Tormenta solar

La ESA alerta de una tormenta solar "severa" hoy: satélites, redes eléctricas y sistemas de navegación pueden verse afectados

Una serie de potentes erupciones solares ha activado las alarmas de la Agencia Espacial Europea por el riesgo de alteraciones tecnológicas, aunque los expertos descartan consecuencias directas para la población

La Agencia Espacial Europea (ESA) ha avisado de que se aproxima una tormenta solar a la Tierra, por lo que está monitoreando activamente la severa meteorología espacial prevista para estos días. Durante los días 11 y 12 de noviembre de 2025, una sucesión de llamaradas y eyecciones de masa coronal (CME) ha provocado una de las tormentas geomagnéticas más intensas de los últimos años, con un nivel de alerta que llegó a situarse en G4 (severa), según la Agencia Espacial Europea (ESA) y la Administración Nacional Oceánica y Atmosférica de EE. UU. (NOAA).

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El fenómeno, que continúa bajo vigilancia, podría prolongarse hasta el 14 de noviembre y afectar de forma puntual a satélites, sistemas GPS y comunicaciones por radio. Aun así, tanto la ESA como la Agencia Espacial Española (AEE) aseguran que no existe riesgo biológico directo ni motivos para la alarma ciudadana.

¿Qué es una tormenta solar?

En términos sencillos, una tormenta solar es un fenómeno causado por la actividad del Sol, cuando libera una enorme cantidad de energía y partículas cargadas al espacio. Estas explosiones, conocidas como llamaradas solares o eyecciones de masa coronal, pueden recorrer millones de kilómetros hasta llegar a la Tierra y chocar con su campo magnético. Cuando eso ocurre, se produce una tormenta geomagnética, una alteración temporal del entorno espacial que rodea al planeta.

En concreto, la tormenta solar de esta semana comenzó este martes con una fulguración solar de clase X5.1, una de las más potentes del ciclo solar 25, que liberó una cantidad de energía equivalente a miles de bombas nucleares. Minutos después, una eyección de masa coronal, una nube de plasma cargada eléctricamente, fue lanzada hacia la Tierra a una velocidad de 1.500 km por segundo.

Esta eyección se sumó a otras dos registradas los días 7 y 9 de noviembre que alcanzaron la Tierra el día 11, y al coincidir en el tiempo, golpearon la magnetosfera terrestre en cadena, intensificando el impacto geomagnético. “Nuestro planeta fue alcanzado por tres eyecciones sucesivas, algo que no ocurre con frecuencia y que aumenta la perturbación en el campo magnético”, explicó Juha-Pekka Luntama, jefe de la Oficina de Clima Espacial de la ESA.

La agencia europea monitoriza la evolución desde sus centros de observación en Darmstadt (Alemania) y Villafranca (España), donde se analizan las partículas energéticas y las fluctuaciones del viento solar que inciden sobre la Tierra.

¿Qué efectos puede tener en la Tierra?

A diferencia de los terremotos o huracanes, las tormentas solares no se sienten ni se ven directamente, pero su impacto puede ser enorme en el mundo moderno. Cuando las partículas solares alcanzan la Tierra, distorsionan el campo magnético y pueden generar corrientes eléctricas inducidas en infraestructuras metálicas como oleoductos o líneas de alta tensión.

También pueden alterar las señales de los satélites, afectar la precisión del GPS o causar errores en los sistemas de navegación y comunicaciones por radio. En casos extremos, este tipo de tormentas ha llegado a provocar apagones eléctricos, como ocurrió en Quebec (Canadá) en 1989.

En el caso actual, la Agencia Espacial Española ha confirmado que España no se encuentra entre las zonas de mayor riesgo, gracias a su latitud media. Los posibles efectos se limitarían a interferencias puntuales en las comunicaciones de alta frecuencia o pequeñas desviaciones en la precisión del GPS, sin consecuencias graves para infraestructuras críticas.

“Todo apunta a que los efectos en nuestro país serán leves y de corta duración”, señalaron fuentes del Ministerio de Ciencia, que mantienen coordinación directa con la ESA y la NOAA.

Uno de los efectos más visibles de estas tormentas es también el más espectacular: las auroras polares. La corriente de partículas solares excita los átomos de oxígeno y nitrógeno en la atmósfera, generando cortinas de luz que podrían incluso ser visibles esta semana desde latitudes más bajas de lo habitual, como el norte de Europa o Escocia.

Más allá de la belleza de las auroras boreales, estos episodios sirven para recordar la vulnerabilidad de la tecnología moderna ante fenómenos naturales. Satélites, redes eléctricas, sistemas de comunicación o navegación dependen de un equilibrio delicado con el entorno espacial.

Tanto la ESA como la NOAA disponen de una red de observatorios y sondas, como el satélite Solar Orbiter, de fabricación europea, dedicadas a monitorizar la actividad del Sol y emitir alertas con horas o días de antelación. Esta vigilancia constante permite a las compañías eléctricas y operadores de satélites activar protocolos preventivos, reduciendo el impacto potencial.

Por ahora, la tormenta solar de noviembre de 2025 se mantiene bajo control. Pero los expertos recuerdan que estamos entrando en la fase más activa del ciclo solar, que culminará en 2026. Es decir, el Sol aún tiene mucho que decir.