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Arqueología

¿Fue esta la primera ciudad feminista de la historia?

“Esta ciudad muestra el patrón de organización social más antiguo en sociedades productoras de alimentos y estaba centrado en las mujeres”, señala un estudio en Science.

Estatuillas desenterradas en la antigua ciudad de Çatalhöyük. Jason QuinlanJason Quinlan

Todo comenzó hace más de 30 años. En la década de 1990, el arqueólogo de Stanford Ian Hodder se hizo cargo de las excavaciones en Çatalhöyük, un asentamiento en Turquía, y sus análisis sugerían que aquella sociedad era en gran medida igualitaria, sin diferencias sociales o económicas significativas entre hombres y mujeres.

Ahora, con el objetivo de profundizar en la organización social en Çatalhöyük, un nuevo estudio publicado en Science (que incluye entre sus autores al propio Hodder), analizó el ADN de 131 esqueletos, datados entre el 7100 y el 5800 a. C., enterrados bajo el suelo de las casas.

Los resultados mostraron que la protociudad de Çatalhöyük, de 9.000 años de antigüedad, era una sociedad matriarcal. De este modo, el estudio confirma lo que los expertos llevaban tiempo sospechando: las mujeres y las niñas eran figuras clave en esta sociedad agrícola.

“Con Çatalhöyük, ahora tenemos el patrón de organización social inferido genéticamente más antiguo en sociedades productoras de alimentos – señala Mehmet Somel, coautor del estudio -. Los resultados que muestran que la ciudad estaba centrada en las mujeres”.

Ubicada en el centro-sur de Turquía, Çatalhöyük fue construida alrededor del 7100 a. C. y estuvo ocupada durante casi 1.000 años. El vasto asentamiento, que se extiende sobre 13,2 hectáreas, es conocido por sus casas a las que se accedía por los tejados, sus entierros bajo el suelo y su elaborado simbolismo, que incluía vívidos murales y una diversa colección de figurillas femeninas.

Cuando el arqueólogo James Mellaart excavó Çatalhöyük por primera vez a principios de la década de 1960, interpretó las numerosas figurillas femeninas como evidencia de una sociedad matriarcal que practicaba el culto a la “diosa madre”, quizás como una forma de asegurar una buena cosecha tras una importante transición económica de la agricultura forrajera a la agricultura basada en cereales.

El equipo de Hodder relacionó a 109 personas en 31 edificios y descubrieron que todos los familiares de primer grado (padres, hijos y hermanos) estaban enterrados juntos en el mismo edificio, mientras que los de segundo grado (tíos, tías, sobrinos, sobrinas y abuelos) y tercer grado (como primos hermanos y bisabuelos) solían estar enterrados en edificios cercanos. Esto sugiere que las familias nucleares o extensas desempeñaron un papel en la estructuración de los hogares de Çatalhöyük.

Sin embargo, el estudio también reveló otra tendencia interesante en las conexiones intergeneracionales entre los entierros en casas: se basaban principalmente en el linaje materno.

“No buscábamos específicamente estas conexiones maternas dentro de los edificios – añade Somel -, pero esto demuestra claramente que las prácticas centradas en lo masculino que se han documentado a menudo en la Europa del Neolítico y la Edad del Bronce no eran universales”.

El análisis de ADN antiguo también reveló el sexo biológico de bebés y niños pequeños, algo que no es posible determinar basándose únicamente en esqueletos hasta después de la pubertad. Una vez determinado el sexo biológico de estos niños, los investigadores identificaron una tendencia ligada al sexo femenino en los ajuares funerarios.

“El patrón de un mayor número de ajuares funerarios para bebés niñas tampoco era algo que esperábamos”, señala el estudio. Esto haría que Çatalhöyük no solo sea la sociedad más antigua donde la evidencia de ADN ha revelado una organización social centrada en lo femenino. También estaríamos ante la primera evidencia sistemática de una comunidad neolítica con una organización matrilineal continua.

“Si los patrones de sexo se invirtieran, probablemente no habría duda en concluir que las estructuras de poder patriarcales estaban en juego – señala Benjamin Arbuckle, en un editorial sobre el estudio, también publicado en Science -. Esto refleja la dificultad que tienen muchos académicos para imaginar un mundo caracterizado por un poder femenino sustancial, a pesar de la abundante evidencia arqueológica, histórica y etnográfica de que los ámbitos de poder matriarcales estaban y están ampliamente extendidos”.

Çatalhöyük, concluyen los autores, contrasta marcadamente con los patrones patrilineales observados en la Europa neolítica lo que plantea la intrigante pregunta de cuándo, cómo y por qué se produjo un cambio tan profundo en la organización social. Analizar los esqueletos de Çatalhöyük para comprender las relaciones sociales es solo el comienzo, afirmó Somel. Determinar si este yacimiento es único es un siguiente paso importante.