Medicina

La ciencia demuestra cuan especial es el vínculo materno

El mecanismo por el cual el sistema inmunológico se ajusta durante y después del embarazo podría extenderse a la investigación de vacunas y trasplante de órganos

Niña abrazando una barriga de embarazada
Niña abrazando una barriga de embarazada Tawny Nina BothaPixabay

Hoy en día, cuando alguien se plantea tener un bebé, lo primero que suele considerar es cómo cambiará su vida a nivel social y económico. Preguntas como “¿voy a poder asumir los gastos de una nueva criatura?”, “¿podré reducir la jornada laboral para llevarlo al colegio?” o “¿seguiré viendo a mis amigos?” son de lo más comunes. Un nuevo miembro en la familia es, claramente, un giro de 180 grados en la vida de cualquiera.

Sin embargo, al cuerpo de la futura gestante le importan más bien poco estas cuestiones. Suficiente trabajo tiene con hacerle hueco a un inquilino más en su interior. En el momento en el que el óvulo y el espermatozoide se unen, un torbellino de cambios fisiológicos se abre paso para hacer posible el desarrollo de una nueva vida.

El embarazo es uno de los procesos naturales que más nos ha llamado la atención a lo largo de la historia. Sin embargo, son muchas las cosas que aún se desconocen de él.

Éste es el caso de los cambios producidos en el sistema inmunológico, el encargado de defendernos de agentes externos. Pese a observar que existía una conexión entre el sistema inmune de la madre y el feto, el proceso por el cual ambos individuos seguían “conectados” tras el embarazo no había sido estudiado hasta el momento.

Es por ello que el equipo Sing Sing Way, de la División de Enfermedades Infeccionas (Cincinnati Children’s), ha querido estudiar en profundidad este aspecto del embarazo.

Los resultados, más allá de lo esperado, revelan una conexión celular entre madre y criatura mucho más íntima de lo conocido hasta el momento. El nuevo vínculo entre ambos podría llegar a extrapolarse a campos comolas vacunas o la donación de órganos.

A tu cuerpo no le gustan las visitas

No es porque seas un ser huraño, sino que el cuerpo tiende a defenderse de cualquier desconocido.

Tu sistema inmunológico reconoce todas las partes que conforman tu ser. Es por ello que, cuando aparece un cuerpo extraño en la fortaleza, se activan las defensas.

Generalmente, se trata de virus o bacterias, que suelen provocarnos enfermedades. En estos casos, una buena defensa es más que necesaria. Por desgracia, también se activa frente a los órganos trasplantados y las prótesis.

Así pues, para evitar sufrir rechazo, los pacientes deben tomar unos medicamentos llamados “inmunosupresores”, que disminuyen la reacción del sistema inmune frente a estos intrusos deseables.

Pero ¿qué ocurre cuando se está formando el feto? Claramente no es parte de nosotros y, sin embargo, se mantiene ahí sin ser atacado por las defensas.

En estos casos, el cuerpo se ajuste para que el sistema inmunológico no ataque a la nueva vida que se está formando en su interior. Para ello, las llamadas “células T inmunosupresoras” reconocen específicamente al feto y enseñan al resto del sistema inmunitario a retirarse a medida que se va desarrollando el embarazo. Una tarea nada sencilla si nos paramos a pensar que, hasta el momento, no hemos sabido reproducir este mecanismo en el caso de los trasplantes de órganos.

Un vínculo de por vida

Los investigadores descubrieron que, además de estos ajustes durante el embarazo, el sistema inmunitario mantiene durante años la capacidad de reconocer los bebés que provienen de la misma pareja. Este hecho no es baladí, ya que las células T supresoras, por lo general, requieren de un contacto constante con el cuerpo extraño para mantenerse activas.

El estudio, publicado este viernes en Science, arroja un poco más de información al asunto.

Se ha observado que, después de dar a luz, una pequeña población de las células del bebé permanece en el interior de la madre, sirviendo como referencia para las células T. Se han llegado a encontrar cantidades muy pequeñas en el corazón, el hígado, el intestino, el útero y en otros tejidos.

Pero esto no ocurre solo en las madres, sus descendientes también guardan parte de las células maternas. Este descubrimiento ayuda a explicar por qué los trasplantes de órganos por parte de la madre tienen una tasa de éxito mayor en comparación con los realizados con órganos paternos.

Solo puede quedar una

Pero entonces ¿qué ocurre si una madre tiene más de un hijo? ¿Y si la hija tiene descendencia?

La cruda realidad es que solo podemos mantener en el cuerpo un juego de células “externas”. Es decir, la madre mantiene las células del último hijo que engendró. Por otra parte, cuando una mujer queda embarazada, rechaza las células antiguas de su madre para darle paso a las del nuevo bebé. Podríamos decir, tristemente, que la hija adulta “olvida” inmunológicamente a su madre.

Sin embargo, la nueva investigación también muestra que las madres nunca olvidan completamente a sus hijos. Observaron que un pequeño número de células T supresoras de cada embarazo podían vivir de forma latente dentro de la madre.

Ciertamente, el vínculo que se genera entre una madre y un hijo es único. Y ahora, la biología pone su granito de arena para confirmarlo.

QUE NO TE LA CUELEN:

  • En los últimos años ha aumentado la conciencia de que el suministro de vacunas en mujeres embarazadas puede proteger a los recién nacidos de futuras enfermedades mucho antes de que los bebés puedan recibir directamente las vacunas.
  • Ya se está estudiando qué ocurre en el cuerpo de las mujeres cuando el embarazo es interrumpido. Creen que su sistema inmunológico también puede "recordar" los malos resultados de la misma manera que recuerda los buenos.

REFERENCIAS (MLA):

  • Tzu-Yu Shao. Reproductive outcomes after pregnancy-induced displacement of preexisting microchimeric Science cells10.1126/science.adf9325