Espacio
China lanza tres astronautas y tensa un poco más el pulso espacial con Estados Unidos
El espacio será de quien primero reclame su explotación y las grandes potencias lo tienen claro
“Que el vasto espacio sea testigo de la infinita lealtad de los soldados espaciales chinos”. Así hablaba hace unos días el comandante de la misión tripulada que China lanzó hace apenas unas horas. A las 11:17 hora peninsular del 24 de abril de 2025, el gigante asiático escribió una nueva página en su diario espacial. Un texto que siempre ha estado teñido de política y que, ahora, resulta más desafiante que nunca. Aunque suene extraño, esta es la segunda carrera espacial que vivimos como civilización, pero no será la última. La Guerra Fría hizo evidente que las enormes inversiones en exploración espacial tenían, en gran medida, un propósito político. Desde que EE. UU. y la URSS unieron fuerzas en la estación espacial internacional, las tensiones se relajaron y la dimensión política del espacio ha pasado desapercibida… hasta ahora.
Durante los últimos años, las grandes potencias mundiales han alimentado el nacimiento de empresas espaciales privadas, acelerando los acontecimientos y atrayendo la atención del público. Ahora, Trump ha puesto sobre la mesa unas cartas que llevaban tiempo en la mano de Estados Unidos: conquistar el espacio. O, para ser más preciso, los recursos y el interés militar que el espacio puede ofrecer. Es una cuestión económica y política, un pulso entre titanes en el que China está aguantando formidablemente. De hecho, podríamos decir que se han puesto en cabeza por delante de Artemis (el programa estadounidense que pretende establecer una base lunar). En este caso, el despegue no ha sido un gran hito técnico, pero sí un recordatorio de la presencia del país de los mil años, que pretende sumar milenios a su nombre, conquistando la eternidad en las estrellas.
Shenzhou-20
La misión en cuestión, conocida como Shenzhou-20, ha lanzado a tres taikonautas (astronautas chinos) en el cohete Long March 2F. En realidad, se trata de un viaje de ida a la estación espacial china, Tiangong, donde pasarán 6 meses realizando labores de mantenimiento e investigaciones científicas. Actividades que nos parecen excepcionales por el contexto espacial pero que, entre los delgados muros de Tiangong, son rutinarias. De hecho, Chen Dong, Chen Zhongrui y Wang Jie reemplazarán a los tres taikonautas que llegaron con la misión Shenzhou-19. Lo que estamos viendo es una suerte de cambio de guardia que no tiene demasiada trascendencia en sí mismo, pero que forma parte de una de las situaciones geopolíticamente más complejas del presente.
Lo que sí resulta más relevante es la estación espacial en sí misma. Con la cercana retirada de la Estación Espacial Internacional en 2030 (y a falta de que se lance un sustituto) Tiangong se convertirá en la única estación espacial activa y operativa en órbita. Dicho de otro modo: Estados Unidos tiene apenas cinco años antes de regalarle el liderazgo en presencia espacial orbital a China. Proyectos estadounidenses como Axiom Space Station, con un primer módulo previsto para 2026, Starlab, planeada para 2028, y Orbital Reef, con un lanzamiento estimado entre 2027 y 2030, refuerzan la apuesta de EE.UU. por estaciones comerciales, que podrían sustituir parcialmente a la Estación Espacial Internacional. Aun así, la ventaja temporal de Tiangong podría consolidar a China como líder en la órbita terrestre baja durante varios años tras 2030.
[[H2:Mientras tanto… ciencia]]
Pero, aunque cinco años son tan cortos para la exploración espacial, para nosotros pueden ser eternos. Cuando acaben, Trump habrá abandonado la Casa Blanca y quién sabe en qué día caerá la Semana Santa. Durante ese tiempo, podemos concentrarnos en la actividad científica que realizan este tipo de agencias. En el caso de los tres nuevos taikonautas en Tiangong, destinarán los próximos 6 meses a realizar 59 experimentos científicos y tecnológicos que estudiarán disciplinas tan variadas como la biomedicina y los materiales superconductores. Conocimiento que acabará traduciéndose en beneficios para la humanidad, como tantas otras veces ha propiciado la exploración espacial.
Es difícil saber cómo acabará esta carrera, pero todo apunta a que la escalada no ha hecho más que comenzar. Con Musk como mano muy derecha y Jared Isaacman al frente de la NASA, Trump se ha asegurado un contexto no solo receptivo, sino entusiasmado con la colonización espacial. China, en cambio, sigue manteniendo un perfil mediático bajo en occidente, pero avanza constante y cumpliendo plazos en su plan para levantar una base en la Luna. Mientras, la mayoría de los países somos testigos de cómo los grandes se reparten el espacio y, por lo tanto, el futuro de todos nosotros.
QUE NO TE LA CUELEN:
- El Tratado del Espacio Exterior de 1967 establece que los cuerpos celestes (incluyendo la Luna), no pueden ser objeto de apropiación por parte de ningún Estado. Sin embargo, esto no prohíbe la explotación de los recursos espaciales. Esto deja abierto un amplio abanico de problemas y la posibilidad de que, si su explotación está permitida, a efectos prácticos un país pueda gozar de determinadas regiones en el espacio como si sí fueran de su propiedad. La necesidad de un nuevo tratado es acuciante. Uno que reduzca la ambigüedad y se adelante a los problemas que terminarán emergiendo más pronto que tarde.
REFERENCIAS (MLA):
- Beil, Adrian. "China launches three taikonauts to Tiangong, commercial sector continues to expand." NASASpaceflight.com, 23 abr. 2025, https://www.nasaspaceflight.com/2025/04/china-roundup-04242025/.