Medio Ambiente
El mejillón cebra, un millón de huevos al año y una expansión casi imparable
Las ranas toros, el cangrejo azul o la tortuga de florida son otras especies invasoras
El mejillón cebra, presente en 60 embalses en España y, en la Comunitat Valenciana, en el parque natural de l'Albufera, en zonas del Mijares y la Marina Baixa, es una de las especies exóticas invasoras que más preocupa a los expertos por su expansión casi imparable, a razón de un millón de huevos al año, y el daño medioambiental y económico que genera.
Esta especie, que se detectó por primera vez en la Comunitat en el embalse de Sichar (Castellón), en 2005, cuando "un pescador vio un bicho que no había visto nunca", ha causado estragos en el 35 por ciento de los embalses que gestiona la Confederación Hidrográfica del Júcar, como explica en una entrevista con EFE la jefa de servicio de Calidad de las Aguas de la CHJ, Concha Durán.
El peligro del mejillón cebra no es solo que desplace a otras especies autóctonas, sino que se reproducen en tan gran número que su acumulación puede llegar a taponar vías de paso del agua, como las que conectan los embalses con las centrales hidroeléctricas o plantas potabilizadoras, e incluso en trasvases de agua.
"Se llama especie invasora a cualquier organismo vivo que procede de otro sitio, que no es autóctono y que provoca un daño socioeconómico y ecológico en el ecosistema que lo recibe", explica Durán.
El daño ecológico del mejillón cebra se lo causa a otras especies autóctonas, a las que desplaza, quita fitopláncton para alimentarse y el espacio en las rocas que los peces necesitan para poner huevos, pero el daño socioeconómico es, en este caso, tan preocupante como el anterior.
"El mejillón cebra se reproduce muy deprisa y se generan masas compactas de organismos, unos encima de otros, que acaban taponando cualquier toma de agua", detalla sobre esta especie, que necesita para vivir aguas con poca corriente.
Precisamente es el tipo de entornos que encuentran en los embalses y todas las infraestructuras conectadas a ellos. De hecho, se ha detectado la presencia de esta especie exótica invasora en diferentes infraestructuras como las centrales nucleares de Cofrentes (Valencia) y Ascó (Tarragona), las plantas potabilizadoras de la Comunitat, la Acequia Real del Júcar o la conducción de la transferencia Júcar-Vinalopó.
Las consecuencias de esos "tapones" van desde la incapacidad de una central hidroeléctrica para generar energía hasta la incapacidad de regar los campos cuando el mejillón se mete en balsas de riego.
Para llegar a instalarse en territorio español, el mejillón cebra ha tenido que hacer un largo viaje desde su lugar de origen, el mar Caspio, y se cree que pudo llegar en el agua del interior del motor de una embarcación o, en estado larvario, en algún cebo vivo para pesca.
Desde entonces, su expansión ha sido rapidísima y, según Durán, casi imparable: no solo porque una hembra pone un millón de huevos al año, sino porque, en estado larvario, los huevos son invisibles, por lo que es fácil arrastrarlos en embarcaciones o en trasferencias de agua sin percibirlo.
En aguas españolas, además, se encuentran cómodos. Para reproducirse, necesitan que el agua esté a 13 o 14 grados, cosa que en su lugar de origen puede ocurrir "dos o tres meses al año" mientras que aquí "pueden estar reproduciéndose seis o siete meses".
Cerrojazo a la invasión
Por eso, en menos de 20 años ha pasado de haber mejillón cebra en un embalse en todo el territorio nacional a hallarse en más de 60, y la dificultad ahora estriba en poner coto a su expansión.
Según Durán, es una tarea complicada: en aguas libres, como las de un embalse o un río, está prohibido utilizar productos químicos, como el cloro, que afectarían al mejillón cebra pero también al resto de las especies.
Es más sencillo, dice, en el interior de las instalaciones, donde "puedes echar lo que quieras porque vas a matar al mejillón y solo al mejillón", y existen alternativas como el propio cloro o el peróxido de hidrógeno.
Y, en zonas ya afectadas, las medidas se parecen más a un confinamiento, como el que se lleva a cabo para las embarcaciones en los embalses donde se detecta esta especie: a partir de la detección, solo pueden navegar en ese embalse, y no en otros lugares, para no extender las larvas.
"En una casa te puede entrar un ladrón por la puerta grande, pero también por la ventana de cualquier vecino o por un ventanuco pequeño en la escalera, y con las especies invasoras tienes que controlar la puerta grande, pero sabiendo que las pequeñas también son importantes", detalla Concha Durán.
Así, estas "puertas pequeñas" para el mejillón pueden ser las gotas de agua en el motor de una barca, el rastro en los neoprenos o incluso los patos o aves que se trasladan de un embalse a otro.
Ranas toro, cangrejo azul y tortugas de Florida
Según la jefa de servicio de la CHJ, el mejillón cebra, además de invasor, es una especie poco atractiva porque ni siquiera se puede comer, como otras subespecies, "no porque sea tóxica, sino porque prácticamente no tiene carne".
No es el caso de otras especies como el cangrejo azul, también invasor, que "puede tener hasta 20 centímetros de cabeza, 35 con las patas incluidas, y mucha carne", por lo que "es muy bueno de comer", como asegura Durán, que apunta que "cuando una especie invasora tiene un efecto positivo asociado, nadie quiere que desaparezca".
Más sencillo ha sido controlar la expansión de la rana toro, una especie que recibe este nombre porque su sonido se parece al de estos animales y que se detecta gracias a la instalación de amplificadores en las zonas afectadas para escuchar su particular croar.
Las tortugas de Florida, por su parte, conocidas por comerse las unas a las otras en el estanque de Atocha, son otra de las especies invasoras más comunes en las aguas españolas, donde las sueltan "propietarios que se cansan de tenerlas en casa".
La suelta de especies exóticas que han sido compradas como mascotas o la introducción deliberada, sobre todo para la pesca, son algunas de las "puertas" más comunes por las que han entrado algunas de las 150 especies exóticas invasoras censadas en España.
Ahora, la compra de estas especies está prohibida, pero hace falta "muchísima divulgación", según Durán, puesto que muchas veces estos animales terminan en aguas nacionales por "falta de conocimiento, no por mala idea".
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