela pero no de la vida real.

Mientras, otros grupos de investigación buscan nuevos efectos en las plantas de las islas de descomposición. Un pequeño brillo en las hojas, una malformación del tronco, o un crecimiento anormal de un arbusto puede ser la pista definitiva para saber dónde hay que empezar a cavar. Son la versión botánica de Sherlock Holmes.

QUE NO TE LA CUELEN:

  • Se puede adquirir cadmio a través de la dieta, algunos alimentos tienen niveles bajos de cadmio, como la lechuga o la patata. Las hojas del tabaco tienen niveles altos de cadmio y se aspiran directamente en los cigarros, de ahí que aporten concentraciones mucho más altas.

REFERENCIAS: