Opinión
Graneles y depósitos
Crecimiento económico y sostenibilidad deben ser hoy día un matrimonio indisoluble
Alicante es una ciudad que vive de cara al mar y por tanto al mundo; y eso hace que sí o sí su puerto esté integrado en la urbe. Y mientras en el muelle de Levante, el que alberga los veleros de The Ocean Race -la vuelta al mundo a vela- el puerto tiene una cara, la de ocio, la amable, la que permite divisar el Castillo de Santa Bárbara y la Casa Carbonell, en el muelle de Poniente tiene otra.
En esa zona, la de barcos de mercancías, el puerto linda con los barrios de la zona sur de Alicante -el sur existe-, que tienen enfrente de sus viviendas una área de carga y descarga al aire libre de graneles pulverulentos.
Se trata de materiales, como cemento o carbón, que a veces forman una nube de polvo negro en la atmósfera; nube que, además de teñir de negro el cielo y el azul del mar, alcanza, según gire el viento, a las viviendas de los barrios de San Gabriel y Benalúa Sur. El polvollega también hasta el patio del Colegio de Benalúa, ese en el que los niños juegan al fútbol o baloncesto, ignorando, y con razón, que respiran aire sucio. No creo que sea bueno para la salud.
Que el puerto es una infraestructura primordial para la economía de Alicante, de la provincia y de la Comunidad Valenciana no se puede rebatir. Pero crecimiento económico y sostenibilidad deben ser hoy día un matrimonio indisoluble.
Por eso, cuando leo en prensa que el Gobierno Local, vía judicial, quiere frenar la instalación de una planta de almacenaje de combustible allí me vienen a la cabeza los vecinos que están pendientes de por donde sopla el viento. De momento, en contra.
Pues eso, que el puerto vuelve a ser noticia; y sumamos a los graneles, los depósitos de combustible que, si se instalaran, acercarían a la misma área de la ciudad una actividad «per se» peligrosa y de riesgo. Y el sur existe, insisto.