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Pandemia

Las primeras comuniones regresan a su origen

Las restricciones impuestas por el estado de alarma obligan a ceremonias menos pomposas y más económicas. “Quizás todo esto nos haga volver a lo esencial”

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Ningún niño se va a quedar sin tomar la primera comunión. Ese es el compromiso al que ha llegado el Arzobispado de Valencia con las familias que deseen continuar con el plan de que su hijo o hija reciba la sagrada forma este año. Será, eso sí, en un acto más íntimo y rígido, tal y como marcan las medidas de seguridad impuestas tras la declaración del estado de alarma. Así, los niños deberán guardar las distancias, tanto en los bancos como a la hora de subir al altar, además, el "Cuerpo de Cristo” se recibirá, hasta nuevo aviso y para todos, en la mano.

“Se trata de una situación excepcional que restringe mucho los actos, pero, por otra parte, provoca que el acto de la comunión vuelva a sus orígenes”, explica al respecto Germán Mora, delegado de Iniciación Cristiana y Catequesis. “Las familias apuestan más ahora por el sacramento que por el convite”. Las de ahora "serán comuniones más sencillas y esenciales, con menos historias y menos espectáculo”. Al respecto, confía en que “quizás todo esto nos haga volver a lo esencial; que podamos aprender qué es lo fundamental, lo que significa el sacramento”.

Cuenta también cómo muchas familias han sido golpeadas por la crisis. A ellas les lanza un mensaje: “por parte de la Iglesia no se quedará ningún niño sin comulgar. Tomar la comunión no cuesta dinero; lo que cuesta es lo accesorio. El sacramento es para todos los cristianos”.

La pandemia interrumpió también las clases de catequesis que deben tomar todos los que deseen tomar la primera comunión. Para ellos, el Arzobispado puso en marcha un sistema de formación “online”. “A través de la página web la delegación de catequesis se daban las lecturas del Evangelio para que los padres pudieran descargárselas y comentarlas con los pequeños en casa. De este modo, la Iglesia está en casa y la casa puede ser Iglesia. Intentamos, ya que no puede ser de otra manera debido a la situación, que los hogares se conviertan en catequesis domésticas".

La mayoría de las primera comuniones se han aplazado a septiembre y octubre, aunque algunas familias han optado por pequeñas ceremonias en misas ordinarias. Sea como fuere, el Arzobispado de Valencia se compromete a que sea “una eucaristía bonita; que a los niños les quede un bonito recuerdo”, aunque, apostilla, “esto no es el fin del mundo”, mientras piensa en algo positivo: "Estas grandes catástrofes nos descubren qué es lo que realmente vale la pena”.

Temporada atípica de comuniones

El pasado 1 de junio, el Arzobispado de Valencia propuso celebrar las primeras comuniones desde el inicio de la fase 2 (es mismo día), hasta el inicio del tiempo de Adviento (finales de noviembre), “teniendo en cuenta la evolución de la pandemia y dentro de los límites normativos actuales”.
Según explicaron, “las dificultades actuales, no pueden hacer imposible la celebración de esta gran fiesta, que afecta a tantas familias y niños y niñas que se han preparado de la mano del sacerdote y catequistas durante bastante tiempo”.
Indicaban al respecto que las ceremonias podrán celebrarse el sábado por la tarde y el domingo. “Cada comunidad parroquial deberá velar para ser fieles a estas dos exigencias: hacer posible la celebración de la participación de la eucaristía y cumplir las leyes sanitarias, contando siempre con el apoyo insustituible de las familias.
Recordaban que las normas sanitarias actuales “nos obligan a todos a ser cuidadosos para no colaborar en la transmisión de la enfermedad”. Esto afecta a las fiestas que la Iglesia celebra, “que deberán realizarse de forma más sencilla, discreta e íntima, sin perder su dimensión comunitaria”.