Anatomía
¿Por qué cuelgan los testículos con lo vulnerables que son?
Tiene que haber un buen motivo para exponernos de ese modo una parte tan sensible de nuestra anatomía
La evolución no sabe lo que se hace porque es algo mecánico, que ni piensa ni quiere nada. No obstante, encuentra buenas soluciones y no hace demasiadas tonterías por el camino. Sin embargo, ha decidido poner las gónadas masculinas totalmente colgantes, fuera del cuerpo, expuestas a todo tipo de elementos punzantes y peligrosos. Una de las partes más sensibles del cuerpo, con una gran cantidad de receptores del dolor, una piel fina y, sobre todo, una función indispensable para que la evolución pueda seguir su curso. No parece una gran idea, desde luego, pero poniendo un poco de confianza en la biología, lo más probable es que aporte alguna ventaja.
Y para qué hacernos los interesantes durante más líneas: la ventaja es la refrigeración. Es algo bastante conocido, porque todo lo que sean curiosidades sobre nuestros órganos reproductores acaba atrayendo la atención del público. No obstante… ¿por qué es más importante mantener frescos nuestros testículos? El resto de nuestros órganos no necesitan estar colgando del cuerpo. Imaginemos cómo sería un pulmón que pendiendo desde nuestra caja torácica o el corazón envuelto en un saco de piel pectoral. No solo no es una visión agradable, sino que nos parecería demencial. Es más: otros animales tienen las gónadas bien hundidas en su cuerpo y no les pasa nada. Incluso la mitad de los humanos viven con órganos sexuales internos, porque los ovarios funcionan sin necesidad de refrigeración especial. ¿Qué hace tan especiales a los testículos?
Una cremallera torpe
El gran problema está, lógicamente, en lo que ocurre dentro de los testículos. En lo más profundo del escroto, los testículos combinan el ADN que hemos heredado de nuestros dos progenitores y ese proceso requiere temperaturas más bajas que las del resto del cuerpo para ser eficiente. Poniendo un poco de contexto: nuestra información genética es, en un 50% herencia de nuestra madre y en otro 50% de nuestro padre. Eso significa que, de los 23 pares de cromosomas (porque cada uno tiene una pareja con información redundante, como si fueran versiones del mismo libro), cada progenitor transmite la mitad a su descendencia, un cromosoma de cada par (una versión de cada libro). Ahora bien: si el descendiente de estos progenitores transmitiera el 50% de sus cromosomas a la siguiente generación, estaríamos combinando cromosomas iguales todo el tiempo, y eso no le gusta a la reproducción sexual.
Reproducirse sexualmente es un engorro: hay que buscar pareja, gastar mucha energía y no siempre sale bien. Sin embargo, tiene una gran ventaja frente a la reproducción asexual, y es que permite acumular más cambios en el ADN, una mayor tasa de mutación y más variabilidad con la que adaptarse al entorno. Es una forma de poner huevos en distintas cestas y no apostar simplemente a cientos de “clones” de un mismo individuo, todos con las mismas fortalezas y debilidades. Por eso, en los testículos ocurre algo más, el ADN de las parejas de cromosomas se mezcla un poco, parte de uno se inserta en el otro y viceversa, haciendo una nueva versión del libro con pasajes intercalados de ambas ediciones. Ese es el proceso que necesita temperaturas bajas, porque ha de empalmar los fragmentos a la perfección, como si fueran una cremallera. Cualquier error puede desencadenar en aberraciones, y al detectarlo, las células optarán por “suicidarse” mediante un proceso conocido como “apoptosis”, con tal de no dar lugar a un organismo inviable.
Otro motivo
En cualquier caso, esto no responde del todo, porque la apoptosis podría ser algo asequible para el cuerpo. El problema es que, junto con esta complicación, aparece otra: los radicales libres. En este tipo de procesos es frecuente que se generen sustancias que dañan al ADN, como los radicales libres. Estos pueden poner en riesgo nuestra información genética y aumentar las posibilidades de desarrollar un cáncer. Ahora sí, entre un motivo y el otro, es comprensible que los testículos tengan que estar en el exterior, alejados de las altas temperaturas del resto del cuerpo, aumentando la relación entre su superficie y su volumen para optimizar la ventilación y, por desgracia, exponiéndose a inconvenientes tan dolorosos como una torsión testicular. Y no es consuelo, pero la próxima vez que nos lesionemos ahí, al menos tendremos claro que no fue una decisión anatómica tan absurda.
QUE NO TE LA CUELEN:
- Durante un tiempo se pensó que los dinosaurios podían haberse extinto por tener los testículos en el interior de su cuerpo. Antes de que se pensara en ellos como animales de sangre caliente capaces de regular la temperatura de su cuerpo, se sospechaba que un entorno caluroso sus cuerpos se calentarían poco a poco, sin que diera tiempo a refrigerar tal volumen cada noche, llegando a temperaturas en las que, tal vez, sus testículos quedarían inutilizados, volviéndolos estériles. Nada de esto ha sido confirmado por el registro fósil o simulaciones teóricas. De hecho, ahora sabemos que eran de sangre caliente y que su extinción tuvo que ver con la caída de un asteroide.
REFERENCIAS (MLA):
- Cai, Hui, Dezhe Qin, y Sha Peng. “Responses and Coping Methods of Different Testicular Cell Types to Heat Stress: Overview and Perspectives.” Bioscience Reports, vol. 41, no. 6, 25 de junio de 2021, p. BSR20210443, doi:10.1042/BSR20210443.
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