Antropología

Encuentran indicios de neurocirugía en la Edad del Bronce

Dos hermanos de buena cuna nacidos hacen más de 3 mil años murieron, posiblemente, de una grave infección

Contexto bioarqueológico de este estudio. A: Estructura doméstica del Área H (H-15), con la Tumba 45 resaltada en amarillo. B: Fotografía in situ de la exposición temprana del contexto funerario. C: Dibujo compuesto de todas las capas. Individuo 1 en azul, Individuo 2 en verde, restos faunísticos en naranja.
Contexto bioarqueológico de este estudio. A: Estructura doméstica del Área H (H-15), con la Tumba 45 resaltada en amarillo. B: Fotografía in situ de la exposición temprana del contexto funerario. C: Dibujo compuesto de todas las capas. Individuo 1 en azul, Individuo 2 en verde, restos faunísticos en naranja.Kalisher et al.PLOS ONE

Con mucha frecuencia la ciencia nos muestra los lados más oscuros del presente y nos hace temer por el futuro, pero, en ocasiones, también nos invita a agradecer no haber nacido en el pasado. En ciertos aspectos v, el mundo era mucho más peligroso por aquel entonces. Una simple infección podía llevarnos por delante y, aunque ahora siguen siendo un riesgo en determinadas zonas del mundo, las infecciones causaban, por aquel entonces, un porcentaje muy superior de las muertes. Y lo sabemos porque, a su paso, el cuarto jinete del apocalipsis ha dejado las huellas de sus cascos hendidas en nuestros huesos. Es la paleopatología la que abre esa puerta y, como si fuera un detective, interpreta las peculiaridades de un esqueleto para reconstruir su vida y, sobre todo, su muerte.

En esta línea, una nueva investigación ha encontrado dos esqueletos humanos en la excavación de Megiddo, en Israel, dos esqueletos realmente peculiares. La tumba data de la Edad de Bronce Tardía (alrededor de1550-1450 a.C.) y las pruebas de ADN sugieren que los individuos enterrados son hermanos. No obstante, nada de esto es lo que realmente nos interesa. Porque, en realidad, lo que llama la atención es que sobrevivieran hasta una edad madura a pesar de sus muchas muestras de enfermedad. Uno de ellos parece haber padecido una enfermedad genética similar a la displasia cleidocraneal. Ambos parecen tener señales de una infección crónica aparentemente compatible con la lepra. Y, por si esto fuera poco, en el cráneo de uno de los dos se distingue una trepanación, convirtiéndolo en uno delos primeros casos de neurocirugía registrados en Europa.

Trepanaciones para principiantes

Hace ya muchísimo tiempo que el ser humano intuye la relación entre “cabeza” y “cognición” y claro, ¿qué mejor forma de sacar algo del cráneo que perforándolo? Así surgieron las trepanaciones. Los guanches, por ejemplo, tenían una amplia tradición trepanando enfermos, al igual que poblados palafíticos al otro lado del mundo, en Sudamérica y tantas otras culturas a lo largo y ancho del planeta. La técnica era sencilla: se retiraba parte de la piel y, una vez expuesto el hueso, empezaban a raspar el cráneo con una piedra afilada. Barrenando la superficie se iban abriendo camino hasta el interior, descubriendo las meninges, esas membranas que rodean el encéfalo.

Se trataba de una práctica brutal, muchas veces sin anestesia, sometiendo al paciente a dolor óseo, uno de los más intensos imaginables. Sin embargo, a pesar de la carnicería y de la posibilidad de que se infectara el sistema nervioso, muchos sobrevivieron. Y no se trata de especulaciones, sino de otra pista que nos dan los propios huesos. Al limar el tejido óseo este se queda liso y con los bordes rectos dando un aspecto bastante artificial. Sin embargo, si el paciente tiene la suerte de sobrevivir el hueso se recupera. Unas células llamadas osteoblastos comienzan a producir nuevo tejido óseo más rápido de lo que sus compañeras, los osteoclastos, lo destruyen. Por lo general el hueso está en un equilibrio entre la construcción y la destrucción, pero en estos casos la balanza se inclina y comienza a repararse.

En algunas ocasiones el agujero se cierra del todo, en otras no, pero en cualquiera de ellas el resultado no es una reparación perfecta, sino que los osteoblastos suelen animarse y producir más hueso. Así es como se generan cicatrices que pueden ser distinguidas a simple vista, o bajo el microscopio, al ver un tejido desorganizado contrastando con el original. De este modo, que bastantes de los huesos trepanados tuvieran los bordes engrosados e irregulares nos dice que algunos enfermos siguieron con vida tiempo después de la “operación”, al menos unos meses.

La salud del rico

Los dos restos encontrados en Megiddo son buenos ejemplos de que no siempre sobrevivía el más fuerte. Cierto es que la trepanación no parece cicatrizada, pero uno llegó a los 20 y otro los superó, alcanzando una edad indeterminada (aunque por debajo de los 40 años). Para los investigadores, esto no es tanto un logro de la medicina, sino un ejemplo de cómo el estatus socioeconómico afecta en nuestra salud. En el caso de los hermanos, podemos intuir que formaban parte de una casta acomodada y eso explica, en parte, que hubieran logrado sobrevivir durante unos años a la enfermedad que les aquejaba.

Las familias acomodadas podían evitar los trabajos más peligrosos y se permitían el descanso. Estaban mejor alimentadas y todo eso, en resumen, contribuye a que desarrollen una mejor salud. Todavía no podemos asegurar que estos hermanos tuvieran lepra. Ni siquiera que el motivo de su relativa longevidad fuera su desahogo “económico”, pero es una prueba más de ello y, tal vez, en unos años, entendamos lo suficiente sobre trepanaciones como para confirmar nuestras sospechas.

QUE NO TE LA CUELEN:

  • La paleopatología tiene sus límites y, en realidad, no podemos saber si un paciente ha fallecido inmediatamente después de una trepanación, justo antes o durante la misma. Hablamos de aproximaciones más gruesas como, por ejemplo: que no sobrevivió durante unos pocos días tras el tratamiento. Ese es este caso y, por lo tanto, no podemos saber qué acabó exactamente con los hermanos.

REFERENCIAS (MLA):

  • Cranial trephination and infectious disease in the Eastern Mediterranean: The evidence from two elite brothers from Late Bronze Megiddo, Israel. PLoS ONE. 10.1371/journal.pone.0281020