Evolución

Mucho más antiguo y no estaba en África: este es el cráneo que reescribe nuestro origen

Este individuo vivió antes que los neandertales, pero ya insinuaba lo que acabaríamos reconociendo como humano moderno, una especie que pone en duda la idea de una evolución lineal.

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Reconstrucción de Yunxian 2, junto a Yunxian 1 y 2 Guanghui ZhaoGuanghui Zhao

“¿Qué tiene de importante? – me pregunta mi hija -. Tiene un millón de años y es un hueso…”. Para responderle puedo disfrazarme de paleontólogo, de biólogo evolucionista o de experto en clados humanos extintos. Nada le va a responder si no llamo su interés. Entonces le hablo de botánica.

El árbol genealógico de nuestra especie ha cambiado de pino, con sus ramas bien ordenadas, a un arbusto extraño y retorcido en el que todas las ramas se mezclan y lo que creíamos hasta ayer, parece no ser cierto. Vamos por partes.

En la raíz de este árbol podríamos ubicar a los Australopithecus (entre 4 y 2,5 millones de años atrás). Son los primeros homínidos que caminaron de forma bípeda (como la famosa Lucy), pero aún tenían cerebros pequeños. No se consideran parte del género Homo. Estos llegaron un poco después con los H. habilis y H. erectus. Este último es el gran innovador: fue el primer homínido en tener proporciones corporales similares a las nuestras, en dominar el fuego y, crucialmente, en migrar fuera de África y dispersarse por Asia y Europa.

Del H. erectus, surgen especies como Homo heidelbergensis, que darían lugar a los Neandertales en Europa y Asia (junto a los enigmáticos Denisovanos), y a los Homo sapiens (nosotros) en África, hace unos 300.000 años. Todo esto se sabe por la evolución de los huesos hasta parecerse a los nuestros, el hallazgo de herramientas, la forma de la pelvis, de la columna, la extensión de las extremidades… Y se creía que era inequívoco... Hasta hace poco.

La antropología evolutiva creía que el H. sapiens y los neandertales se separaron de su último ancestro común hace unos 600.000 años, pero el descubrimiento de aquel “hueso viejo”, en verdad un cráneo prehistórico hallado en China, acaba de desmentir esa teoría. Datado en un millón de años, el cráneo pertenece a un clado humano extinto que abarca a los denisovanos, lo que indica que ya nos habíamos separado de nuestro linaje hermano antes de ese momento.

Descubierto en la provincia de Hubei en 1990, el cráneo llamado Yunxian 2 ha sido objeto de confusión taxonómica durante los últimos 35 años, principalmente porque el espécimen está muy aplastado y, por lo tanto, es difícil de estudiar. Sin embargo, debido a su antigüedad y a la forma de su caja craneana, algunos investigadores habían asumido que el cráneo pertenecía al Homo erectus.

No obstante, mediante tomografía computarizada y técnicas de reconstrucción digital, los autores de un nuevo estudio, publicado en Science, han logrado corregir las distorsiones del cráneo y construir un modelo completo del espécimen. Al hacerlo, revelaron que Yunxian 2 posee características muy extrañas: algunas típicas de homínidos más primitivos como el H. erectus, mientras que otras se asemejan más a nosotros, al Homo sapiens.

Al comparar más de 500 de estos rasgos morfológicos con otros 104 fósiles humanos, los autores, liderados por Guanghui Zhao, determinaron que Yunxian 2 pertenece al clado del Homo longi, que incluye un cráneo de 145.000 años de antigüedad identificado recientemente como denisovano. Sin embargo, Yunxian 2 en sí no es denisovano, sino que probablemente se encuentra cerca de la raíz del linaje que dio origen a esta enigmática especie.

Además, si bien anteriormente se creía que los denisovanos y los neandertales eran linajes hermanos, el análisis del equipo indica que el clado del Homo longi es, de hecho, el grupo hermano del clado del Homo sapiens.

Así, si tenemos en cuenta que Yunxian 2 tiene alrededor de un millón de años, por definición, su clado debe tener como mínimo la misma edad. Eso implica que si los sapiens y los neandertales ya se habían separado, sus grupos deben tener un origen igual o incluso más antiguo. En otras palabras, el grupo del Homo sapiens debe haber surgido hace más de un millón de años, unos 400.000 años antes de lo que sugieren ciertos modelos genómicos. Y esta es una de las claves.

Su antigüedad lo coloca antes de los neandertales clásicos y más o menos en la franja de los Homo heidelbergensis o incluso de los últimos Homo erectus. Sus rasgos recuerdan a estos dos primos lejanos nuestros, pero también hay detalles en la bóveda craneal y la cara que se acercan a los de Homo sapiens.

Esa combinación sugiere que algunas características “modernas” surgieron mucho antes de lo que pensábamos, quizá en poblaciones que convivían y se cruzaban, en vez de aparecer de golpe en un solo linaje africano. En otras palabras: este individuo vivió antes que los neandertales, pero ya insinuaba lo que acabaríamos reconociendo como humano moderno, una especie de “primo” que pone en duda la idea de una evolución lineal.

La otra clave es la ubicación. Durante décadas asumimos que la cuna de la humanidad era África, pero este cráneo hallado en Asia, demuestra que podrían existir muchas cunas… O que el continente africano no lo sea en absoluto.

“Muchos de nosotros, durante años, asumimos que África fue el lugar donde se produjeron las divergencias de estos grupos – concluye el estudio -. Pero según el análisis actual, los miembros más antiguos del clado longi son el antecesor en España y el Yunxian en China, y luego, estrechamente relacionado, está el clado sapiens, y antes de este, el clado neanderthalensis. Esto plantea la pregunta de si el ancestro común de todos esos clados vivió fuera de África”.