El chupachups que sí es sano y que se comía antes de que existieran las golosinas

Mucho antes de que al catalán Enric Bernat se le ocurriera ponerle un palito a los caramelos e inventar así el famoso chupachups, los niños valencianos consumían ya un dulce que hoy todos darían a sus hijos por ser infinitamente más sanos que cualquier golosina.

El excesivo consumo de azúcar es una de las preocupaciones a las que se enfrentan las familias. Los productos para niños suelen llevar altísimas cantidades por no hablar de las golosinas que se ofrecen como recompensa o como regalo de cumpleaños. De ahí que sean muchos los que buscan alternativas.

Una de ellas es el margallón, el fruto del palmito una variedad de palmera mediterránea más conocida por sus duras hojas que se usa para hacer objetos artesanos como cestas o bolsas, además se extraen las fibras para fabricación papelera y textil. También se denominan dátiles de zorra o palmiches.

Su fruto es pequeño, muy dulce, y sabe parecido al dátil. Los niños del siglo pasado los chupaban durante un rato porque solo así se puede apreciar su sabor. Eso sí, deben estar bien maduros porque de lo contrario son demasiado ásperos. Tienen propiedades astringentes.

Es una palmera agradecida y fácil de cultivar. Necesita sol y resiste temperaturas por debajo de los 10 grados bajo cero. No necesita mucha agua, por tanto, es ideal para el clima mediterráneo.

De la “familia” del margallón, el dátil es otra alternativa para elaborar galletas caseras. Endulzan y no hay necesidad de añadir azúcar. Además son buena fuente de fibra, potasio, calcio y antioxidantes. Además, hay pasta, jarabe y azúcar de dátiles (que se elabora a partir de dátiles deshidratados y molidos).

En el “top” de las alternativas al azúcar refinada se encuentra la miel. Este líquido espeso, dulce y dorado que elaboran las abejas a partir de las flores, es una de las mejores alternativas al azúcar refinada. Su producción ayuda además a la economía de las zonas rurales y también a la protección de las abejas.