La ciencia detrás de la "piel de gallina": ¿Por qué sucede y qué nos dice acerca de nuestra evolución?

La "piel de gallina" es un fenómeno bastante fascinante que todos hemos experimentado, pero ¿alguna vez te has preguntado por qué ocurre? Esta reacción es un legado de nuestros ancestros animales y se debe a la contracción de diminutos músculos adheridos a cada uno de nuestros pelos. Cuando estos músculos se contraen, provocan pequeñas depresiones en la piel, lo que hace sobresalir el área circundante, dando el aspecto que conocemos como "piel de gallina".

Un vestigio evolutivo

Para la mayoría de los mamíferos, que poseen una abundante capa de pelo, este intrigante fenómeno sirve como un eficaz mecanismo de defensa contra el frío extremo. Al erizarse el pelo, se forma una barrera de aire que actúa como aislante térmico, reteniendo el calor corporal y ayudando al animal a mantener una temperatura corporal estable. Sin embargo, en los seres humanos, cuya cobertura de pelo es considerablemente menos densa, este mecanismo ha perdido su utilidad principal. A pesar de ello, la "piel de gallina" persiste en nosotros como un fascinante vestigio de nuestros ancestros.

Además de ser una reacción al frío, el pelo de muchos animales se eriza en otras situaciones. Cuando los mamíferos (entre los que se encuentran los humanos) perciben una amenaza, también se les eriza el pelo. Esta es una manifestación de su estado de alerta y preparación ante un posible conflicto. De manera similar, los humanos también experimentamos "la piel de gallina" en situaciones amenazantes, como al ver una película de terror. Esta respuesta automática es un testimonio de nuestro patrimonio evolutivo y un recordatorio de nuestra conexión con el mundo animal.

Esta reacción también puede ser desencadenada cuando nos enfrentamos a situaciones que son emocionalmente potentes y conmovedoras. Por ejemplo, al escuchar una canción que nos toca el corazón de una manera especial, posiblemente porque evoca recuerdos y emociones profundas. Otra forma en que esta reacción puede ser desencadenada es al recordar experiencias pasadas que tuvieron un impacto significativo en nuestras vidas, momentos que nos marcaron de una manera importante y que, al ser recordados, desencadenan una oleada de emociones intensas y nostálgicas.

La hormona responsable de desencadenar esta reacción es la adrenalina, una potente hormona del estrés que se produce en las glándulas suprarrenales, situadas sobre los riñones. La adrenalina no solo provoca la contracción de los músculos de la piel, sino que también desencadena una serie de otras reacciones fisiológicas en el cuerpo. En situaciones de estrés, como el miedo o la ira, los mamíferos liberamos adrenalina y, en consecuencia, se nos eriza la piel. Otros signos de esta liberación de adrenalina incluyen las lágrimas, la sudoración de las palmas, el temblor en las manos, el aumento de la presión arterial, la aceleración del ritmo cardíaco y la sensación nerviosa de "mariposas" en el estómago.