Investigación

La ciencia revela los peligros de ser un “lobo solitario”

Un reciente estudio ha encontrado una clara relación entre la esperanza de vida y la tendencia a vivir en comunidad

Lémures de cola anillada tomando el Sol en comunidad
Lémures de cola anillada tomando el Sol en comunidad(Pixabay/NickyPe)Creative Commons

No siempre es fácil separar la buena ciencia de las patochadas, sobre todo cuando ambas coquetean con lo motivacional. Muchas pseudociencias buscan las moralejas amables, esas que nos hacen sonreír y asentir sin el menor criterio. Nadie duda del sentido que puedan tener frases como “un amigo es un tesoro” o “una madre es una madre” y algo parecido ocurre cuando nos dicen que una investigación ha demostrado que, por ejemplo, ser criado en un entorno amoroso reduce el riesgo de desarrollar trastornos mentales como adulto. ¿Existe un estudio que diga tal cosa? Posiblemente sí, pero lo que podemos afirmar sin duda alguna es que hay otros que apuntan en una escala de grises inquietante. No todo lo “bonito” es cierto y, por desgracia, no todo lo cierto es bonito. Precisamente por eso es tan interesante el resultado de uno de los últimos estudios publicado en Nature.

En él se plantea que existe una correlación entre lo social que es una especie animal y su longevidad. Dicho de otro modo: que las especies animales que viven en grupo tienden a vivir más tiempo. Es un gran ejemplo de lo que decíamos. Estamos dispuestos a comprar la afirmación sin apenas dudarlo, pero en realidad no es tan evidente. Pensemos por un momento en posibles problemas derivados de la vida en comunidad. Por quedarnos en los más evidentes: cuantos más individuos convivan, más fácil es contraer enfermedades infecciosas y que se produzcan brotes en la comunidad. Otro ejemplo interesante es el alimento: un individuo solitario tendrá relativa facilidad para encontrar suficiente comida para subsistir, pero si tiene que alimentar a toda una familia, la cosa cambia. Por eso era necesario hacer un estudio y, por una vez, los resultados de la ciencia más rigurosa coinciden con nuestras intuiciones más emocionales.

Murciélago contra el ratón

Un dato bastante recurrente en la lista de curiosidades zoológicas es que existe cierta correlación inversa entre la frecuencia cardiaca de una especie y su longevidad. Cuando se muestran distintas especies en un gráfico donde un eje representa su esperanza de vida y el otro los latidos que da su corazón por minuto, encontramos una diagonal que emerge del eje de coordenadas hacia arriba y a la derecha, indicando una correlación fuerte. De ese modo, animales pequeños con frecuencias cardiacas altas tienden a vivir menos que otros más grandes, con latidos lentos y un metabolismo más relajado. Sin embargo, aunque esta regla funciona bastante bien, no es perfecta, y nos plantea dudas como “por qué los murciélagos viven más de 30 años, mientras que los ratones apenas viven 2, a pesar de tener un metabolismo relativamente parecido.

La respuesta podría estar en su forma de vida, y eso es lo que sugiere el estudio en cuestión. Tras analizar casi 1000 especies animales diferentes, los investigadores separaron las especies en tres grupos en función de si vivían en soledad, en pareja o en grupos y, a continuación analizaron si había una diferencia significativa entre la esperanza de vida de los animales que componían cada uno de los tres grupos. Sorprendentemente, así era. Animales gregarios, como los lémures de cola anillada, las cebras y los elefantes viven más años que otras especies solitarias, como los manatíes, los osos hormigueros o las ardillas. Esto resulta especialmente interesante para el caso de los murciélagos, donde la mayoría de las especies son gregarias. Tal vez, la diferencia de longevidad entre los murciélagos y otros pequeños mamíferos de un metabolismo similar tiene que ver con este dato.

El verdadero motivo

Ahora bien, aquí está el truco, porque nada de esto significa que “el poder de la amistad” nos mantenga sanos. Porque, en realidad, sabemos que incluso en seres humanos, vivir en comunidad, mejor la salud, pero ¿por qué? La clave podría estar en la genética y el sistema inmunitario de los organismos gregarios. Esto no significa que ser gregarios haya cambiado su genética para hacerlos más longevos, sino que las adaptaciones evolutivas que les permiten ser gregarios podrían tener otros efectos beneficiosos, entre ellos, la longevidad. Pensémoslo así, aunque todavía sea un poco especulativo: si vivir en comunidad es un riesgo para contraer enfermedades infecciosas, sería esperable que los animales adaptados para vivir en comunidad tuvieran un sistema inmunitario más competente que aquellos que no.

Todavía queda muchísimo por investigar y puede que los siguientes pasos demuestren que la interacción social no es tan directamente responsable como creemos, pero sea como fuere, por ahora podemos disfrutar de ese extraño momento en el que la ciencia respalda nuestros refranes más edulcorados con aquello de: quien tiene un amigo, tiene un tesoro.

QUE NO TE LA CUELEN:

  • En el mismo estudio reconocen algunas de sus limitaciones. Por ejemplo: no han analizado las diferencias entre individuos de una misma especie cuando unos llevan una vida social y otros pasan sus días en soledad.

REFERENCIAS (MLA):