Vuelta al cole

¿Sabes más gramática que un chimpancé?

Uno de los atributos que tradicionalmente distinguen al ser humano de otros animales es la complejidad de nuestro lenguaje. Pero los chimpancés no se quedan tan atrás como se creía hasta ahora.

Un chimpancé con sonrisa pillina llevándose algo de comida a la boca
¿Qué estará queriendo decirnos este chimpancé?Dominio público

A los seres humanos siempre nos gusta pensar que somos únicos. A pesar de compartir hasta el 99 % de nuestro ADN con otros animales como los chimpancés, sabemos que solo los humanos hemos construido rascacielos, pintado obras de arte o plasmado nuestra cultura en libros. Admiramos con sorpresa la capacidad de las urracas para reconocerse al espejo, la habilidad de los abejorros para reconocer a la vista formas que solo habían tocado o la disposición de las sepias para retrasar su recompensa si después vendrá otra mayor. Pero no nos dejamos impresionar demasiado, ya que, aparte de la cultura material que producimos, conservamos una característica intrínseca que nos distingue de los demás animales: el lenguaje.

Aunque pocos idiomas contienen más de 50 sonidos distintos, la clave del lenguaje humano está en nuestra capacidad para combinar esos sonidos formando palabras y, a su vez, estructurando las palabras de manera jerárquica para componer frases. Gracias al vastísimo número de combinaciones que podemos crear, somos capaces de transmitir una enorme variedad de significados diferentes.

Ballenas que hablan

Pero, quizá, el lenguaje humano tampoco sea tan especial. Ya se sabía que las ballenas jorobadas son capaces de estructurar sus cantos formando frases relativamente complejas y de adquirir nuevos sonidos por imitación. Y un estudio que analizó casi 5 000 grabaciones de chimpancés salvajes mostró que el lenguaje de nuestros parientes más cercanos es mucho más complejo de lo que creíamos. Los resultados podrían dar pistas sobre cómo evolucionó el lenguaje humano.

Para estudiar cómo se comunican los chimpancés, la investigadora Tatiana Bortolato (del Instituto Max Planck de Antropología Evolutiva, en Alemania) siguió a 46 chimpancés adultos que vivían en libertad en el Parque Nacional de Tai, en Costa de Marfil y grabó sus conversaciones durante varios meses. Al examinar la estructura de los sonidos que emitían en las 900 horas de grabaciones, el equipo de Bortolato encontró nada menos que 390 secuencias sonoras distintas.

Si comparamos con las más de 90 000 entradas que contiene el diccionario de la Real Academia Española, 390 palabras quizá no suene a demasiado. Pero, hasta ahora, no se sabía que los primates no humanos eran capaces de articular tal variedad de proclamaciones. Aunque algunos estudios anteriores ya establecían algunas tendencias en la combinación de los sonidos de los chimpancés, nunca antes se había realizado un análisis tan exhaustivo de todo su repertorio vocal.

Chimpancés que ladran

Las letras que forman el vocabulario de los chimpancés son 12. Entre estos sonidos básicos encontramos gruñidos, ladridos, gritos y rugidos. A veces emiten un solo sonido y otras emiten una secuencia, inhalando entre sonido y sonido. Para averiguar si las secuencias se elegían de manera deliberada hacía falta saber si los chimpancés preferían algunas secuencias frente a otras. Si las frecuencias reflejaban una distribución distinta de la que cabría esperar por azar, habría indicios de lenguaje complejo.

Al analizar las secuencias de sonidos, el equipo investigador halló tanto sonidos básicos aislados como combinaciones de dos o tres de ellos. Pero, ¿tendrían algún significado estas palabras? Hay razones para pensar que sí. Por ejemplo, los chimpancés solían emitir un gruñido aislado en torno a la comida, mientras que una sucesión de gruñidos solo aparecía durante un saludo de sumisión. Es decir, los primates elegían unas palabras u otras según el contexto: igual que los seres humanos.

Hay más: las palabras de dos y tres letras también se combinaban entre sí, y el equipo investigador era capaz de predecir cómo se ordenaban. Estaba claro que seguían unas reglas semejantes a nuestra gramática. Aunque se encontraron 390 secuencias diferentes, la realidad es que podrían ser muchas más. Las frases más largas aparecían muy pocas veces en las 5 000 horas de grabación, de modo que serían necesario disponer de muchas más horas para averiguar si son frases establecidas o si se trata de errores.

Cómo descifrar un lenguaje ajeno

Por eso el siguiente paso será obtener aún más grabaciones de chimpancés para analizar una mayor diversidad de frases. Pero, además, en el estudio actual apenas se tuvo en cuenta el contexto en el que se emitían las diferentes palabras. Incorporar este factor requerirá una profundidad de análisis mucho mayor, pero solo así se podrá establecer realmente el significado de cada frase.

La primera tarea es averiguar si las frases de los chimpancés se estructuran de manera jerárquica, es decir, si las palabras se organizan en grupos con significado (como nuestras oraciones subordinadas) y, a su vez, esos grupos forman frases más complejas. Descifrar un idioma ajeno sin ningún apoyo de traducción es una tarea que requiere mucho tiempo, pero el equipo investigador está dispuesto a acometerla.

En cualquier caso, la posibilidad de transmitir cientos de significados diferentes supera con creces las expectativas que se tenían con respecto a los chimpancés. Estos primates tienen estructuras sociales sofisticadas y ahora sabemos que su lenguaje también lo es. Obtener un conocimiento detallado sobre la comunicación en una especie evolutivamente cercana a la nuestra ayudará, según espera el equipo, a comprender mejor cómo evolucionó un lenguaje tan singular como es el humano. Aunque, quizá, parte del motivo por el que lo consideremos singular sea que aún no hemos aprendido a interpretar el de otras especies.

QUE NO TE LA CUELEN:

  • Ha habido muchos intentos de enseñar el lenguaje humano a un animal. Aunque lograr que, por ejemplo, un loro emita palabras o incluso frases humanas indica que el animal tiene la nada desdeñable capacidad de imitación, no dice nada sobre la habilidad de su especie para crear un lenguaje donde los sonidos tengan significado. Por eso, entre otras cosas, para este estudio era clave que los chimpancés vivieran en libertad, y la investigadora que los grabó se mantenía siempre a una distancia de al menos ocho metros de los primates para no perturbar su actividad natural.

REFERENCIAS (MLA):