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Genética

La ciencia confirma un origen genético y evolutivo para las diferencias entre cerebros humanos: enfermedades como el alzheimer afectan diferente a hombres y mujeres

Lejos de limitarse a los cromosomas sexuales, cientos de genes actúan de forma distinta en los cerebros de hombres y mujeres, una diferencia que se forja en el útero y podría explicar la distinta incidencia de enfermedades

Hebras genéticas de moléculas de ADN magnificadas. Conceptualización 3D de cadenas de ADN bajo un microscopio. Dreamstime

La razón por la que enfermedades como el alzhéimer o el párkinson no afectan por igual a hombres y mujeres ha sido durante mucho tiempo un enigma para la ciencia. Sin embargo, un nuevo estudio arroja una luz reveladora sobre esta cuestión, y la respuesta parece encontrarse en nuestro propio código genético. Lejos de ser un órgano unisex, el cerebro humano presenta diferencias biológicas notables entre ambos sexos, diferencias que podrían ser la clave para entender nuestra distinta vulnerabilidad a ciertas dolencias neurológicas. Este enfoque biológico es clave para entender diversas condiciones, hasta el punto de que algunos estudios sugieren que el autismo podría ser un rastro de nuestro salto evolutivo.

De hecho, esta disparidad se puede medir con una precisión asombrosa. Una investigación reciente ha identificado que el cerebro humano no es idéntico en hombres y mujeres a nivel genético. Los científicos han cuantificado que un total de 610 genes se muestran más activos en los cerebros masculinos, mientras que en los femeninos la cifra es de 316. Esta actividad diferencial dibuja un mapa biológico que influye directamente en nuestra salud y comportamiento.

Sin embargo, en contra de la creencia popular, la raíz de esta distinción no reside mayoritariamente en los cromosomas sexuales X e Y. Según publica el medio ScienceAlert, el noventa por ciento de los genes implicados en esta diferenciación se localizan en los cromosomas ordinarios o autosómicos, lo que demuestra una diferenciación mucho más compleja y extendida por todo el genoma de lo que se pensaba.

El origen de las diferencias se remonta al útero

En este sentido, el estudio revela que este proceso de modelado cerebral no se produce en la edad adulta, sino que arranca desde una etapa muy temprana del desarrollo fetal. Se cree que las hormonas sexuales, como el estrógeno y la testosterona, actúan como auténticos directores de orquesta, regulando la actividad de estos cientos de genes desde el útero y esculpiendo así las particularidades de cada cerebro mucho antes del nacimiento.

Asimismo, este patrón genético no es una peculiaridad exclusiva de nuestra especie. Los hallazgos demuestran que las mismas pautas de expresión génica se encuentran en otros primates, lo que sugiere que las diferencias cerebrales entre sexos tienen un origen evolutivo profundo. Esta herencia, conservada a lo largo de millones de años, subraya la relevancia de estas distinciones biológicas y abre una nueva vía para abordar las enfermedades neurológicas desde una perspectiva más personalizada.