Nazis en silla de ruedas y embarazadas atrapadas en un ascensor: así es “Corona”, la primera película sobre el virus
El director canadiense Mostafa Keshvari lanza el tráiler de la primera película creada durante el confinamiento por el COVID-19
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Desde que se hiciera oficial la duración del confinamiento, parecía algo inevitable. No queríamos detenernos a pensar en ello por si de repente descubríamos, en un alarde repentino de elocuencia, que se trataba de una realidad palpable, de un hecho ineludible, de una forzosa y fatal consecuencia del aburrimiento y el oportunismo. Pero al final ha pasado. Las horas muertas propiciando cataratas de ideas creativas, la soledad del encierro instando a la filosofía del diálogo fructífero con uno mismo y la ausencia de obligaciones cotidianas condenando al sujeto a inventarse unas nuevas han terminado cristalizando en una película. Y como la realidad es la fuente de inspiración más fiable que existe, la temática de la cinta se adivina sola: la crisis del coronavirus.
El cineasta canadiense Mostafa Keshvari, sirviéndose de referencias cinematográficas actuales como “1917” o fragmentos concretos de películas como “La La Land” o tal vez simplemente adaptándose a las carencias del medio, ha rodado “Corona” a través de una sola toma. Usando la habilidad o el atrevimiento que implica un plano secuencia, el director del cortometraje “I run” -un proyecto buenista y ligeramente edulcorado que relata la historia de una niña iraní que consigue obtener una beca para estudiar lo que siempre ha deseado- seleccionado para el Festival de Cine de Cannes en la categoría de “Short Corner” en el año 2015, ha escrito la primera película sobre la pandemia.
No se puede afirmar que Keshvari haya incurrido en la presentación de uno de esos tráilers espantosos -de tan largos y explícitos- tras los cuales uno ya no siente la necesidad de ver la película porque injustamente le han desvelado todo el argumento de principio a fin. Por el contrario el único avance disponible hasta el momento de “Corona” vaticina poco cuerpo argumental de la trama y revela pistas contadas de la historia. Bajo el lema “el miedo es un virus”, el director parece situar el epicentro de toda la acción en un ascensor.
Un grupo de vecinos con perfiles estereotipados cuya personalidad queda bien definida desde el principio se ve en la obligación de compartir espacio en este reducido lugar. Está la clásica mujer embarazada que siempre se pone de parto en el momento menos oportuno, la típica joven envalentonada que se autoproclama salvadora de una situación de pánico porque ha visto demasiadas películas, el buenista racializado que tiene pinta de separar con marcada conciencia ecologista los vidrios de los plásticos cada vez que va a tirar la basura y al que siempre puedes recurrir si se te rompe un grifo, un señor nazi (que para que no haya ningún atisbo de duda sobre su ideología luce un tatuaje de una esvástica en la frente del tamaño de un container) en silla de ruedas, con voz aguardentosa y aspecto de guardar hermosos recuerdos de su paso por la Asociación Nacional del Rifle o las canteras de Mathausen y por supuesto, la representante incontestable del contagio: una joven mujer china que lo primero que hace para no levantar sospechas al entrar en el ascensor es toser.
La intermitencia de unas luces rojas de emergencia se intercala con el dibujo de la creciente tensión entre los protagonistas a medida que avanza el tiempo de encierro. Con el ascensor parado y la práctica totalidad de sus integrantes histéricos por la presencia de la mujer portadora del virus, se advierten los primeros síntomas de una enfermedad aún peor que el COVID-19: el racismo. Pronto cunde el pánico y al grito de ¡todos vamos a morir aquí! o la insinuación de ¡estamos siendo probados! la trama se va complicando. Desde “The Guardian” apuntan que lejos de tratarse de un ejercicio ventajismo galopante, Keshvari comenzó a filmar y a montar el tráiler antes del ocho de marzo. Es decir, días antes de que estallara la agitación pública y semanas antes de que se produjera el cierre oficial de las salas de cine y del resto de establecimientos.
Uno de los objetivos principales de la creación de esta película que también señalan algunos medios canadienses como “The Daily Hive” se encuentra en la denuncia explícita de la xenofobia. Una patología que se ha visto especialmente acrecentada durante el surgimiento del virus hacia gran parte de la comunidad china como consecuencia de una mezcla explosiva de ignorancia y necedad. Defensas de derechos a parte, lo que está claro es que “Corona” es el primer proyecto cinematográfico oficial que nace en mitad del proceso de cuarentena. Habrá que ver si descontextualizada de la crisis sanitaria y desprovista del grado de actualidad que el virus sigue teniendo en estos momentos, su calidad es capaz de manifestarse por algún sitio, se cae de manera estrepitosa o directamente no aparece por ningún lado. Opción esta última nada descartable a juzgar por el aperitivo visual del tráiler.