Gastronomía

No es misión imposible: adivinen dónde cenar un domingo en Valencia

La tan gastada palabra certidumbre que, a veces pierde cierto significado en la restauración los domingos por la noche, se reanima y fortalece gracias a la presencia abierta de ciertos establecimientos

La Taberna Teca destaca por su excelencia culinaria cotidiana y versatilidad motivada como enoteca singular
La Taberna Teca destaca por su excelencia culinaria cotidiana y versatilidad motivada como enoteca singularLa Razón

Sábado, tarde avanzada, suena el teléfono y surge el compromiso de cenar el domingo por la noche en un restaurante. Buscar una reserva puede ser un desafío o una oportunidad. Surge el miedo escénico previo ante las dudas de quién está abierto.

Dudar del presente inmediato de la nocturnidad del domingo entra en la normalidad cuando no se alterna habitualmente en las últimas horas del epilogo de la semana. Acudimos presurosos a buscar información de cualquier fuente. Las supuestas adivinanzas y creencias requieren certezas. No son muchos pero haberlos hay.

Durante varios minutos nos creemos partícipes de una reserva imposible, mientras suena el teléfono se mastica oralmente si será posible. Sin aspavientos, firmes a la espera. En este mundo de la restauración, todo es posible, como dice nuestro amigo Matute, menos un domingo por la noche. Pero cuando confirmamos la reserva nos tranquilizamos.

En la restauración todo lo que sucede en el presente es una réplica de algún episodio del pasado. Quizás deberíamos apuntar esta frase en una libreta y consultarla cada vez que se sienta el impulso de buscar un restaurante para cenar un domingo. Se impone hacer inventario y asomarnos a lo vivido. La ocasión no puede ser más propicia para citar algunos de estos restaurantes.

Don Salvatore

Situada en la calle Conde Altea, 41. La excelencia es un principio innegociable en el firmamento de este restaurante italiano. La fórmula del maridaje con(sentido) es especialmente idónea. Su bodega no es un asunto menor, resulta capital con grandes dosis de credulidad que permite el don de la curiosidad.

El Bouet

En Gran Vía Germanías, 34, patente mediterránea con licencia para viajar. Del Pacífico al Mediterráneo se convierte en un consulado de múltiples gastronomías que cubre las expectativas de los paladares más dispersos. Fiel a su inquebrantable compromiso con la cocina de fusión.

Como vivimos abrazados al presente, dicen que rendir homenaje al producto y a la brasa es una prueba de gratitud. Por estas dos cuestiones hay sobremesas nocturnas de domingo que nacen con el destino escrito. De vez en cuando, los astros se alinean y una conjunción mágica brilla como coartada perfecta para visitar Q’ Tomas (Pascual i Genis, 18). No descarten la oportunidad de visitar a escasos metros al hermano pequeño, Barra Fina ( Pascual y Genis, 16)

Marisquería Civera

Ubicada en Mossen Femades, 10, una ojeada somera a la carta nos brinda la oportunidad de reflexionar y elegir prioridades. Ofrece tantas fases, lances y matices que da para multitud de locuciones positivas. Pero hoy no solo vamos hablar de su barra donde los camareros se manejan con habilidad, ni de los entrantes fríos y calientes que transitan por la senda gourmet de manera ortodoxa. La pluralidad y versatilidad son concluyentes: sus mariscos de alto cabotaje, sin balizas marineras entre el Mediterráneo y el Cantábrico son un ejemplo.

El Rodamón y La Flaca

El Rodamón ( C/ Sueca, 47 ) y la Flaca ( C/Puerto Rico, 34 ) sintonía viajera y proximidad gastrónoma. Donde el maridaje entre la influencia culinaria y la cercanía del servicio se conjugan en estos dos enclaves gastronómicos del barrio de Ruzafa. Ante cualquier duda, una recopilación de sabios consejos del servicio sintetizan la carta y se convierten en un auténtico tutorial dando lugar a una restauración donde la calidad no está reñida con el precio.

Taberna Teca

Situada en la calle Honorato Juan, 11. Excelencia culinaria cotidiana, y versatilidad motivada como enoteca singular. Las huellas de algunas sobremesas no tienen fecha de vencimiento y pasado cierto tiempo conviene repetirlas.

En definitiva, restaurantes, sin flaquezas ni puntos débiles, que suelen enraizar en múltiples factores que desembocan en la ejemplaridad cuando hablamos de servicio, carta y producto un domingo por la noche.

El diagnóstico real es que este hábito ha crecido exponencialmente sin hacer ruido, y continúa su expansión sin bajar las expectativas. Resulta ocioso subrayar que pregonan la obligación de la reserva obligatoria para evitar disgustos. Adivinar dónde cenar un domingo por la noche, créanme, no es una misión imposible.