
Entrevista
“No tolero la extinción: todavía no nos hemos enterado ni de la mitad de la biodiversidad del planeta”
Hablamos con Carlos Magdalena, investigador del jardín botánico más importante del mundo y a quien David Attenborough llamó El mesías de las plantas.

Una de las ventajas de vivir en un pueblo pequeño es que todo el mundo se conoce. Todas o casi todas las personas que te encuentras por la calle te hacen descreer de los seis grados de separación. En los pueblos pequeños no se habla de grados de separación, son minutos, segundos de distancia. Así fue cómo conocí a Carlos Magdalena, por un amigo suyo de la infancia y las meriendas y mío del café y la edad adulta. Apenas un segundo de distancia.
A ver… ¿cómo se presenta a Carlos Magdalena? Asturiano, recientemente condecorado con la Cruz de Oficial de la Orden de Isabel la Católica,investigador del Real Jardín Botánico de Kew, en Londres… Se ha diplomado en curiosidad, persistencia y “peluquería lingüística”: no tiene pelos en la lengua a la hora de denunciar el estado del planeta.
Gracias a él se ha salvado de la extinción en nenúfar más pequeño del mundo y el más grande ha recibido un nombre propio. David Attenborough, la voz de todos los documentales de la BBC, lo ha llamado el Mesías de la Plantas y Jane Goodall ha dicho que Magdalena es su inspiración. Leer su libro, El Mesías de las Plantas, es pisar los “praos” asturianos donde plantó sus primeras semillas, con su abuelo, para luego, recorrer el planeta, descubrir nuevas especies, resucitar otras, evitar la extinción de aquellas sin dejar de mirar el mundo como aquel niño.
Cuando era pequeño, los profesores se preguntaban si tanta imaginación no sería patológico. Como si eso fuera un problema, algo asi como una enfermedad patológica. Y ahora ocurre lo mismo: se preguntan cuando mucho, es demasiado. Porque, si lo piensas, es como que si alguien hubiera decidido que la normalidad está ‘aquí’: y si hay algo por debajo está mal y si hay por arriba, igual hay que mirarlo, ¿no? Tiene que ver con la educación y la obsesión de estandarizar todo. A esto hay que sumarle la curiosidad, que va de la mano de la imaginación. En la infancia todo lo que se mueve les resulta interesante, les produce una emoción o les asusta o les encanta o lo quieren coger. Pero nos encargamos todos muy bien, como sociedad, de asesinarla, quizás porque a la imaginación no se la considera como algo que produce.
¿Y qué ocurre con la ciencia? Si la imaginación no es productiva, no genera beneficios constantes y sonantes… ¿Hay un espacio para ella en la ciencia?
La necesidad de una estructura, aun en la imaginación, también existe. Y el problema de la taxonomía ya lo había escuchado vinculado a los museos: allí hay tantos por conocer como en el planeta, ¿es cierto esto?
Aproximadamente una de cada cinco especies está sin describir y todos los años se nombran unas 2.000 especies de plantas nuevas. Pero a la vez es curioso porque se calcula que hay unas 400.000 especies de plantas... Y sin embargo no se puede definir de forma muy precisa ni muy oficial ‘qué es una especie’. Tenemos 400.000 categorías de plantas y no sabemos muy bien qué entra en esta categoría. A ver, cuando describes una especie describes los organismos, ¿no? Sí. Pero curiosamente si te pones a explicar qué es una especie no existe un consenso científico y generalmente los intentos que existen, nunca son a prueba de bala o aplicables a todos los casos.
En ciencia, lo de descubrir, está claro. Sea una especie, un fenómeno físico, una estrella…, pero ¿qué nos pasa como humanos cuando hacemos un hallazgo único?
Hay una paradoja en todo esto del descubrir’. Lo dice la misma palabra des-cubrir. Implica que siempre estuvo ahí, cubierto, debajo de una manta o en un armario o en bosque. Estaba allí, pero estaba cubierto. Entonces, tú lo ‘inventas’ o lo creas. Eres el que a lo mejor ve una forma extraña debajo de la manta y dices tú, calla aquí debajo. Y luego hay que preguntarse, ¿descubierto para quién? ¿A nivel personal, científico? ¿O para una cultura? Es curioso como, por ejemplo, la primer Victoria que se encontró por el método científico, fue por el naturalista Tadeo Hancke, y fue durante la expedición Malaspina. Y, curiosamente, lo hizo después de haberse dado la fuga del imperio y Haenke no regresó jamás, la tripulación de la expedición fue arrestada y acusada de traicionar a la corona española con lo cual su hallazgo no vio la luz hasta muchas décadas después, y para entonces, la existencia de esta especie, en el ambito científico ya había sido confirmada por otros. El primero que ve algo, no es el primero en alertar o divulgar su presencia. Es todo más complejo de lo que Twitter o Tik Tok pueden explicar hoy dos frases cortas y adornado con click bait.
¿Puede ser que estemos interpretando esta realidad únicamente desde lo humano? Es decir, que miremos las especies, las analicemos y cataloguemos, pero solo a partir de nuestra (humana) relación con ellas… Quizás hay otro mundo que nos estamos dejando fuera
Eso tiene mucho que ver con el desconocimiento y con la necesidad propia humana de catalogar o etiquetar para comprender en última instancia. La taxonomía es superimportante porque es una herramienta para desgranar el conocimiento, tremenda, pero también es una construcción humana, ¿no? Pero ocurre que la realidad, no es una construcción humana.Entonces ahí hay una discrepancia. Imagínate que existe una especie y tiene una distribución bastande amplia, y a lo mejor, en la zona norte está empezando a cambiar de una forma, pero en la zona sur está empezando a cambiar de la otra. Imagínate que digamos que tarda, vamos a decir, 500.000 años en llegar a cambiar de forma dramatica distintas, pero hoy miramos y han transcurrido 300.000. ¿Es ya una especie? ¿Solo un 60 o 70% especie? Esto, en muchos organismos esta ocurriendo. En algunos casos de forma explosiva. Y cada explosión lleva otra explosión o detona cambios en otras especies. Pero nosotros tendemos a ver el presente y tendemos a ignorar que lo que vemos es el presente es solo algo como una fotofinish, pero con la peculiaridad que la foto esta tomada en el medio de la carrera porque de momento, la evolución no tiene metas muy definidas. Entonces si una especie está ahí a medio camino, pues ¿en qué momento dices tú si lo ves o si no lo ves? Además, las especies a menudo no evolucionan a velocidades constantes y dependiendo de que especie, pues lo hacen a velocidades medias distintas. Para entender a lo mejor de una forma más precisa qué es una especie y por qué es una especie, necesitas siempre ponerte en estos escenarios. Intentar entender no solo como de distinta se ve, si no que porque es distinta.
Y esto que mencionabas antes del pasado, del presente y del futuro y de la foto finish me hace acordar un poco a una parte del libro que decías que te costó casi una década ver la fotofinish de Victoria Amazónica.
Ver la foto completa. Sí. Y es curioso porque cuando estaba escribiendo el libro yo ya estaba con la mosca detrás de la oreja de la nueva especie. No tenía todo el rompecabezas encajado sobre el tema. Cuando sabes algo de un tema, tienes más riesgo de que te interese y entonces empiezas a excavar y cuando empiezas a excavar igual encuentras una mina de datos y evidencias. Y el conocimiento permite ver cosas que estaban ahí siempre delante tuyo pero que tú no sabías y que quizás mirabas, pero no veías. El conocimiento expande la capacidad de observación que tienes sobre ese objeto y aumenta tambien el potencial de sacar conclusiones . Me imagino que esto tambien ocurre en el arte sería en el arte también y muchas otras disciplinas, desde medicina a educar a tus hijos o alumnos.
El conocimiento te permite valorar más la obra. Posiblemente, sí. ¿Cómo sabes si algo es único o especial si no sabes cómo son el resto? Imagínate que llegara un extraterrestre, ¿no? Y de pronto captura a un humano.Y es solo un señor de Teruel. Entonces van a tener una idea de la especie que es como el señor de Teruel. Y a lo mejor pues de repente viajan a Escocia otro y llega pues un pelirrojo de, no sé, del norte de Escocia. Y los dos coinciden que son hombres. Entonces piensan, ¿y eso qué es? ¿Dos especies? Y ni siquiera sabrían de la existencia del sexo femenino todavía, ¿no? Porque la muestra que tienen es muy escasa. Pero a lo mejor cuando tienen 50 de varios continentes y países, empiezan a ver que a lo mejor su concepto de lo que hay aquí es una especie y está formada por un numero de variables y combinaciones de ellas. Ahora imagínate que nosotros somos los marcianos que aterrizamos evolutivamente aquí hace mas de un millón de años y todavía no nos hemos enterado ni de la mitad de la diversidad que hay.
Has dicho que no toleras la extinción... Pero, para entrar en polémica, ¿para qué vale una planta? Y qué importa si se extingue una si hay 400.000 que conocemos, ¿no? ¿Tiene que ver con el hecho de conocer más te permite apreciar mejor?
¿Hay algún lugar que digas este lugar lo voy a defender a capa y espada? Como... "Este es mi último reducto".
Si tuviese que decir una localidad geográfica que no es el planeta Tierra al completo, por instinto maternal, Asturias, pero tambien siempre tengo tengo este tema de fascinación siempre total por Latinoamérica, la cual, tanto a nivel a nivel natural como cultural es impresionante. Pero claro, luego cada cosa tiene su historia, ¿no? Como por ejemplo Isla Mauricio, donde la naturaleza ha sido destruida de forma brutal. Tengo la urgencia de proteger esas especies que están ahí, que están muy amenazadas. A muchísimas de ellas solo les queda una, dos, tres o cuatro ejemplares.Hay que entender que, desde el presente solo podemos cambiar el futuro. Y es cierto que desde el presente se puede aprender como queremos que opere el futuro. Pero no podemos cambiar el pasado. Generalmente, hay también demasiada leyenda negra y demasiada leyenda blanca. Parece que a nadie le gusta la escala de grises hoy en día.
En este sentido, qué responsabilidad piensas que tenemos con el presente, más que con el futuro…
El presente debería encontrar formas de acelerar el conocimiento. Como humanidad, creo que todos nos beneficiaríamos si encontramos un balance y espíritu colaborador entre las muchas nacionalidades, culturas y grupos de gente, incluyendo la creación de puentes entre ciencia, academia, sociedad civil, comunidades locales, ancianos y niños y tratar de acercar barreras entre culturas, idiomas... A menudo percibo que vemos el mundo como un partido de fútbol y mucha mentalidad a lo ‘yo soy de este equipo, aunque pierda’. Yo personalmente, aspiro a colaborar con todo aquel que tenga algo que aportar al conocimiento general de las cosas. Aprender, compartir y difundir, sin animo de lucro personal, deberia de ser mas valorado.
En los pueblos pequeños no se habla de grados de separación, son minutos, segundos de distancia. Quizás deberíamos empezar a pensar, como Carlos Magdalena, que la biodiversidad es un pueblo más pequeño que el que vemos y que todos nos conocemos...
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