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Compromís pide un protocolo contra las violaciones por sumisión química

En una de cada tres agresiones sexuales del último lustro la víctima estaba bajo los efectos de alcohol o droga

 Los principales elementos de este plan se formalizarán en el Consejo de Ministros galo
Los principales elementos de este plan se formalizarán en el Consejo de Ministros galoDreamstimeDreamstime

El grupo parlamentario de Compromís ha mostrado su preocupación los datos sobre violencia sexual en 2020 que apuntan a que más del 30 por ciento de los casos de violencia sexual se cometieron aprovechando que la víctima, o bien había consumido alcohol o drogas, o bien el agresor se las había introducido de algún modo, generalmente en la bebida.

Las violencias sexuales por sumisión química son aquellas en las que se utilizan sustancias químicas, toxicológicas, para anular la voluntad y la capacidad de las víctimas a oponer resistencia. Se considera sumisión química tanto la oportunista, es decir, cuando la víctima ha consumido alcohol o drogas y es vulnerable, como la premeditada, es decir, cuando el agresor incorpora la sustancia sin el consentimiento de la víctima.

Si bien es cierto que estas prácticas se han producido durante muchos de años y ha habido un aumento en las denuncias, el Instituto Nacional de Toxicología y Ciencias Forenses estima que aproximadamente el 33 por ciento de las agresiones sexuales en los últimos cinco años son de este tipo, es decir, una de cada tres.

Según este instituto, en 2020 se cifraron 2.054 agresiones sexuales, de las cuales se realizaron pruebas toxicológicas en 685 casos ante la sospecha de que estas agresiones pudieran haberse producido con sumisión química: en el 70 por ciento de los casos el resultado fue positivo.

Hay que tener en cuenta que estos datos son relativos a 2020, año en el que durante muchos meses la población se encontraba confinada.

Señalan desde Compromís que una de las características de las violencias machistas es la invisibilidad de muchas de estas y las dificultades de contabilizarlas y de cuantificarlas como consecuencia de la falta de denuncias ante el miedo de no ser creídas, ante la falta de pruebas o ante la vergüenza que todavía sufre la víctima. Este es un tipo de violencia que recoge todo ello, puesto que, precisamente por su propia idiosincrasia, las víctimas se enfrentan a la dificultad añadida de comprender lo que les ha sucedido, a consecuencia de los efectos de las sustancias. No recuerdan los hechos, sienten confusión, no recuerdan a sus agresores y a veces tardan días en poder tener un recuerdo claro de lo sucedido, y la recopilación de pruebas se dificulta.

Por todo ello, los diputados de Compromís consideran necesario que se involucre el sector del ocio ya que es en esos ámbitos en los que mayoritariamente se produce la ingesta del alcohol o de otros químicos, y por ello piden que se trabaje en coordinación con el sector del ocio, en un protocolo para prevenir dicha sumisión química.

Ante la gravedad y el desconocimiento entre la población de estos delitos de violencia sexual, se han impulsado algunas campañas en diferentes países que visibilizan esta realidad, denuncian los hechos y apuntan a la necesidad imperiosa de tomar medidas desde el punto de vista de la justicia, pero también desde el punto de vista de los establecimientos donde tienen lugar estas agresiones.

La mayoría de estos casos se producen en bares y discotecas, y es por eso que la colaboración y un compromiso con la tolerancia cero ante esta y otras violencias que se producen especialmente en los establecimientos de ocio y semejantes resulta fundamental.