Madrid 2020
Compromiso hasta el final
El cóctel de la derrotada candidatura madrileña fue uno de los más concurridos que se conocen. Parecía que a nadie le importaba que el COI nos hubiese dado calabazas y todos querían mostrar su cariño al equipo de 2020. El presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, acompañado por su esposa, apostados en la entrada de la sala montaron un tapón debido a la cantidad de personas que querían saludarle y un corrillo de periodistas que, pese a que habían volado 16 horas con él desde San Petersburgo, aún tenían preguntas que hacerle. De hecho, sus asesores trataron, sin éxito de que terminara cuanto antes la recepción para reunirse con los ministros Wert, Soria y García-Margallo antes de volar de vuelta. Sin embargo, el presidente sólo les decía «un poco más, un poco más» y mantuvo su apoyo a los derrotados hasta pasadas las once de la noche. Hasta el final quisieron también quedarse los Príncipes de Asturias, que no cesaron un instante de saludar a la alta sociedad argentina que se arremolinaba a su alrededor. De hecho, algunos compañeros del equipo olímpico quisieron que Don Felipe saludase a quienes han hecho las crónicas de 2020 sin éxito, ya que incluso viejos inmigrantes que se instalaron en Argentina después de la Guerra Civil pugnaban por su mano.
Los empresarios españoles que han prestado su apoyo económico a la candidatura estaban indignados y entre sus conversaciones se oían todo tipo de calificativos sobre los miembros del COI, todos poco bonitos. Es más, frente a la derrota madrileña en 2009, en la que la fiesta de despedida fue muy corta y en poco más de dos horas había más patrocinadores españoles en la del hotel de Río que acompañando a Gallardón, esta vez todos se quedaron charlando y comentando que se había hecho lo posible, pero que no nos quieren, aunque seamos los mejores.
De grupo en grupo se movía el presidente de la candidatura, Alejandro Blanco, casi como alma en pena. Quienes le conocen decían que tenía la mosca detrás de la oreja desde que llegó a Argentina; pero nadie se esperaba la bofetada de la primera ronda. Otra de las que aguantó hasta última hora fue Doña Pilar de Borbón, ex miembro del COI, que estratégicamente formó un corrillo sentada junto a la salida de los camareros para impartir su sabiduría sobre la calaña olímpica. De hecho, su espacio fue uno de los pocos que olió el famoso jamón de Jabugo que viajó a la capital argentina.
Con otro ánimo, muchos de los que cerraron el cóctel pasadas las doce decidieron que la noche bonaerense se merecía una oportunidad, y las penas con vino son menos. Con 13 horas de vuelo por delante, algunos decidieron que mejor dormir en el avión que una última noche en el hotel. Otros, que se iban cayendo de sueño en los sofás de la recepción, donde hubo una especie de poscóctel sobre las malas artes del Comité Olímpico, decidieron aprovechar unas pocas horas de sueño antes de volar. A la mañana siguiente, casi nadie mencionaba la derrota sino que, lejos de ser como una amante despechada, mandaban al COI a un lugar menos agradable que la bahía de Tokio. Es más, entre los corrillos ni siquiera se mencionaba la posibilidad de repetir. Incluso los deportistas estaban más pendientes de su calendario de entrenamientos que de seguir dando vueltas a la decisión del Comité Olímpico. Tocaba decir adiós a Buenos Aires.
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