Ciencia

¿Eres más inteligente que un delfín? Compruébalo

La capacidad de Kelly para resolver algunos problemas específicos supera a la de ciertos humanos, la pregunta es si tú eres uno de ellos

Un delfín cualquiera que podría ser más inteligente que tú… o no
Un delfín cualquiera que podría ser más inteligente que tú… o noPixabay, Claudia 14Creative Commons

No estamos solos en el universo. No somos la única especie inteligente que lo puebla y, de hecho, ya hemos tenido contacto con ellos. Tal vez estemos pensando en formas de vida venidas de muy lejos, procedentes de los confines de nuestra galaxia. Sin embargo, la otra inteligencia de la que tenemos constancia está mucho más cerca de nosotros. Ellos pueblan nuestros océanos y son protagonistas de las leyendas de pescadores. Los cetáceos (delfines, ballenas, zifios…) ya han demostrado una capacidad cognitiva comparable a la de algunos humanos, al menos en tareas concretas. Nadie sugiere (por ahora) que su cerebro sea potencialmente capaz de componer la sinfonía del Nuevo Mundo de Dvořák o de escribir como Goethe, pero eso sería una forma algo torticera de medir la inteligencia.

Hay muchas voces reticentes a aceptarlo. Personas que se niegan a considerar inteligente a cualquier animal no humano y que no dudarán en tachar sus comportamientos de simples mecanizaciones sin nadie al volante, no importa lo complejos o especiales que sean. Sin embargo, la mayoría de los expertos en cognición opinan diferente. Tanto nosotros como los animales nos movemos por impulsos, por supuesto, pero también razonamos, o al menos tenemos conducta raciomorfas, que dirán algunos. Eso significa que, si no son inteligentes, al menos lo parecen tanto como para que no encontremos una verdadera diferencia que les separe de nosotros. Sabemos que algunas especies establecen redes sociales realmente complejas y vínculos afectivos que no tiene nada que envidiar a los nuestros. Algunas usan herramientas y se ponen nombres, incluso se comunican con lo que podría ser un protolenguaje, sino un lenguaje. Son capaces de entender nuestra gramática y varias decenas de palabras. Pero, si todavía tienes dudas, te invito a que te compares con una delfina que ha hecho historia. Esta es la historia de Kelly.

¿Quieres una sardina?

Esta historia tuvo lugar en el Instituto para el Estudio de Mamíferos Marinos de Mississippi. Los delfines de aquel instituto estaban muy bien educados. Los entrenadores les habían enseñado a mantener limpia su piscina. Si recogían los objetos que caían a la piscina y se los entregaban a los cuidadores, estos les recompensaban con un pescado. Basura por comida, es un intercambio interesante y causó sensación entre los delfines. Ahora bien, imagina que tú fueras uno de esos delfines. Tu objetivo, como si esto fuera un videojuego, es obtener tantas sardinas como puedas. Conoces las reglas: objeto que devuelvas, sardina que te llevas. ¿Se te ocurre alguna manera de maximizar los beneficios?

Dale vueltas, piénsalo por un rato, ve a caminar o despéjate con otra tarea. No hace falta que respondas de inmediato. Pero, si crees que ya lo tienes claro, vayamos con ello. Una de las respuestas más recuente sería algo parecido a lo que sigue: intentaría hacerme con tantos objetos como pueda, aunque tenga que robárselos a visitantes incautos o piratear a mis compañeros delfines. Sin embargo, esta respuesta tiene varios problemas. Por un lado, está que robar no está bien visto y, posiblemente, los entrenadores no fueran a premiar esa conducta, por lo que aunque lo intentes pronto tendrás que ponerte a buscar una nueva manera de aumentar tus ganancias. El segundo inconveniente es que robar no es nada fácil cuando estás dentro de una piscina, las oportunidades serían pocas y los éxitos todavía menores. No parece la mejor de las soluciones y es que, de hecho, existe una mejor.

Un pez por objeto, esa es la clave

Kelly encontró la solución bastante rápido. La clave estaba en la cantidad de objetos, no en la cantidad de objetos completos. Cuando caía un papel a la piscina, Kelly podía dárselo a sus entrenadores y recibir un pescado, pero si lo partía y entregaba las partes por separado, en momentos diferentes, le daría un pez por cada uno de los pedazos. A fin de cuentas, los cuidadores no tenían por qué saber en qué condiciones había caído el objeto. Así pues, Kelly empezó a esconder objetos y partirlos poco a poco para tener un ingreso constante de pescado fresco. La solución puede ser trivial, puede que incluso hayas llegado a ella en poco más de unos segundos, pero pensemos en lo que implica. Kelly demostró entender el concepto de valor, porque sin él es difícil llegar a la conclusión de que “una papel entero vale lo mismo que medio papel”, lo que tiene valor es la unidad, no el objeto al completo. Eso significa que Kelly también pudo abstraer bastante bien lo que significa que algo esté completo y otra serie de detalles que consideraríamos inteligentes en cualquier niño humano.

No obstante, el ingenio de Kelly no terminó ahí. Un día cayó a la piscina algo diferente, era un pájaro herido. La delfina no dudó demasiado, era “algo” que había caído a la piscina, si se lo entregaba a los entrenadores recibiría su dosis de pescado. Así lo hizo y, para su sorpresa, los humanos, encandilados por la “heroicidad” de Kelly la rescatadora de pájaros, la premiaron con más pescado del que nunca había recibido. Los pájaros valían muchísimo más que cualquier pedazo de papel. Y volvemos a apelarte a ti, que estás leyendo estas líneas. Ahora que tienes esta valiosísima información… ¿Qué harías para aumentar el suministro de pescado? Tómate tu tiempo antes de contestar y seguir leyendo.

Kelly la “rescatadora”

Si has seguido con el texto, supongo que es porque ya tienes una respuesta. Y perdona que me alargue un poco antes de revelar la solución de Kelly, pero los ojos son muy pillos y en sus rápidos movimientos por el papel leen más de lo que creemos. Si dejo la respuesta muy cerca del párrafo anterior, puede que percibas una o dos palabras clave y, que sin darte cuenta, acaben condicionando tu solución. Con este espacio será suficiente, así que lancémonos a por las respuestas más frecuentes. En este caso, la gente suele dar dos respuestas diferentes. Algunos eligen ir por lo gore y deciden que la solución sería despiezar a los pájaros que caigan en la piscina. De ese modo conseguirían muchos peces por cada parte del desmembrado animal. El problema de esta solución, aparte de que parece más el argumento de una película de ciencia ficción donde la experimentación con delfines sale mal, es que tampoco les haría mucha gracia a los entrenadores. Un trozo de gaviota no está vivo, no es un rescate y no vale tanto pescado. En definitiva, no es una solución válida.

La otra respuesta está más cerca de la realidad: hay que atrapar más pájaros y meterlos en la piscina para poder rescatarlos. La idea es buena, si se hace de forma discreta los entrenadores no sabrán que eres tú quien los hunde en la piscina, pero hay un problema. Los pájaros no se suelen poner a tiro, así que no lograrás demasiadas capturas. ¿Se te ocurre cómo resolver ese problema? Porque Kelly encontró rápidamente la solución. Si en lugar de comerse todos los peces de la recompensa, usaba uno como cebo, podía pescar más pájaros con los que conseguir incluso más peces. Eso es exactamente lo que hizo, se guardaba peces en el fondo de la piscina y los dejaba flotando estratégicamente cada vez que quería conseguir una nueva presa. Kelly comprendió que el pescado no solo era comida, sino que podía utilizarlo como una herramienta para conseguir más comida, a eso, nosotros le llamamos “hacer una inversión”. Nuestra delfina tenía alma de economista, pero también de maestra, porque acabó enseñándole este truco a todos sus compañeros.

¿Te ha vencido un delfín?

Aunque posiblemente hayas acertado las respuestas anteriores, algunas personas habrán fallado. Pero no hace falta fustigarse, hay muchas cosas que ellos comprenden y que, en teoría, Kelly no habría sido capaz de entender. Es más, recordemos que Kelly parece ser un caso excepcional. No es del todo justo compararnos con ella como si fuera representativa de toda una especie. Sin embargo, demuestra que los delfines son capaces de desarrollar esa complejidad cognitiva y que, por lo tanto, es cada vez más difícil defender que no piensen en absoluto.

Puede que, después de todo, nunca hayamos estado tan solos como pensábamos.

QUE NO TE LA CUELEN:

  • El comportamiento de Kelly no parece haber sido registrado en una publicación científica indexada, lo cual hace que existan ciertas dudas sobre los detalles, pero recordemos que, aunque los testimonios en ciencia tienen muy poco valor, hay casos donde pueden tenerse en cuenta (entendiendo sus muchas limitaciones).

REFERECIAS (RAE):