Ecología

Plantar árboles para reducir el CO2 no sería tan efectivo como pensábamos

"Se tendría que forestar una superficie equivalente a la superficie total sumada de EE. UU., Reino Unido, China y Rusia para secuestrar un año de emisiones", señalan los autores.

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La solución no pasa por reforestar. REUTERS/Amanda Perobelli/File PhotoLa RazónLa Razón

El cambio climático y el aumento de las [[LINK:INTERNO|||Article|||649c9fa09dc6b0e4897f9583|||emisiones de CO₂]] ha llevado a muchos a buscar alternativas rápidas y, supuestamente, eficientes, como plantar árboles. El problema de esto es que un árbol comienza a absorber CO₂ sólo a partir de los 20 años. Hasta entonces emite más de este gas (que no es toxico para el hombre, pero sí muy dañino para el clima) del que asimila. De hecho, cuatro árboles de cinco años no absorben el mismo CO₂ que uno con más de 20 y, de acuerdo con Kári Helgason, directora de la organización europea CarbFix “básicamente, cavamos en la tierra y arrancamos árboles de cientos de millones de años, en forma de combustibles fósiles, y luego procedimos a quemarlos durante un lapso de 100 años. Nunca podrá haber suficientes árboles en el mundo para rebobinar la cantidad de CO₂ que ya hemos emitido al aire; ya hemos superado ese punto".

Pese a ello, existe un auge, basado en la esperanza, pero no siempre en la ciencia, de plantaciones comerciales de árboles en un intento de compensar el exceso de emisiones de carbono. Sin embargo, los autores de un estudio publicado en Trends in Ecology and Evolution sostienen que estas plantaciones de compensación de carbono podrían tener costes para la biodiversidad y otras funciones de los ecosistemas. ¿La solución? Deberíamos priorizar la conservación y restauración de ecosistemas intactos.

"A pesar de la amplia gama de funciones y servicios ecosistémicos proporcionados por los ecosistemas tropicales, la sociedad ha reducido el valor de estos ecosistemas a una sola métrica: el carbono – señala Jesús Aguirre-Gutiérrez, líder del estudio, en un comunicado -. La política actual y la nueva no deberían promover la degradación de los ecosistemas a través de plantaciones de árboles con una visión limitada de la captura de carbono".

Los ecosistemas tropicales, que incluyen bosques, pastizales y sabanas, son sitios atractivos para las plantaciones de árboles porque su clima y sus características físicas promueven un rápido crecimiento de los árboles (y un rápido crecimiento de los árboles significa una rápida captura de carbono). Aunque algunas plantaciones de árboles implican la reforestación de tierras degradadas, en muchos casos implican forestación: plantar bosques en regiones no degradadas y previamente desforestadas, como los pastizales.

A menudo se supone que la plantación de árboles para capturar carbono también beneficia a la biodiversidad y mejora los beneficios socioeconómicos, pero el equipo de Aguirre-Gutiérrez sostiene que normalmente no es así. Los ecosistemas tropicales tienen una gran biodiversidad y brindan múltiples servicios ecosistémicos, como el mantenimiento de la calidad del agua, la salud del suelo y la polinización. En comparación, las plantaciones para captura de carbono suelen ser monocultivos y están dominadas globalmente por solo cinco especies de árboles (teca, caoba, cedro, roble y acacia) que se cultivan para obtener madera, pulpa o agrosilvicultura.

Aunque estas plantaciones pueden ser valiosas económicamente, por lo general tienen un nivel más bajo de biodiversidad. Por ejemplo, en la sabana de Brasil, un aumento del 40% en la cubierta leñosa redujo la diversidad de plantas y hormigas en aproximadamente un 30%. Estas plantaciones también pueden degradar directamente los ecosistemas al reducir el flujo de los arroyos, agotar las aguas subterráneas y acidificar los suelos.

Los autores sostienen que incluso los compromisos ambiciosos con las plantaciones de captura de carbono tendrán una capacidad limitada para capturar carbono. "La tendencia actual de plantar árboles centrados en el carbono nos está llevando por el camino de la homogeneización biótica y funcional a gran escala con poca ganancia de carbono – afirma el estudio -. Se tendría que forestar una superficie equivalente a la superficie total sumada de EE. UU., Reino Unido, China y Rusia para secuestrar un año de emisiones".

De acuerdo con los autores, hay otro problema: existen considerables incentivos financieros para que las empresas privadas compensen sus emisiones de carbono invirtiendo en la captura de carbono y que el auge de las plantaciones de captura de carbono está siendo impulsado por el dinero, no por la ecología. En comparación con parámetros como la biodiversidad y los servicios ecosistémicos, el carbono es fácil de medir y monetizar.

En lugar de centrarnos en la plantación comercial de árboles, los autores dicen que deberíamos priorizar la conservación de ecosistemas intactos. “Se debe priorizar una visión global sobre el mantenimiento del funcionamiento original del ecosistema y la maximización de tantos servicios ecosistémicos como sea posible por encima del enfoque económico actual en los proyectos de captura de carbono”, concluyen.