Carrera espacial
Se acabó la seguridad para los astronautas: para vencer a China, los Estados Unidos quieren arriesgar la vida de sus científicos
La nueva carrera espacial contra China pone a una NASA debilitada por recortes y sin liderazgo ante una peligrosa encrucijada: acelerar la vuelta a la Luna, aunque ello suponga comprometer la seguridad de sus misiones
«Estados Unidos vencerá a China en la carrera lunar». Con esta promesa, transmitida en una comunicación interna, el administrador interino de la NASA, Sean Duffy, ha intentado insuflar moral a una agencia espacial que vive horas bajas. La garantía de que la victoria será «rápida y segura» busca proyectar una confianza que, sin embargo, choca frontalmente con un panorama lleno de incertidumbre y crecientes dificultades para el programa espacial norteamericano.
Sin embargo, es el propio Duffy quien ha puesto sobre la mesa una de las principales debilidades de su estrategia. El administrador interino, cuya doble función como secretario de transporte añade una capa extra de complejidad a su gestión, ha admitido que la seguridad de los astronautas podría frenar el avance de Estados Unidos, unas palabras que han hecho saltar las alarmas en el Congreso ante el temor de que Pekín tome la delantera en el regreso a nuestro satélite.
De hecho, las dudas sobre la capacidad de Washington para cumplir sus plazos no se deben solo a la competencia externa, sino a una situación interna muy delicada. La NASA se enfrenta a un vacío de poder en su cúpula, con un liderazgo interino que se alarga ya ocho meses desde el inicio del mandato de la actual administración. A esta inestabilidad se suman problemas de financiación, con una propuesta presupuestaria para 2026 que amenaza con drásticos recortes. Tal y como han publicado en Futurism, este escenario ha forzado a la agencia a reorientar sus esfuerzos, priorizando la exploración espacial sobre las ciencias de la Tierra para concentrar sus escasos recursos en la pugna por la Luna. Este enfoque en la Luna no significa que se abandonen otros objetivos de gran calado, pues en el horizonte también se perfila una ambiciosa misión a Marte que podría cambiarlo todo y que compite por la atención y los recursos.
El gigante asiático, mientras tanto, no espera
Por otro lado, la determinación con la que avanza China contrasta con las tribulaciones estadounidenses. El programa espacial de Pekín no solo parece inmune a las dudas, sino que ya ha conseguido hitos técnicos de gran envergadura para su futura misión lunar, como las pruebas exitosas de su módulo de aterrizaje, del cohete de transporte y de la cápsula que llevará a sus astronautas. Estos avances en infraestructura son cruciales, ya que el objetivo final es potenciar la investigación científica, similar a los descubrimientos que ya se están haciendo en otros mundos, como cuando un rover en Marte rompió una piedra y encontró algo inesperado en su interior.
Este progreso choca de frente con las dificultades del programa Artemis de Estados Unidos. La iniciativa norteamericana acumula retrasos y sobrecostes considerables, y su componente clave, el módulo de alunizaje desarrollado por la compañía SpaceX, todavía no ha sido capaz de completar un solo vuelo con aterrizaje satisfactorio. Un cúmulo de obstáculos que siembra serias dudas sobre la promesa de una victoria rápida y segura en la nueva era de la conquista espacial.