Futuro

¿Qué pasaría con el planeta si nos extinguiéramos?

Un experto analiza lo que ocurriría en la Tierra un año después de nuestra desaparición.

Apocalipsis: El fin del mundo en diferido
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Da lo mismo el escenario: un virus que extinga a los humanos, un meteorito que destruya toda nuestra civilización o una era glacial que nos lleve al olvido. Si toda la especie humana abandonara el planeta (por voluntad o causa ajena)… ¿qué quedaría de nuestro paso por él? El cine catástrofe ha abordado esta posibilidad en numerosas ocasiones, pero la ciencia lo ha hecho muy poco. Así que, ¿qué pasaría con el planeta un año después si nos extinguiéramos?

Esta es ha enfrentado a la que se ha enfrentado Carlton Basmajian, profesor de diseño urbanístico de la Universidad de Iowa. Basmajian tiene el conocimiento de la resistencia de diferentes materiales a lo largo del tiempo y las herramientas para saber qué organismos los podrían invadir. Según él, lo primero que notaríamos sería el silencio: adiós al tráfico, los trenes, al resto de los humanos… Adiós a la música y hasta a las mascotas.

Luego llegaría el sentido de la vista: el cielo sería más azul, el horizonte más lejano y limpio y la capa de esmog que cubre muchas ciudades habría desaparecido un año después. Ese es el lado positivo. El negativo es que ya no habría agua corriente. Si fueras el último (o el primer visitante a la Tierra después de 365 días) humano en el planeta, no podrías ducharte debido a que el agua no tendría el impulso suficiente, pues no habría quien controle el sistema. Más aún cuando haya pasado el invierno y el agua de las tuberías se hubiera congelado por falta de actividad, haciendo estallar muchos conductos. A eso hay que sumarle que tampoco habría electricidad: la falta de atención a estos servicios habría desaparecido, algunas torres se habrían caído, las presas y los embalses estarían descontrolados en niveles extremos (o muy bajos o rebalsando) y el óxido se convertiría en un polvo visible en las grandes ciudades. Y no será el único.

Sin humanos, ni tráfico, ni calefacción o aire acondicionado, el polvo se acumularía en los lugares cerrados, creando una capa perceptible en todas las superficies. "La hierba del jardín - añade Basmajian - crecería y crecería hasta volverse tan alta que dejaría de crecer. Aparecerían nuevas malas hierbas, y estarían por todas partes. Muchas plantas que nunca antes habías visto echarían raíces en tu jardín. Cada vez que un árbol deja caer una semilla, podrá crecer un pequeño retoño porque nadie lo arrancaría. Nadie estaría allí para sacarlo o cortarlo. Notarías muchos más insectos zumbando alrededor".

Otro efecto que veríamos sería la caída lenta e inexorable de estructuras como los puentes o las carreteras. Todo lo hecho a partir de cemento comenzaría a resquebrajarse mostrando grietas cada vez de mayor tamaño. Esto permitiría que crezcan árboles entre esas grietas y la vegetación invadiría todas las infraestructuras que recibieran al menos un poco de luz y agua. Lo que se mantendría en pie, como recuerdo del pasado de una civilización extinta, serían los puentes de cemento o al menos fragmentos de ellos, como las ruinas griegas.

"Las plantas de las que nos alimentamos comenzarían a desaparecer - añade Basmajian -. Ya no habría maíz, patatas o tomates. Los animales de granja serían presa fácil para osos, coyotes, lobos y panteras. ¿Y las mascotas? Los gatos se volverían salvajes, aunque muchos serían presa de animales más grandes. La mayoría de los perros tampoco sobrevivirían. Nos invadiría la fauna: primero los más pequeños como ratones, marmotas, mapaches, zorrillos, zorros y castores. Los animales más grandes vendrían más tarde: ciervos, coyotes y osos. No en el primer año, tal vez, pero eventualmente. Sin luz eléctrica, el ritmo del mundo natural regresaría. La única luz sería la del Sol, la Luna y las estrellas. Las criaturas nocturnas se sentirían bien si recuperaran su cielo oscuro. Los incendios ocurrirían con frecuencia. Con la caída de muchas infraestructuras, los rayos caerían en ciertas regiones con más frecuencia, provocando incendios que solo se extinguirían de forma natural".

Lo peor de este escenario no es la parte catastrófico, sino el hecho de darnos cuenta de que el planeta probablemente estaría mucho mejor sin nosotros.