Paleoantropología

Este antepasado nuestro amplia el mapa de la evolución

Hasta ahora solo se habían encontrado restos de esta especie en una región muy específica del planeta, pero el hallazgo habla de un “viaje” mayor del que se creía.

Evolución
Mandíbula fosilizada encontrada en TaiwanChun-Hsiang Chang, Jay ChangChun-Hsiang Chang, Jay Chang

Los últimos años han mostrado un mapa de nuestros ancestros mucho más amplio y variado del que suponíamos. Si bien es difícil determinar el número exacto de especies descubiertas desde el año 2000, los estudios señalan que al menos la mitad de las más de 20 especies de homininos (Hominina) conocidas se basan en fósiles desenterrados en los últimos 30 años.

Pero a esto hay que sumarle un elemento más. No solo se trata de nuevos miembros de la familia de los homininos, algo que sin duda aporta importante información a la evolución, también tiene que ver con su “viaje” por el planeta y el tiempo y su convivencia con otros miembros de la familia Hominina, es decir los Homo sapiens y nuestros antepasados directos.

Comprender este periplo nos ayuda a explicar de dónde vienen nuestros genes, los caminos de la evolución y posibles enfermedades que nos persiguen como especie. En este sentido, los denisovanos (al igual que los neandertales) se han convertido en uno de los “favoritos” de antropólogos y paleoantropólogos.

Los estudios muestran que los denisovanos estaban estrechamente relacionados con los neandertales y se cruzaron con ellos y también con nosotros, los humanos modernos. Sin embargo, fuera de Siberia, solo se ha encontrado evidencia genética directa de los denisovanos en la meseta tibetana. Si bien se ha propuesto que otros fósiles encontrados en el este de Asia son denisovanos, su clasificación sigue siendo incierta sin confirmación molecular.

Esto es importante porque las poblaciones humanas actuales en Asia oriental, particularmente en el sureste, poseen elementos genómicos derivados de los denisovanos, y se ha sugerido que ambos se cruzaron en la región. Sin embargo, hasta el momento, los fósiles de denisovanos identificados molecularmente son muy fragmentarios.

Hasta ahora. El hallazgo de una mandíbula fósil, bautizada Penghu 1 (por una región insular de Taiwan) tenía a los científicos desorientados. Por un lado, presentaba caracteres morfológicos distintivos y conserva rasgos arcaicos, pero se desconocía su identidad taxonómica.

Se intentó extraer ADN antiguo de este fósil, pero no se logró. Ahora, un equipo internacional de investigación de Japón, Taiwán y Dinamarca ha revelado que Penghu 1 derivó de un denisovano (macho) gracias al uso de secuenciación de sus proteínas óseas y dentales. La identificación molecular de Penghu 1, tiene importantes implicaciones para la historia evolutiva humana en Asia oriental.

Los resultados, publicados en Science, han demostrado sin dudas que los denisovanos también se distribuían en el sureste asiático. Pero hay más: el análisis reveló que las mandíbulas y los dientes de los denisovanos eran mucho más robustos que los de los neandertales y el Homo sapiens, todos contemporáneos de la época (entre 19.000 y 10.000 años atrás). Estos hallazgos han arrojado luz sobre la misteriosa apariencia y distribución de los denisovanos.

Los científicos, liderados por Takumi Tsutaya, experto en paleoproteómica de la Universidad de Tokio, han encontrado evidencia paleoproteómica en proteínas del hueso y el esmalte dental del fósil. En total se recuperaron 4241 residuos de aminoácidos, dos de los cuales eran variantes proteicas específicas del denisovano.

Según el equipo de Tsutaya estas variantes son raras en las poblaciones humanas modernas, pero presentan una mayor frecuencia en regiones asociadas con la introgresión genética del denisovano.

Además, el análisis morfológico de los restos de Penghu 1 revela una robusta estructura mandibular con grandes molares y estructuras radiculares distintivas, características que coinciden con los rasgos observados en el espécimen denisovano tibetano, lo que sugiere que estos rasgos eran característicos del linaje y posiblemente específicos del sexo.

Esto significa que estos “primos evolutivos” viajaron mucho más de lo que se pensaba y que su cultura podría ser mayor de lo que se conoce hasta la fecha. Al igual que la influencia genética en humanos actuales.