Incógnita
No es un choque de agujeros negros: la extraña señal cósmica que abre la puerta a un universo paralelo
Una brevísima onda gravitacional detectada en el cosmos abre un debate fascinante: ¿la colisión de dos agujeros negros o la prueba de un agujero de gusano que conecta con otro universo?
Un eco fugaz llegado desde las profundidades del cosmos tiene a la comunidad científica debatiendo entre la física conocida y las fronteras de la ciencia ficción. En 2019, los observatorios LIGO y Virgo captaron una onda gravitacional bautizada como GW190521. La señal resultó anómala por su brevedad, pues duró menos de una décima de segundo, y por la ausencia del característico «chirrido», ese preludio sonoro que delata a dos agujeros negros en su danza orbital antes de fundirse en uno solo.
De hecho, este silencio previo abrió la puerta a un misterio que todavía busca una respuesta definitiva. La explicación principal, y la más conservadora, apunta a que la señal fue el resultado de un encuentro fortuito. En lugar de un largo baile cósmico, dos agujeros negros se habrían topado de forma casual para colisionar y fusionarse casi de inmediato. Un choque directo de esta naturaleza explicaría por qué la onda gravitacional carecía de la fase de acercamiento progresivo que se había observado en detecciones anteriores.
Por otro lado, ha surgido una teoría alternativa que explora posibilidades mucho más exóticas. Un grupo de investigadores propone que GW190521 podría no ser la señal directa de una colisión en nuestro universo, sino el eco de un evento similar ocurrido en un universo paralelo, tal y como informa ScienceAlert. Según este modelo, la onda habría viajado hasta nosotros a través de un agujero de gusano en el preciso instante de su colapso, lo que daría cuenta de su naturaleza abrupta y su corta duración. Esta hipótesis se suma a otras propuestas que desafían nuestra comprensión de la realidad, como la que postula que vivimos en una simulación, un debate que también divide a la comunidad física.
Dos modelos enfrentados para un mismo eco cósmico
Para evaluar ambas hipótesis, los científicos compararon los modelos matemáticos de las ondas generadas en cada uno de los dos escenarios. El análisis de los datos arrojó un resultado tan fascinante como ambiguo, ya que el modelo de la fusión estándar entre dos agujeros negros se ajusta ligeramente mejor a la señal registrada. Sin embargo, la diferencia no es lo bastante concluyente como para descartar por completo la posibilidad del agujero de gusano. Este tipo de ambigüedades en la frontera del conocimiento impulsa a la comunidad científica a buscar nuevos métodos, pues ya crearon una IA para descubrir nuevas leyes de la física con la que esperan desentrañar misterios similares.
En consecuencia, la colisión, que dio como resultado un objeto con una masa 142 veces superior a la de nuestro Sol, sigue siendo un lienzo en blanco sobre el que se proyectan dos realidades cosmológicas muy distintas. La ciencia, no obstante, podría estar cerca de encontrar una respuesta. La reciente detección de un evento posterior, llamado GW231123, presenta características muy similares de brevedad y ausencia de «chirrido». Este nuevo pulso gravitacional se ha convertido en una oportunidad de oro para poner a prueba ambas teorías y comprobar cuál de ellas describe con mayor precisión estos violentos fenómenos cósmicos. La comunidad astrofísica aguarda los resultados que podrían confirmar una teoría o abrir la puerta a una física completamente nueva.