
Neurociencia
Encuentran la estructura cerebral que podría hacer que Quijote viera gigantes donde había molinos
Investigadores británicos han dado con una estructura que nos ayuda a discriminar la realidad de nuestra imaginación

Vaya por delante que me confieso culpable. Culpable de medicalizar a Don Alonso Quijano. Culpable de reducir la profunda complejidad del Quijote a un error del cerebro. Culpable de pasar por alto la reflexión social que encierran las palabras de Miguel de Cervantes. Todo ello con el mundano propósito de hacer digerible una investigación en neurociencia. Porque en el estudio que nos ocupa nadie menta a Don Quijote, pero sí hablan de una estructura cerebral que parece ayudarnos a distinguir lo real de lo imaginado, los gigantes de los molinos, los ejércitos de los rebaños y los castillos de las ventas.
La neurociencia cognitiva se enfrenta a grandes retos explicativos y uno de ellos está en discernir la actividad de nuestros cerebros cuando vemos una manzana de aquella que surge cuando la imaginamos. Si bien desconocemos mucho sobre el funcionamiento del cerebro, hemos logrado localizar regiones y conexiones especialmente implicadas en tareas concretas. Por ejemplo, hemos cartografiado con bastante detalle la corteza cerebral que hay bajo nuestra nuca, encargada de procesar las imágenes. Sabemos qué zonas reconocen colores, formas, movimientos e, incluso, hemos desentrañado la organización de células que nos permite descomponer un contorno en líneas de diferentes direcciones. Ahora bien, la actividad de todas estas zonas parece idéntica cuando vemos algo y cuando lo imaginamos, y aquí es donde surge el problema.
Realidad o ficción
Nuestro cerebro no lo es todo, existen en una constante interacción con el resto del cuerpo y el entorno, de acuerdo, pero de un modo o de otro, todo proceso cognitivo pasa por él, y, tiene que haber alguna diferencia medible en el cerebro que nos permita diferenciar la realidad de la ficción. En cualquier otro caso, tendríamos que aceptar la existencia de entes inmateriales que hicieran el trabajo de criba porque, diferenciarlas, las diferenciamos. Dicho de otro modo: el patrón de actividad cerebral no puede ser idéntico porque, entonces, todos seríamos Quijotes.
Y, más allá de mi personal descontextualización literaria, lo que este artículo hace es indagar en los mecanismos cerebrales que podrían estar fallando en aquellos sujetos que, en determinados casos, son incapaces de separar lo que les dicen sus sentidos de las alucinaciones. Un ejemplo que sí nombran los investigadores es el de las personas con esquizofrenia. Quienes la sufren, pueden llegar a escuchar voces que, ante ellos, se presentan tan aparentemente reales como las voces que sí llegan a sus oídos. La experiencia personal de los pacientes con esquizofrenia es, incluso, más variada que el conjunto de patologías distintas que englobamos como “esquizofrenias”. Así pues, no serviría de mucho que abundáramos en la relación que establecen los sujetos con estos fenómenos auditivos, pero esta investigación nos ayuda a entender la importancia (al menos explicativa) que pueden tener este tipo de explicaciones.
El estudio
Para llegar a estos hallazgos, los investigadores de University College de Londres diseñaron un experimento bastante sencillo en apariencia: pidieron a 26 participantes que buscaran un patrón muy tenue en una pantalla llena de ruido visual, como si fuera la nieve de un televisor antiguo. La clave es que el patrón solo estaba ahí la mitad de las veces. Mientras tanto, los participantes debían imaginar otro patrón (a veces el mismo, a veces distinto) y señalar no solo si veían algo entre todo ese ruido visual, sino también cuán vívida era su imaginación. Todo ello mientras estaban metidos en una máquina de resonancia magnética funcional que registraba lo que pasaba dentro de sus cabezas.
Lo curioso fue que, cuando la imagen imaginada coincidía con la que esperaban ver y reportaban tener una imaginación muy vívida, tendían a reportar que había patrones en más pantallas donde no había nada. En estos casos, cuando los sujetos no lograban diferenciar la imagen imaginada de la que podrían haber percibido sus sentidos, la resonancia magnética captaba la activación del giro fusiforme, una estructura que no se “encendía” cuando los sujetos eran conscientes de que la imagen no estaba ante ellos y que solo la estaban imaginando. De hecho, cuanto más fuerte era esa activación, más probable era que confundieran imaginación con percepción. Además, los investigadores observaron que esta región no trabaja sola: otra estructura cerebral conocida como “ínsula anterior” también se activaba en los mismos momentos. Un dato especialmente interesante si tenemos en cuenta que la ínsula anterior se ha relacionado, especialmente, con procesos de metacognición, esto es: cuando tomamos consciencia sobre lo que pensamos o sentimos (simplificándolo mucho).
¿Es posible que fallen estas estructuras en pacientes con alucinaciones auditivas o visuales? Podría ser, pero afirmar tal cosa requiere otros estudios que todavía no existen. Lo que nos permite esta investigación es más modesto, pero igualmente interesante: encontrar diferencias en los patrones de activación cerebral cuando percibimos el mundo externo respecto a cuando solo lo imaginamos. Incluso, si somos estrictos, antes de dar por buena esta conclusión tendremos que esperar a que otros estudios intenten obtener los mismos resultados, porque en ciencia es muy importante asegurarnos de que eso contra lo que estamos afirmando es real y no una fantasía.
QUE NO TE LA CUELEN:
- Las explicaciones reduccionistas suelen estar condenadas al error, sobre todo en disciplinas como la neurociencia. Por eso es importante señalar que, en todo caso, estas estructuras contribuyen a discernir realidad de ficción, pero su actividad no es la única causa de que separemos los estímulos del mundo exterior de las que imaginamos.
REFERENCIAS (MLA):
- Dijkstra, Nadine, Peter Kok, Stephen Fleming. “A Neural Basis for Distinguishing Imagination from Reality.” Neuron, vol. –, no. –, 5 June 2025, doi:10.1016/j.neuron.2025.05.015.
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