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Leonardo, Duchamp y el centenario

Se cumplen 100 años de la intervención de Marcel Duchamp en una icónica tarjeta postal de la Mona Lisa, coincidiendo con la celebración del “año Da Vinci”
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Cuando los fastos que conmemoran el "año Da Vinci" han alcanzado su clímax con la exposición organizada por el Louvre, obligado es recordar "otro" centenario no exento de importancia: el de la "intervención" que Duchamp realizó de una tarjeta postal en la que aparecía reproducida la icónica Mona Lisa, y que con su habitual ingenio dio en llamar "L.H.O.O.Q.". Coincidiendo con la celebración del cuarto centenario de su fallecimiento en 1919, Duchamp alumbró la que es considerada como su pieza más dadaísta, aquella que imprimió a su aura un carácter irreverente y juguetón que ha sobrevivido hasta nuestros días. Sobre la referida imagen de la obra de Leonardo, el artista francés añadió dos "apuntes" demoledores: una perilla y un bigote.
La enigmática mujer retratada por el genio de Anchiano, filtrada por el tamiz de una calculada androginia, fue súbitamente dotada con dos atributos masculinos que burlaban la sutileza de su representación. Poco después, Francis Picabia, urgido por la necesidad de reproducir en un número de su revista 391 el impactante sabotaje de Duchamp, decidió emular su gesto, pero cometió un fallo de memoria: introdujo el bigote pero olvidó la perilla. De modo que, en la actualidad, la "masculinización" de la Mona Lisa consta de dos versiones diferentes.
Duchamp admiraba a Leonardo, lo consideraba uno de sus artistas de referencia, y uno de los pocos creadores que había elevado la pintura a ese plano mental e intelectual que tanto deseaba para su propia producción. El "suplemento viril" añadido a la Gioconda no obedecía, por tanto, a un acto de terrorismo estético. Había algo más. Y ese "algo más" lo aporta el enigmático título que Duchamp otorgó a su readymade: "L.H.O.O.Q.". Cuando se lee en francés, esta sucesión de consonantes y vocales suena como “Elle a chaud au cul” –es decir: "Ella tiene el culo caliente"; o lo que es igual: "Ella está excitada sexualmente". En su complejo discurso sobre el deseo, acerca de la imposibilidad de que la parte masculina y la femenina consumen su mutua apetencia sexual, la Mona Lisa con barba y bigote ocupa un lugar destacado en la obra de Duchamp: marca un punto de convergencia de ambos extremos separados, aunque solo sea por el poder imparable de la imaginación. La Gioconda materializa en su cuerpo los atributos de aquello que está deseando.